Necesario reflexionar en los modelos educativos a seguir, tras pandemia: Investigadora

“Si como universidades seguimos creyendo que los programas virtuales consisten en trasladar tal cual lo que tenemos de la práctica presencial a lo virtual, tendremos un fracaso”, afirmó la Mtra. Rosa Isela Becerra, investigadora del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara, en la conferencia virtual “Modalidades educativas no convencionales y sus retos”, que impartió este lunes durante la primera sesión del diplomado Diseño curricular de carreras de licenciatura de la Universidad de Colima, en el que participan alrededor de 90 académicos universitarios.

Antes, en la inauguración, la Dra. Susana A. Preciado Jiménez, directora general de Educación Superior, destacó que la finalidad de este diplomado “es que ustedes puedan ir organizando todas las etapas que están dispuestas en el manual de diseño curricular, ahora en un formato de módulos, para que podamos lograr el compromiso que establecimos en el Plan Institucional de Desarrollo (PIDE) 2022 – 2025”.

Los primeros comités que trabajarán sus diseños curriculares son los de las facultades de Enfermería, Arquitectura y Diseño, Turismo y Gastronomía, Comercio Exterior, Turismo, Derecho y Medicina Veterinaria y Zootecnia; “ustedes estarán trabajando arduamente por varios meses para el desarrollo de sus programas curriculares, ya sea en la modalidad de actualización o restructuración”, agregó.

La Dra. Martha Alicia Magaña Echeverría, coordinadora general de Docencia, en representación del Dr. Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, rector de la UdeC, dijo que el diplomado “es una importante estrategia para fomentar la actualización y reestructuración de programas educativos, que tenemos que pensar y repensar para poder dar cumplimiento a los objetivos del PIDE y promover el desarrollo de capacidades de análisis, revisión, evaluación, diseño y desarrollo de documentos curriculares.”

En la conferencia, Rosa Isela Becerra opinó que este tipo de cursos son necesarios desde que se declaró la pandemia, “porque ya no podemos regresar a lo que conocíamos como educación tradicional”.

Partió de lo básico, que es definir cuáles son las modalidades convencionales y las no convencionales; “una vez que tengamos claridad en estos conceptos debemos reflexionar si tenemos que seguir completamente de manera presencial o cómo podríamos incluir las modalidades educativas y las propias tecnologías de información y comunicación para ampliar las posibilidades y estar preparados para una nueva contingencia”.

Recordó que, antes de la pandemia, la modalidad convencional era la de mayor peso, aunque ya sobresalía la modalidad a distancia a partir de la propia evolución de las Tecnologías de Información y Comunicación. Además de estas dos, dijo, las modalidades que han predominado desde la pandemia son: en línea, mixta e híbrida.

“Lo que hicimos en un primer momento las universidades -dijo-, fue desarrollar una educación remota de emergencia, trasladando lo que teníamos en la presencialidad a ciertas herramientas que nos permitieran estar en contacto con nuestros estudiantes de manera remota; sin embargo, no nos cuestionamos si estas herramientas seguían siendo adecuadas, sin desarrollar en su mayoría un aprendizaje cooperativo o autogestivo utilizando otro tipo de medios”.

Aclaró que no hay una universidad en el mundo que haya resuelto cuál de todas es la mejor modalidad, “es perfectamente válido entonces que, a dos años de la pandemia, nos paremos a reflexionar hacia dónde tenemos que ir como universidad y qué tendríamos que hacer para evolucionar de una manera planificada, no sólo para responder a una emergencia”.

El reto de la educación virtual, explicó, es saber cuáles son los mejores recursos tecnológicos y las herramientas que ayuden a motivar a las y los jóvenes y que permitan el desarrollo de actividades independientes por parte de las y los estudiantes.

En la modalidad mixta, la idea es que lo virtual no sea nada más un apoyo sino un complemento y en la híbrida, donde el profesor está en el salón de clases con alumnos de forma presencial y transmite de manera remota, “el reto está en que los estudiantes que se conectan no tienen que sentirse lejanos”.

Recomendó que, al trabajar en un cualquier diseño curricular, éste debe ser flexible, independientemente de la modalidad que se escoja, “para poder adaptarlo en situaciones de emergencia. Además de pensar en una educación de calidad, se debe tener en cuenta la calidez y empatía. En docentes y alumnos, el reto está en adquirir otro tipo de competencias para que las modalidades se implementen con éxito”.

Otros retos a enfrentar, completó, son la brecha digital, el no conocimiento de las herramientas digitales, la resistencia al uso de tecnologías, la administración del tiempo, la automotivación, autogestión del aprendizaje y la creación de contenido digital que tome en cuenta las necesidades y estilos de aprendizaje de los estudiantes, entre otros.

Por último, señaló que “si como universidades seguimos creyendo que los programas virtuales consisten en trasladar tal cual lo que tenemos de la práctica presencial a lo virtual, tendremos un fracaso, porque este asunto implica mucha más planeación, tener claridad en los objetivos y cumplir nuestras funciones sustantivas pero ahora enfocadas a los nuevos requerimientos de las modalidades no convencionales”.

