*Lo peor de la pandemia ¿aún por llegar?

Escollera

Por: Edgar CAZARES

*Hace algunas semanas muchos pensaban que la tormenta llamada COVID-19 estaba en la cresta porque a final de cuentas era en Manzanillo donde se estaba registrando el epicentro de ésta.

No obstante la situación ha ido empeorando poco a poco, es decir, se ha suscitado un fenómeno de contagios imparables lo cual en apariencia no sucedería ni en nuestras peores pesadillas.

Las buenas y bienintencionadas acciones del Gobierno del Estado nos permitían si acaso pensar en que habría casos diarios, sí, que habría muertes, también, pero no con la gravedad y en el número que hoy día se registran.

Porque el aumento de los casos se ha dado en forma explosiva y entonces tenemos un problema de grandes alcances e insospechadas secuelas para la entidad. En suma, de no hacer caso hoy, de no cooperar en este momento con las medidas que recomienda la secretaría de Salud, estaremos –sí, todos- cruzando una línea sin retorno. Es tan grave el panorama que ahora incluso quienes sí se cuidan, quienes están resguardándose en casa, corren el riesgo irremediablemente.

No se actuó a tiempo y creo que es un momento inoportuno –sobre todo por respeto al dolor de quienes han o hemos perdido a alguien por esta contingencia- de buscar culpables pero sí es ocasión propicia para recurrir a la búsqueda de soluciones colectivas que nos permitan afrontar este duro panorama para salir lo menos afectados posibles. La intención debe ser que se reporte el menor número posible de casos –es utópico, sobre todo por las actuales circunstancias, pensar en que de la noche a la mañana van a cesar los contagios- pero especialmente evitar más muertes.

Porque quienes han afrontado ese dolor se han encontrado con el agravante de no poder demostrarle a los fallecidos su duelo ni han podido darle el último adiós como se acostumbraba. Se ve complicado pero si ejercemos la disciplina colectiva la problemática puede ir revirtiéndose, poco a poco, pero con un dejo de esperanza. Queda muy poco tiempo para actuar: no es exagerado decir que es cuestión de horas o incluso minutos. De no hacerlo, como dicen en mi pueblo, que Dios nos agarre confesados.

*Ciertamente debo reconocer que durante el actual sexenio –especialmente en el estatal- se han hecho esfuerzos e importantes inversiones para mejorar la infraestructura hospitalaria.

No se debe de dejar de reconocer que la administración de Fernando Moreno Peña hubo avances históricos en este tenor habilitando inmuebles, adquiriendo equipo y contratando más personal médico en vista de la creciente población en zonas urbanas.

Esas acciones se han intensificado este año, más aún a raíz de la pandemia de coronavirus. Pero aún con todo eso se debe reconocer que este apartado es sumamente vulnerable, insuficiente para una problemática de los alcances del COVID-19 y así los riesgos para la salud pública se multiplican.

Es pregunta ¿qué hicieron o qué dejaron de hacer en este apartado gobiernos federales y estatales anteriores? Prácticamente nada. Dejaron –o pensaron- que sus sucesores debían hacer la tarea en esta materia y el déficit se fue agravando. Y caro estamos pagando tal rezago. El gobierno federal, el que encabeza Andrés Manuel, tampoco ha cantado mal las rancheras: prometió cambios de fondo y lo único que ha hecho, en este rubro, es eliminar el Seguro Médico Popular e implantar el INSABI –juzgue usted, amable lector si eso ha implicado un cambio de forma y fondo en el sector salud-. Así pues será más difícil salir adelante. Y espero, sinceramente, equivocarme.

APUNTES DESDE LA COSTA

*Una disculpa si no pude cumplir con la anterior entrega de estas líneas –que se publican, gracias a mi amada casa editorial AF Medios, cada martes y jueves-. Razones personales muy dolorosas no me lo permitieron a pesar de que se suponía que la semana anterior sería especial y de regocijo al llegar a mis 43 años de vida.

No fue así aunque agradezco seguir gozando de salud y fortaleza. Le confieso, amable lector, que he notado que retomar la dinámica y disciplina periodística alivia –más no cura- un tanto mis penas. Como alguna vez me confió alguien, a manera de consejo, “no hay mejor manera de homenajear a nuestros muertos que seguir viviendo”. Que así sea. Vivamos la vida a plenitud, como buenos ciudadanos, y aprovechemos cada instante que nos da la existencia. Porque hoy estamos arriba, mañana quién sabe. Gracias por el favor de su atención.

Sus comentarios por favor a edgar.cazares.afmedios@gmail.com