La honestidad de los mexicanos y el taquero

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

Hace unos días, al salir de la redacción, -casi a la media noche-, pensé en mis dos opciones para cenar, la primera opción era llegar a casa cansado y preparar algo o ir por unos tacos. Elegí lo segundo.

Entonces me subí al carro y decidí ir por algunos tacos de adobada a una de mis cuatro taquerías preferidas en la ciudad.

Debo confesar que mis taquerías preferidas están perfectamente ubicadas de acuerdo a mi movilidad, cerca de mi trabajo, de los lugares que frecuento, o si quiero manejar para meditar mientras mi cabeza solo piensa en cuantos tacos le voy a pedir al taquero.

Además de la ubicación, estas premisas básicas determinan mi orden de elección, primero, si la salsa es buena, después, si tienen frijoles y el sabor de la carne no está a discusión porque en las cuatro taquerías de planta, el sabor de la carne tiene un 10.

Pues bien, llegué a la taquería y ya había una fila de 7 personas y todas las mesas llenas, eso no es problema para mi, estoy acostumbrado a esperar lo que sea por los de adobada, asada o al pastor. Pero mientras esperaba mi turno, el hijo del taquero le preguntó a uno de los comensales satisfechos: ¿cuántos fueron?.

El hombre con un estomago prominente y que aún se limpiaba la boca, volteó con toda seguridad a la mesa donde estaba y preguntando, sacó la cuenta de tacos y de qué fueron. El hijo del taquero observó su lista de precios por número de tacos y le dio el costo.

Fue cuando caí en la cuenta de que el sistema de servicio y cobro de los ‘tacos de esquina o callejeros’ en México, está basado solamente en la honestidad del cliente con su taquero, y esto es único en el mundo.

No tengo en mi memoria otro servicio de comida donde pidas de comer, nadie anote, consumas todo y al final el establecimiento confíe en que le dirás la cuenta real y nunca le mentirás.

En México, no importa si eres del sur o norte; rico, pobre o clase mediero, todos sabemos que a la madre y -ahora entendí- al taquero no se le miente.

En un mundo lleno de misterios y secretos insondables, seguro este es un fenómeno único que bien puede dejar perplejos a investigadores y antropólogos de todo el mundo: el asombroso hecho de que en México, la gente nunca le miente al taquero.

Si eres mexicano o extranjero y alguna vez has tenido la suerte de ir a un puesto de tacos callejeros, te habrás dado cuenta de que algo extraño ocurre en el aire.

Los comensales hacen fila felices, llegan solos o acompañados, no importa, saludan al taquero y esperan su turno sin chistar. Pero aquí está el meollo del asunto: cuando llega el momento de pagar, en lugar de tratar de engañar al taquero con una mentira descarada sobre cuántos tacos han devorado, los mexicanos nos mantenemos firmes y le decimos la verdad.

¿Cuál es el secreto detrás de este comportamiento tan inusual? ¿Existe algún tipo de pacto tácito entre los comensales y los taqueros? ¿Acaso hay alguna ley divina que prohíbe el engaño en la compra de tacos? Para entender esta maravilla, sugiero sumergirnos en la esencia misma de la cultura mexicana.

Y es que el amor de los mexicanos por la comida es legendario.

La comida no es solo una necesidad fisiológica, ¡es una pasión desbordante! Los tacos, en particular, son venerados como una obra maestra culinaria. Se podría argumentar que los mexicanos aman tanto los tacos que no pueden permitirse ensuciar la experiencia con la mentira.

Además, los tacos en México van más allá de ser simples alimentos. Son obras de arte ambulantes, creadas con amor y dedicación por los taqueros. Estos auténticos maestros culinarios trabajan incansablemente, danzando con sus utensilios y sazonando cada taco con esmero. Negarles la verdad sería como romper el corazón de un artista con una obra maestra incomprendida.

Y no podemos olvidar la importancia de la buena reputación en la comunidad conformada por el taquero y los clientes que regularmente te encuentras a la hora de comerlos.

En México, la palabra y la reputación son valiosos activos que no se toman a la ligera. Si alguien intentara engañar al taquero, rápidamente se correría la voz y se desataría el escándalo gastronómico del siglo en tu entorno. ¿Quién querría arriesgar su reputación por un puñado de tacos adicionales?.

Además, es más fácil cambiar de pareja que de taquero, así que no cometerías nunca el error de mentir a tu taquero y quedar vetado de por vida en esa taquería.

La  honestidad en la relación entre los mexicanos y los taqueros es un reflejo de la pasión por la comida, el respeto hacia los creadores de los tacos y la importancia de la reputación en la comunidad. Es un fenómeno que nos recuerda que la sinceridad y la bondad todavía pueden prevalecer en México.

Así que, la próxima vez que vayas y disfrutes de unos deliciosos tacos, recuerda mantener la honestidad intacta. Al final del día, no hay nada más satisfactorio que saborear unos tacos sin remordimientos y con una buena dosis de satisfacción.

¡Y recuerda, nunca subestimes el poder de un taquero!.