Luego de reconocer que se calcula que más de la mitad de las enfermedades humanas proceden de los animales, Ylenia Márquez Peña, académica de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, pidió no satanizar o buscar falsos responsables, como hicimos con el murciélago y el SARS-CoV-2.

“No hay evidencia –afirmó- que podamos contagiarnos de nuestros perros o gatos” del SARS-CoV-2, ya que sobre la COVID-19 y las mascotas se ha dicho mucho y se sabe poco, pues lo corroborado es escaso y las investigaciones en curso, demasiadas.

Si bien es cierto que los animales de compañía se enferman también por coronavirus, en estos casos hablamos de variedades diferentes al responsable de la pandemia actual. “Tenemos, por ejemplo, al CCov (o coronavirus canino), que genera cuadros de gastroenteritis o incluso un padecimiento pandrómico, o al FCov (coronavirus felino), capaz de desembocar en la muy mortal peritonitis infecciosa felina”.

La integrante del Departamento de Medicina, Cirugía y Zootecnia para Pequeñas Especies de la FMVZ, abundó: los patógenos son ejemplos de alfacoronavirus, los cuales tienen un linaje distante de los sarbecovirus, grupo al que pertenece el SARS-CoV-2. “Esto debería dejarnos claro que los virus que afectan a mascotas y humanos no son parecidos, aunque su nombre nos suene igual”.

Además, hay diferencias entre huéspedes, pues mientras el SARS-CoV-2 ingresa a las células humanas a través del receptor ACE2 – esparcido en nuestro organismo y usado por ese virus como cerradura para la cual tiene llave-, los coronavirus asociados a perros y gatos emplean como puerta de entrada la Aminopeptidasa N. “Esto marca la diferencia y explica por qué las enfermedades de felinos y caninos no afectan a las personas, ni viceversa”.

No obstante, la académica pidió tomar esto último con reservas, ya que existe la sospecha de infecciones en mascotas que han estado en contacto con individuos afectados por la COVID-19. Ante esta eventualidad hay equipos de científicos analizando los receptores ACE2 de animales, tanto de compañía como de granja, a fin de determinar si el SARS-CoV-2 puede pasar del humano a ellos.

“Parece que en los animales hay una pobre distribución de estos receptores, quienes tienen más son perros y cerdos. Sin embargo, no hay que adelantar conclusiones, pues todavía hay poca evidencia sobre estos mecanismos, además de que se trata de investigaciones en curso, sin publicación oficial ni revisión por parte de pares”, acotó.

¿Qué hacer?

Ante este contagio interespecies aún no esclarecido, Márquez Peña pidió no abandonar a las mascotas en la calle y adoptar medidas de higiene más estrictas, como higienizar áreas comunes, evitar que perros y gatos entren en contacto con nuestra agua o alimentos e impedir que salgan de casa sin supervisión.

“Y lo más importante es no satanizar o buscar falsos responsables, como hicimos con el murciélago y el SARS-CoV-2, pues se calcula que más de la mitad de las enfermedades humanas proceden de los animales y esto no es raro: convivimos con ellos, nos alimentamos de ellos e invadimos sus hogares. Que pase eso es algo natural”, destacó la experta universitaria.

Lo que no es para nada natural es que la presencia humana genere esta presión excesiva en los diferentes hábitats y organismos, al grado de destruir el mundo, toda vez que esta actividad antropogénica sólo nos conduce a trastornos ambientales y a pandemias como las que actualmente padecemos, aseveró.