El pez sin el agua
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*
En los últimos días se presentaron algunos signos inquietantes, ciertos avisos de un cambio frente a la libertad de expresión. Es algo grave, pues esa libertad es la base de todas las demás y el cimiento del edificio democrático. Sin ella todo lo demás pierde sentido.
El autoritarismo es una tentación recurrente en nuestro medio que no logramos erradicar a pesar de los años de exhortación democrática y de experiencia institucional. Tiene muchos rostros, pero el principal es que intenta restringir, limitar o incluso anular a la libertad de expresión. Le molesta. Es como su antagonista natural.
Por supuesto, el autoritarismo no ataca a la libertad de expresión con las manos desnudas, por lo menos no en un primer momento. Por eso, surgen variadas excusas para subordinarla, como lo es la “voluntad popular”, el “orden público”, la “decencia” y muchas más. En los últimos años surgieron algunas excusas más vistosas, pero en realidad se trata de viejos o nuevos malabares argumentativos que envuelven la realidad del manotazo autoritario.
No es que la libertad de expresión sea algo desmedido. Como todo derecho está sujeto a límites precisos, pero esos límites deben contar con un marco regulatorio claro. La palabra clave aquí es legitimidad, no la simple legalidad. Un exceso de la libertad de expresión debe enfrentar límites legítimos, como lo es el derecho de otros, pero no puede ser legítimo el interés circunstancial de una figura de poder porque ello genera un precedente peligroso.
Digamos que un gobernador o un legislador se siente ofendido por el comentario de un periodista o un articulista y genera toda una respuesta poderosa, con todos los instrumentos y mecanismos a su alcance, para limitar los dichos, reflexiones u opiniones que le afectan. Eso abre puertas que después no podrán cerrarse con facilidad.
Si una figura con algo de poder se siente ofendida debe responder con información que aclare y desmienta lo que se le dijo, pero no puede someter al emisor a controles autoritarios. Además, la experiencia demuestra que las difamaciones, los ataques que buscan el simple daño, las denuncias sin sustento y otros excesos de la libertad de expresión, terminan perdiendo peso y olvidándose sin generar más que un simple mal sabor de boca en el momento. Tengo muchas anécdotas que podría compartir al respecto.
Es una delgada línea, claro, pero es la línea del respeto a la libertad de expresión en un modelo democrático: sí debatir, sí discutir, sí responder, pero no ejercer un poder que inhiba, restrinja o arruine la libertad.
Los signos de esa transgresión, del rompimiento de esa delgada línea de la legitimidad están a la vista: un particular es obligado a pedir disculpas públicamente y de forma humillante, en un espacio legislativo; un afamado articulista y un medio nacional reciben presiones de un tribunal electoral local para que retire una publicación que afecta a ciertos funcionarios; un periodista modesto enfrenta una sentencia que le impedirá ejercer su oficio; un diario local cierra por orden judicial; el gobierno de una entidad impone una ley controvertida que puede ser usada como mecanismo de control a la libertad de expresión y después, ya aprobada, convoca a foros para analizarla.
Algunos analistas señalan que esos mecanismos coercitivos pueden extenderse por todas las entidades. No sería extraño: los malos ejemplos tienden a ser imitados.
Muchos signos más pueden leerse por estos días. Las advertencias están a la vista. Si no queremos un futuro autoritario, con una libertad de expresión sin vida, es momento de hacer un alto y dar paso a la reflexión.
Nuestro futuro previsible no puede ser el del silencio y el temor.
*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.