Libros de texto: ¿no que primero los pobres?

EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

Los nuevos libros de texto van a estar listos para el reinicio a clases del 28 de este mes. Con esta frase se sentenció desde la conferencia matutina en Palacio Nacional el destino de miles de infancias y adolescencias.

Una sentencia a la desigualdad, al acceso no equitativo del conocimiento. A perpetuar las eternas diferencias entre el que tiene y no tiene, pero hoy trasladadas al poder acceder a una educación de calidad.

La educación pública busca “garantizar acceso a la educación a toda la población sin discriminación alguna”. Históricamente busca resarcir las diferencias y promover así un futuro en igualdad de condiciones para aquellos que transiten por las aulas. Un factor de movilidad social para los hijos de los obreros, para el pueblo.

No obstante, ese pueblo al que tanto mencionan cuando de hacer proselitismo se trata será el principal perjudicado con los nuevos libros de texto. Para comprender la dimensión del alcance de la educación pública, de los estudiantes inscritos de 3 a 29 años, 89.7 por ciento cursó el ciclo escolar 2021-2022 en escuelas públicas y 10.3% en escuelas privadas. En educación superior, la población inscrita en escuelas privadas fue mayor al resto de los niveles educativos (25.6 por ciento).

En México no son nuevas las carencias del sistema público. No se le pueden adjudicar en su totalidad al actual sexenio las deficiencias en instalaciones y sueldos. Lo que sí se le debe achacar es que ya no tengamos la posibilidad de evaluar el avance de los estudiantes, pues debemos recordar que a partir de este sexenio se eliminaron las pruebas como Planea y Enlace. Y lo que no se mide es imposible compararlo o mejorarlo.

Así que con los nuevos textos se va a ciegas. De acuerdo con Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, se han utilizado los libros como misiles políticos, siendo él mismo quien a contentillo muestra fragmentos para pelear rabiosamente en Twitter con el expresidente Felipe Calderón. Basta con revisar su publicación fijada en esa red en la que haciendo uso de un libro de texto (aparentemente para docentes), muestra una hoja donde hace una referencia al sexenio calderonista y completa con la siguiente redacción “No se preocupe expresidente @FelipeCalderon, usted está incluido en Un libro sin recetas (fase 6)… El magisterio no olvidará la herencia de su periodo. Nosotros trabajaremos sin descanso para lograr una transformación educativa y recuperar la educación pública”. ¿Entonces doctor Arriaga? ¿Entonces sí se puede usar los libros como polarizadores sociales?

Es una lástima que se estén ejerciendo recursos públicos en libros para que el autodenominado “peleador callejero” tenga municiones para sus pleitos virtuales. Debería de pensar que no todos ni todas tienen la oportunidad de estudiar en el extranjero, ni de ostentar un posgrado en la Complutense como él puede hacerlo. Para el pueblo, libros con errores. Para los funcionarios, doctorados en el extranjero.

 

Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR ARRIOZOLA