Al recordarse este miércoles 11 de abril el “Día Mundial del Mal de Parkinson”, se estima que al menos medio millón de mexicanos tienen esta enfermedad.
El Parkinson es una enfermedad degenerativa, y aunque se desconoce qué la origina, se ha asociado a factores genéticos y ambientales (toxinas que se ingieren con los alimentos), y el envejecimiento.
El Parkinson –que es la segunda enfermedad neurodegenerativa más atendida en el servicio de neurología y la tercera en hospitalización- aparece en 2 de cada mil personas, y es más frecuente después de los 50 años. Aunque en ocasiones se presenta en jóvenes y pocas veces en niños.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que medio millón de mexicanos la padecen, en México cada año se reportan 10 mil nuevos casos y 10 por ciento de las personas con la enfermedad presentan síntomas antes de los 40 años.
Los síntomas iniciales son: temblor de un lado del cuerpo, ya sea de un dedo, mano, muñeca, brazo, antebrazo o pierna, y que por lo general se propaga al otro lado. El movimiento aumenta conforme el enfermo está estresado, tenso, preocupado o angustiado, además se vuelve lento para realizar todas sus actividades diarias como abotonarse, caminar, bañarse.
Posteriormente pueden presentar dificultad para entender lo que ocurre en su entorno, explosiones emocionales repentinas y comportamientos antisociales (como orinar en público), hacer peticiones incoherentes y acusaciones absurdas, e inclusive, agredir físicamente a los demás.
Conforme avanza la enfermedad, empieza a arrastrar los pies, a dar pasos cortos, pierde el equilibrio y se cae; parte o todo su cuerpo se mueve de un lado a otro, hasta perder el control total sobre él y termina postrado en cama. En este caso, puede desarrollar neumonía hipostática por estar en una sola posición largo tiempo.
También manifiesta trastornos del habla: baja el sonido y enreda la lengua, saliva de manera abundante, desarrolla problemas urinarios y estreñimiento, así como daño mental y depresión recurrente.
El tratamiento médico no tiene efectos homogéneos en todas las personas, por lo que en algunos casos se logra controlar el desarrollo de la enfermedad y en otros es más rápido. En la mayoría de los casos, el grado más severo se alcanza entre los diez y los quince años de evolución.
El Parkinson es una enfermedad de la cual se conoce con exactitud dónde se produce: la pérdida de neuronas en el cerebro y la sustancia que se requiere para su control, esto es, la dopamina, que se consigue con el químico llamado levodopa.
Sin embargo, con el tiempo –entre cinco y diez años- el efecto de este fármaco pierde efectividad y, en lugar de disminuir los movimientos involuntarios éstos se incrementan de manera desordenada (discinesia). Por esta razón también se han desarrollado técnicas quirúrgicas para el control de esta patología y mejorar la función cerebral.