La yerba mate y yo

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

Hace aproximadamente veinte años, en un rincón de Uruguay, donde los vientos susurran historias y la yerba mate es el elixir de la amistad, tuve mi primer encuentro con esta infusión que llegó para quedarse en mi vida.

No sabía entonces que aquel momento marcaría el inicio de una relación que se entrelazaría con mi vida de formas inimaginables.

Era una tarde fría en la rambla de Montevideo cuando la novia uruguaya que tuve en aquella etapa de mi vida, me presentó al mate. Recuerdo su sonrisa mientras me hablaba de la tradición y el significado simple pero profundo detrás de cada sorbo.

Aquella primera vez, el amargor de la yerba mate se fusionó con la charla compartida. Aunque aquella relación no duró mucho, -claro en un momento de la historía donde la distancia era distancia, que diferencia ahora que con las redes sociales la distancia no lo es más- mi vínculo con el mate comenzó a escribir su propia historia.

En aquella época racionaba la yerba, era sumamente complicado conseguir medio kilo de yerba, y tenía dos opciones, esperar a que ella me mandara y tardara un mes en llegar o buscar dónde comprar en Guadalajara o Ciudad de México.

El mate se convirtió en mi compañero silencioso mientras avanzaba en mi carrera universitaria, las noches en vela leyendo o escribiendo eran imposibles sin varios mates y después lo fue en vida como periodista de a pie.

Cada mate lleno de yerba se transformaba en un rincón de reflexión, en el que los pensamientos fluían con cada sorbo. Fue en esos momentos íntimos que las mejores ideas para artículos y reportajes nacieron. El mate se volvió en un catalizador constante para narrar historias con la pasión que merecían.

Años después, ‘los caminos de la vida’ me llevaron a otra relación amorosa en el sur de Brasil. Allí, en la región gaucha do Brasil, descubrí el chimarrão, el mate brasileño.

El chimarrão no era solo una variante del mate, era una conexión con la herencia y la espiritualidad de los gauchos, el carnaval, la samba y toda la fusión cultural que existe en el sur de Brasil.

El chimarrão fue parte de los fogones compartidos, mientras se preparaba el maravilloso churrasco. Las conversaciones alrededor del mate y las miradas perdidas en el horizonte me mostraron un aspecto más profundo del chimarrão.

La yerba mate se convirtió en el hilo conductor entre las culturas, una forma de comprender la esencia de las personas a través de la infusión que amaban.

A medida que mi carrera periodística seguía, el mate permanecía de una manera constante en mi vida.

Hubo un momento de mi carrera profesional con el mate que recuerdo con mucho cariño. Había decidido salir del grupo Reforma (Reforma, El Norte, Mural) y comenzar desde cero AFmedios. En ese momento, un café recién llegado a la ciudad ubicado en el cruce de Sevilla del Río e Ignacio Sandoval se convirtió en una extensión de la pequeña oficina que teníamos en aquel momento.

La constancia con la que visitaba ese café, culminó en una amistad con todos los baristas del café, -algunos los conservo hasta ahora- los veía a la hora de su apertura y muchas veces hasta su cierre.

Mis conocidos que pasaban por un café en la mañana, incontables veces me volvían a ver en la tarde o en la noche pegado a mi laptop y mi mate, y preguntaban ¿por qué mate en un café que solo vende café?, yo respondía es lo único que me quita el sueño y además me dan ‘chance’ mis amigos.

Mi amigos los baristas ya no me preguntaban si quería café, solo me preguntaban ¿Essa, más agua caliente pa’l mate?, -si gracias- respondía.

Así, desde entrevistas con líderes comunitarios, políticos o reportajes en lugares lejanos, el mate me acompañaba como un viejo ‘compa’. En los momentos de tensión, un mate era mi oasis de calma. En celebraciones y desafíos, el mate era testigo y cómplice de mi crecimiento profesional y personal. Me volví adicto al mate.

Al mirar hacia atrás, me doy cuenta que el mate ha sido más que una bebida. Se convirtió en mi confidente, un consejero y un catalizador de experiencias únicas.

Ha representado amistades, amor, aventuras y aprendizajes. Mi historia con el mate es un recordatorio de que las conexiones más profundas a menudo se tejen a través de las pequeñas cosas.

Hoy- sin pretenderlo- tengo una colección de mates y bombillas de Brasil, Uruguay y Argentina, que tengo distribuidos en mis sitios más recurrentes para que nunca me falte.

Así como el mate une a las personas, yo busco unir mis historias con la audiencia. El mismo espíritu de compartir y conectar, que aprendí con el mate, fluye en lo que escribo, a veces por gusto y otras también.

El mate y yo, hemos forjado un vínculo que trasciende el tiempo. Y hasta donde puedo imaginar, la yerba mate me seguirá acompañando, unirá mis experiencias personales y profesionales con su sabor amargo adictivo.