SEDENA: FIN DEL MITO

TAREA PUBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

En el artículo anterior escribí que las instituciones militares gozan de la aprobación de la mayoría de mexicanos por los altos fines que procura y, fundamentalmente, por el auxilio que prestan a la población en situaciones de desastre cuando despliegan su potencial logrando que la gente recupere su tranquilidad. “Esta labor es altamente justiciera porque permite recuperar en parte lo perdido por la gente ante fenómenos telúricos, inundaciones, deslaves y hechos de violencia en poblaciones menores”, planteé.

Pero también, referí, es significativa su labor cuando luchan contra cárteles del narcotráfico en situaciones de gran peligro; ellos son sorprendidos con cierta periodicidad en emboscadas cuando en convoyes viajan por la sierra. Los soldados de menor jerarquía viven viendo a la muerte de frente. Por ello, nuestro Ejército y la Marina son ejemplo cabal de responsabilidad. Mi respeto para ellos. Los mexicanos les tenemos confianza porque lo que hacen representa para el país protección, armonía y estabilidad.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, la corrupción se ha instalado en varias áreas del Ejército, que ha aplicado una política de compras casi sin licitaciones siguiendo el ejemplo del régimen. Y el 15 de este mes, fue detenido en Estados Unidos por la DEA el exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, un funcionario militar de larga carrera en las filas del Ejército, condecorado por gobiernos nacionales y en el exterior, quien era investigado por la DEA desde hacía diez años y es señalado como presunto responsable de delitos graves (delincuencia organizada, narcotráfico, lavado de dinero, uso de recursos de procedencia ilícita, por los cuales será juzgado en tribunales norteamericanos de ser responsable de esos cargos).   Se acabó el mito de la incorruptibilidad en las fuerzas armadas.

Este asunto apena a todos. Perturba nuestra confianza en las instituciones, que deben ser ejemplo de patriotismo y pulcritud. Nos pinta como un país moralmente desahuciado, de instituciones corruptas hasta la médula, y más hoy cuando se encarcela a un jefe militar del nivel de Cienfuegos, cosa que jamás había ocurrido, con excepción del general Jesús Gutiérrez Rebollo, el ex Zar antidrogas que servía requetebién a un cartel muy poderoso.

Es claro que dónde hay recursos financieros y personas, hay la posibilidad de que algo anormal o ilegal ocurra. Es la condición humana que muestra un perfil de bajeza. Se supone que donde campea el espíritu de grandeza nacional, donde hay amor por la patria, respeto por la comunidad, solidaridad a toda prueba, no habría situaciones que avergonzaran a ningún militar. Pero al fin, personas con ambiciones descontroladas, todo se derrumba en ellas para infortunio de los mexicanos que creen mayormente en la honorabilidad del Ejército y La Marina.

Tremenda mancha les ha puesto Cienfuegos a quienes integran ambas instituciones. Se presume que podría haber más militares implicados en alguna red de corrupción pues no es posible la operación fraudulenta a altos niveles a cargo de un solo hombre. El gobierno mexicano, antes que lo haga el de Estados Unidos, tiene que investigar a fondo y limpiar la escoria (que puede ser abundante), pues sería una vergüenza añadida que surgieran más implicados y detuvieran a otros militares antes que lo hiciera el gobernó mexicano.

No extrañen si hay más acciones investigadoras del gobierno estadounidense, particularmente cuando se acerca la elección presidencial en USA, situación que en la lógica del poder podría tener beneficios para una candidatura, la de Trump, que anda cuesta abajo.

El presidente López Obrador tiene una papa caliente en las manos. Si como ha dicho, es partidario de que se investigue y se encarcele a otros mandos militares que pudieran estar involucrados en redes criminales, quizás las semanas siguientes, cuando declare el general Cienfuegos ante la Corte de Nueva York, podría saberse la magnitud de las acusaciones y otras cosas más. Importa, lo digo como mexicano que admira a los buenos soldados, que se deje a salvo el buen nombre de servidores de alto rango, principalmente de aquellos que tiene a cargos tareas estratégicas y de seguridad nacional.

No podemos vivir con la duda acerca de  la imagen real del Ejército. Reconózcase la realidad, que  la corrupción está extendida en todos los ámbitos de la administración pública y que se necesita un grande esfuerzo para atacarla y disminuirla.   La corrupción nos está degradando y trasmitiendo un fracaso inigualable como sociedad.

Por último, pienso que a muchos mexicanos nos duele que sean otras naciones las que procuran la justicia en contra de posibles delincuentes y se conformen aquí, como siempre, diciendo que “ no pasa nada, que “no tenemos información. “.. . . .