MEXICO: DESVENTURA HUMANITARIA  ( Amlo: atacar las causas, no los efectos)

TAREA PUBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA

No se  ustedes pero a mí me impacta fuertísimo ver las imágenes de todos los días en que migrantes centroamericanos muestran su pobreza y desesperación al no tener acceso a lo necesario para vivir. Extenuados, con los pies muy maltrechos, avanzan por carreteras y caminos corriendo riesgos por las inclemencias del tiempo, sufriendo acoso de bandas de delincuentes  que los despojan de lo poco que llevan y, por último, padeciendo la violencia de los cuerpos policíacos ( UNM y GN ).

Es deplorable ver cómo los policías, en cuyas filas  hay pocos con sentido común, agreden a señoras y niños y niñas indefensas apartándolos de sus mayores en lo que es un operativo feroz al servicio del cliente ( USA) que se disocia con la gentileza ante los afganos refugiados, a los que  tratan de distinta manera. ¿ Como está eso?  Es un verdadero sisma emocional el registrado en el sureste mexicano entre la población migrante, ante la espera de que se pongan de acuerdo el gobierno mexicano y el estadounidense para ofrecer una solución que debe apresurar.

Un solo dato explica la magnitud de la crisis: entre el uno de enero y el 31 de agosto de este año, el Instituto Nacional de Migración identificó a 147 mil migrantes que transitaban en condición irregular por territorio nacional, cifra que representa el triple de lo registrado durante el mismo periodo de 2020. De ese número, unos 2, 000 procedieron de países africanos.

Hasta ahora, poco se sabe del posicionamiento firme de los gobiernos del área, Haití, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras,  y otros, esperanzados como están a la ayuda internacional; se advierte una actitud de indiferencia esperando que sean otros gobiernos, ante su incapacidad histórica, los que resuelvan esa crisis humanitaria.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, ajonjolí de ese mole, es partidario de atender las causas que originan la migración, no solo sus efectos que, ya se observa, son parte de una solución a medias; “contener  solamente la migración es un plan cojo”, sostuvo el tabasqueño, por lo que enviará esta  semana una misiva a Joe Biden planteándole que es necesario atender las causas originarias de la migración porque la contención de los sufrientes para que no lleguen a territorio norteamericano constituye una política que desgasta y  aporta solo soluciones transitorias.

Amlo usó  también el argumento, que no es para nada un desperdicio, que los migrantes son víctimas de violencia y muerte por las bandas delincuenciales a lo largo de su tránsito hacia el país vecino, por lo cual es urgente protegerlos. El lector recuerda seguramente los  crímenes  de 72  migrantes guatemaltecos asesinados  en San Fernando, Tamaulipas, entre otros sucesos similares igualmente abominables.

En concreto, el presidente reiterará a Biden la necesidad de invertir más recursos en Centroamérica e impulsar los programas que el gobierno aplica (Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el futuro), cuyos resultados no se verán en el corto plazo ya que es una apuesta de presente – futuro.

El gobierno mexicano  tendrá que seguir insistiendo ante el gobierno vecino a sumarse a esa estrategia de ofrecer empleo a los más pobres en sus lugares de origen. Estados Unidos es la nación más poderosa  y tiene recursos para hacer algo extraordinario en ese sentido, pero carece de sensibilidad humanitaria para entender que la pobreza y la desigualdad tarde o temprano le representa un problema.

Bien por el presidente Amlo que propone una solución conjunta no solo con USA sino con los países del área expulsora de migrantes. Ha estado ausente una comprensión caritativa que ubique a los seres humanos como personas con derecho a una vida digna. Los centroamericanos son víctimas de una situación aterradora, han vivido a la deriva por generaciones, sumidos en la pobreza y la miseria bajo regímenes corruptos y autoritarios.

Ha de entenderse que la historia registra las migraciones como una escapada del hombre hacia situaciones de mejoría y prosperidad y que por ello no tiene que ser castigado o humillado por ningún gobierno sino ser tratados con misericordia.

Es evidente también que mientras tengamos una brecha en desarrollo tan grande con Estados Unidos, difícilmente se podrá detener el flujo migratorio, toda vez que se genera una situación de demanda de trabajo y de falta de oportunidades en el lugar de residencia. Los migrantes saben que llegar a Estados Unidos les cambiaría la vida a ellos y sus familias.

Recupero la opinión del papa Juan Pablo II, en la celebración del Jubileo de los emigrantes, en el año 2000: “Ciertamente, en una sociedad como la nuestra, compleja y marcada por múltiples tensiones, la cultura de la acogida se debe conjugar con leyes y normas prudentes y clarividentes, que permitan valorar los aspectos positivos de la movilidad humana, previniendo sus posibles manifestaciones negativas. Esto hará que efectivamente se respete y acoja a todas las personas al margen de su  sexo, religión, color y procedencia”.

El presidente López Obrador tendrá que seguir insistiendo en que el país vecino coopere realmente y con otros  modos para resolver el problema migratorio; las cosas no pueden seguir así, dañando la dignidad de las personas sean del origen que fueren. Esta acción justiciera se la reconocemos los mexicanos.