Mis recuerdos del sismo del 21 de enero de 2003

Colima.- Es 21 de enero de 2003, son un poco más de las 20:00 horas, mis dos hermanos y yo -todos menores de edad- veíamos la televisión, mientras están acostados en una sábana y un par de almohadas, tendidas en el piso del cuarto principal, sin imaginar lo que está por pasar. En la pantalla una transmisión que se había vuelto tradicional en ese horario: “Este es el programa número uno de la televisión humorística….¡El Chavo!” se escucha.

Entre la división del mismo cuarto y la cremería en la casa, una silla cosida a vinyl, justo en la entrada y salida.

El piso se comienza a mover. –Está temblando. Dice mi tío que atendía la cremería. mi tía y nosotros volteamos a verlo asombrados, se apaga la televisión, se va la luz y comienza el menear sin parar y aunque solo son unos segundos parecen una eternidad.

En el cuarto solo hay gritos, asombro y miedo. El movimiento telúrico continúa en forma de olas. Las cinco personas dentro del cuarto nos agrupamos, justo en donde está la silla de vinyl, cae uno en ella y después los otros encima. El fierro del lado izquierdo de este mueble, en donde cayó el peso de todos, se dobla al no resistir.

El sismo se detiene. Justo a unos metros de la silla, en la cremería, otro menor -que se preparaba para comprar algo- tiene los papeles de baño -que estaban arriba de un anaquel donde buscaba su producto- encima de él. Se habían caído por el temblor. Sale corriendo hacia su casa.

Afuera, solo hay incertidumbre. No hay luz. Las llamadas telefónicas no entran ni salen. La barda de un taller, ubicado en la calle Francisco Cortés en la colonia El Tivoli en la capital de Colima, se ha derrumbado por completo.

En la radio se escuchan las magnitudes preliminares del sismo, al final es de 7.6 en la escala de Richter, el epicentro en las costas del estado de Colima. Aunque se sintió como de mayor magnitud.

Algunas pequeñas luces se pueden observar por las velas encendidas, gente consternada, pensando en qué hacer. Al menos, en varias casas, han decidido que por esa noche dormirán con las puertas abiertas por si vuelve a temblar. Otros no podrán conciliar el sueño pues estarán levantando los escombros de sus propiedades, buscando a los suyos, ayudando en los operativos de rescate o llorando a los que han muerto.

Días después las autoridades informan el saldo que ha dejado el sismo: 13 mil 439 casas han resultado dañadas, alrededor de 300 personas lesionadas y 24 fallecidas en el estado de Colima. Uno de los más grandes ocurridos en la entidad.

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