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Comparten estrategias para contener
el estrés ante hechos de violencia

*“Es importante tener claro lo que sí y lo que no puedo controlar; no podemos controlar la violencia que ocurre, pero sí las búsquedas que hacemos en internet”: Sarita Salgado, académica de la UdeC.

“Para enfrentarnos a los estresores cotidianos, a una amenaza o ante la percepción de un posible daño o pérdida, los seres humanos tenemos estrategias como huir de un sitio, gritar, sentir miedo o ponernos en estado de shock”. Todas estas reacciones, dijo la Dra. Sarita Salgado Torres , profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima, “son completamente esperadas ante una situación que amenaza nuestra integridad, pero si persisten de manera prolongada pueden llevar al individuo a un trastorno de estrés agudo por estar recordando la vivencia”.

Sobre este tema, dijo que la ola de violencia que se vive en el estado puede generar crisis en la población, sobre todo al escuchar las descargas de una pistola, el sonido de las sirenas, e incluso al ver los mensajes y cadenas de información que circulan en redes sociales. Por tanto, “es importante tener claro lo que sí y lo que no puedo controlar; no podemos controlar la violencia que ocurre, pero sí las búsquedas que hacemos en internet”.

“Tan peligrosa es la desinformación -advirtió-, como empaparnos de información todo el día. Es importante el equilibrio. ¿Para qué nos va a servir la información? Para estar conscientes del problema, aprender cómo sí o cómo no debo actuar y qué me pone en riesgo, pero no para estar hipervigilantes, porque esto también nos puede llevar a un estado de estrés que nos puede enfermar”.

El estrés, explicó, genera actividad fisiológica de un eje llamado HPA (Hipotálamo-Pituitaria-Adrenal), que segrega hormonas como el cortisol o la adrenalina; cuando éstas llegan a la sangre pueden ser de gran ayuda, pues sirven para preparar la huida, “pero cuando se acumulan en grandes dosis y existe una retroalimentación negativa, es decir, cuando recordamos en todo momento el suceso, podríamos afectar el funcionamiento del cuerpo”.

Si la persona, una vez que pasa la situación estresantes, está en reposo pero a la vez alerta, entonces el organismo no descansa, “esto conlleva a una hiperactividad emocional; es decir, las personas reaccionan de más ante una situación de estrés, se enojan fácilmente y son más vulnerables”.

Por ello, dijo, es importante conocer no sólo las recomendaciones de las autoridades de seguridad, sino también estrategias para enfrentar el estrés. La primera de ellas es conservar la calma, “puede ser complicado, pero tenemos que darnos cuenta de cómo se altera la frecuencia cardiaca, cómo brinca el corazón, cómo nos sudan las manos”. Una vez identificada esta emoción “es importante inhalar y exhalar de manera profunda, para darnos cuenta de cómo está cambiando el cuerpo”.

Otra estrategia de contención es evitar palabras como tranquilízate, “más bien hay que estar presente con las personas, darles ánimo de que todo va a estar bien, decir ‘todo va a pasar’, ‘ten calma’, ese tipo de frases, de que todo es temporal. Si la persona en crisis lo permite, lo ideal es la contención física; es decir, abrazar, mantener la cercanía física”.

De ser posible, agregó, se puede evocar una imagen, algo que le dé tranquilidad o pedirle que inhale o exhale algo que le genere un recuerdo positivo; “esto es muy delicado, porque creemos que lo que para nosotros es placentero, para otros también lo es, y eso es incorrecto, más bien hay que acercarle a la persona algo que sea un estímulo favorable”.

Desgraciadamente, comentó, “como seres humanos tenemos la curiosidad de estar investigando en internet, en redes sociales, y encontramos información falsa que veces genera estrés y da la sensación de indefensión. Lo que podemos hacer es trazar una rutina que incluya diversas actividades. Si no puedo salir, buscaré actividades que me permitan disgregar la atención, no aquellas que me hagan focalizarla en estos temas y obviamente estar al pendiente de información verídica y responsable”.

También compartió los primeros auxilios psicológicos que ayudan a sobrellevar las situaciones de violencia por la que pasamos. El primero de ellos es “hablar de lo que estamos sintiendo por este cúmulo de violencia y crear redes o grupos de apoyo donde podamos expresarnos e identificarnos con los otros sobre lo que está ocurriendo”.

El segundo es que cada persona identifique cómo su cuerpo percibe el estrés. El tercero es trabajar en la meditación o atención plena; “cada individuo debe identificar cuáles son las más efectivas, quizás para alguien sea el ejercicio, para otras el leer, escribir lo que está pasando o la meditación”.

Conocer estas estrategias, concluyó Sarita Salgado, “puede ayudarnos a mantener la calma ante estas situaciones que amenazan la integridad de las personas, pero también nos ayuda a conocer que estas reacciones son naturales en el ser humano”.

Pero si estas reacciones desbordadas se prolongan en el tiempo, es decir, si ya se está en una zona segura pero la persona continúa percibiendo como peligroso hasta el ruido de la licuadora, “tenemos que consultar a un especialista de salud mental porque puede ser un síndrome de estrés agudo que podría ser después un trastorno de estrés postraumático”.