Se fue octubre con todo y moño rosa… y queda la realidad del cáncer

EL ARCÓN DE HIPATÍA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

Se acabó octubre y las dependencias se quitan el moño rosa. Y la verdad es un túnel negro donde la solidaridad y alianza con las pacientes con cáncer sólo son palabrería sin apoyo.

La realidad es que la mayoría de las mujeres con diagnóstico ni siquiera pueden tener un seguimiento debido a cosas tan simples como mastógrafos descompuestos y desabasto de los reactivos para los estudios, entre otras causas. Así que, si de por sí el número de aparatos y la cobertura esperada es baja, ésta ni siquiera se cumple porque nuestro colapsado sistema de salud simplemente no tiene presupuesto y lo que tiene se mal ejerce.

Y no son cifras de medios “carroñeros, conservadores o fífís”, como suele llamar el mandatario a todo aquel que muestra cifras que contradicen la visión danesa primermundista que –se insiste– tiene como objetivo el gobierno de la 4T. Pues estos números surgen de la fiscalización hecha a los servicios de salud sexual y reproductiva en la población sin seguridad social por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

De esta manera se reveló que la limitada capacidad en los servicios estatales de salud para prevenir, diagnosticar y dar tratamiento al cáncer de mama y cervicouterino se traduce en la desatención del 46 por ciento de las mujeres que presentan una neoplasia. Así podemos observar lo sucedido en 2022 en los servicios estatales de salud, que reportaron haber referido a un centro oncológico a mil 830 mujeres con diagnóstico confirmado: mil 405 por cáncer de mama y 425 por cáncer cérvico uterino.

Esas pacientes, sin embargo, representaron sólo el 54% de las 3 mil 382 mujeres con diagnóstico confirmado ese año.

Así que a menos que Dinamarca acostumbre no dar seguimiento a pacientes con padecimientos oncológicos, no se puede entender que un gobierno desatienda así a las mujeres.

La respuesta a los medios por parte del sector salud ha sido simple: que se tuvo un avance menor al planeado por reajustes en los tiempos de atención, y por retraso en el mantenimiento o reparación de mastógrafos. Pero parecen olvidar que esos retrasos son vidas. Son mujeres que hoy dejan un vacío en sus familias, hogares fragmentados, ausencias que duelen.

Falta comprender que a un hijo no se le puede decir que su madre no está porque no se reparó un mastógrafo. Que a una madre no puedes decir así, simplemente, que su hija perdió la vida a causa del cáncer porque hubo reajustes en los tiempos de atención. Que son vidas. Pero bueno, apegándonos a la máxima del doctor López-Gatell, qué más da. Las muertas pues ya no van a votar.

 

Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR ARRIOZOLA