Ciudad de México.- El sector Salud, con el apoyo de instituciones educativas, reforzó la atención a la salud mental durante la pandemia por COVID-19, a través de los servicios de apoyo como la Línea de la Vida en el teléfono 800-911-2000.

Existen 442 establecimientos de salud mental y adicciones de la Secretaría de Salud Federal y estatales en el país, de los cuales 341, son Centros de Atención Primaria de las Adicciones; 66, Centros Integrales de Salud Mental y 35 hospitales psiquiátricos.

También fueron habilitados otros servicios como la línea de atención de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”; Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia y de Organizaciones de la Sociedad Civil, para canalizar a quienes lo requieran con personas expertas en la materia.

Igualmente, fue creado el apartado “Salud Mental” en el sitio coronavirus.gob.mx/salud-mental/ que contiene material audiovisual y didáctico para entender problemas de salud mental y facilitar herramientas básicas ante una crisis. Además, incluye datos de contacto de una red interinstitucional para atender este tipo de afectaciones.

Algunos problemas psicológicos como miedo, incertidumbre y angustia se acentuaron como consecuencia de la pandemia de COVID-19, sobre todo en personas que ya presentaban esos síntomas. No obstante, el temor a la discriminación y la pena las inhiben para solicitar ayuda de una persona profesional.

En México, buscan atención especializada dos de cada 10 personas que tienen un problema de salud mental y lo hacen en un lapso de entre cuatro y 12 años después de manifestar síntomas. Esto se debe a que la estigmatización frena a las personas para recibir tratamiento profesional y es un reto de salud pública.

En el transcurso de la pandemia se identificaron tres fases psicológicas a nivel social:

  • Expectativa porque hubo una amenaza; en algún momento las personas no sabían qué podía ocurrir.
  • Aceptación de la realidad para actuar en torno a la emergencia sanitaria.
  • Desarrollo de estrategias ante el impacto psicosocial de la pandemia; la naturalización de medidas sanitarias como la sana distancia, el lavado constante de manos y el uso adecuado del cubrebocas.

Las y los profesionales de la psicología han apoyado con estrategias sencillas y breves a las personas para que resuelvan o mitiguen la situación que enfrentan.

Asimismo, se abrieron grupos de apoyo emocional en los que se hace hincapié en acontecimientos neutros y positivos que han vivido las personas que reciben ayuda. Quienes manifiestan un problema más complejo son canalizadas a una unidad médica especializada para su tratamiento.

En el país, 307 mil 592 psicólogas y psicólogos ejercen su profesión, siete de cada diez ciento son mujeres, de acuerdo con el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, al cuarto trimestre de 2020.

El trabajo de las y los psicólogos es determinante cuando las personas no están en condiciones de controlar sus emociones, pensamientos y conductas, tomando en cuenta que un correcto estado de salud mental significa completo bienestar físico, mental y social.

El papel de las y los psicólogos es fundamental para psicoeducar y contribuir a la alfabetización sobre salud mental para que cada quien pueda asumir acciones para conservarla de manera funcional.

Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que 450 millones de personas sufren algún trastorno mental o de conducta, alrededor de un millón se suicidan cada año, y una de cada cuatro familias tiene por lo menos un miembro afectado por un trastorno mental; de ahí la relevancia que suponen las personas profesionales de la psicología en la sociedad y pieza clave dentro de los sistemas sanitarios. BP