HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA

HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA
Por: Reyna Alejandra Barajas Villalvazo

Lise Bourbeau en su libro las 5 heridas que impiden ser uno mismo, nos dice que un niño, después de conocer la alegría de ser el mismo en la primera etapa de su existencia, conoce el dolor de no tener el derecho de ser el mismo, que es la segunda etapa.

Llega enseguida el periodo de crisis de rebeldía, que es la tercera etapa. Con objeto de reducir el dolor, el niño se resigna y termina por crearse una nueva personalidad para transformarse en lo que los demás quieren que sea.

Algunas personas permanecen estancadas en la tercera etapa durante toda su vida, es decir, reaccionan continuamente, están enojados o en permanente situación de crisis. En la tercera y cuarta etapa es cuando creamos numerosas mascaras (nuevas personalidades) que sirven para protegernos contra el sufrimiento que vivimos en el transcurso de la segunda etapa. Estas defensas son cinco, y corresponden también a cinco grandes heridas fundamentales que vive el ser humano: rechazo, abandono, humillación, traición, injusticia. Se crea una máscara en función del tamaño de la herida. Una máscara representa a un tipo de persona con un carácter que le es propio, ya que según la máscara creada se desarrollan determinadas creencias que influyen en la actitud interior y en el comportamiento de la persona: huidizo, dependiente, masoquista, controlador, rígido. La herida interior puede compararse a una herida física que desde hace tiempo tienes en la mano, pero que ignoras tenerla, y cuya curación has descuidado; prefieres vendarla para no verla. Este vendaje equivale a una máscara.

Herida de Rechazo

Es una herida muy profunda, ya que quien la sufre se siente rechazado en su interior y, sobre todo, siente rechazo con respecto a su derecho de existir. Ejemplo: Bebé no deseado, que llega por “accidente”. Bebé que nace del sexo contario al que han deseado sus padres.

Crea la máscara de huidizo. Estando en grupo, habla poco y se aparta. Tiene miedo de molestar o de no resultar interesante. La gente le considera un solitario y por eso le dejan solo. Cuanto más se aísla, más invisible parece. Vive en la ambivalencia. Cuando es elegido, no lo puede creer y se rechaza a sí mismo, y en ocasiones llega incluso a sabotear la situación. Sin embargo, cuando no es elegido, se siente rechazado por los otros.

Necesita: Reafirmar su derecho a existir.

Herida de Abandono

Abandonar a alguien es apartarse de él, dejarlo, no desear más tener que ver algo con él. Un niño pequeño puede sentirse abandonado Si su madre se encuentra de pronto ocupada con un bebé nuevo. Si sus padres salen a trabajar y tienen poco tiempo para él. Cuando le llevan al hospital, donde deberá permanecer. Si su madre siempre está enferma y su padre está demasiado ocupado o ausente para hacerse cargo de él, de modo que se ve obligado a arreglárselas por sí mismo.

Crea la máscara de dependiente. Tiene dificultades para manejarse por sí mismo y la soledad le aterra. Elige mantener una situación difícil antes que estar sin compañía. Busca la presencia y la atención. Necesita sobre todo ser apoyado por su entorno. Sufre con frecuencia una tristeza profunda, estando solo o no, sin saber muy bien porque. Provoca, de forma inconsciente, dramas o enfermedades para llamar la atención o dar pena. Desarrolla una actitud victimista y cree que sus males se deben a su mala suerte.

Necesita: Vivir el duelo de perder a esa persona que le abandono, padre o madre. Cubrir sus propias necesidades, hacerse cargo de sí mismo.

Herida de humillación

Esta herida surge en el momento en que se desarrollan las funciones del cuerpo físico, entre el primero y el tercer año de vida, edad en la cual se aprende a hablar,  a comer solo, a ir al baño solo, a comportarse con propiedad, a escuchar y comprender lo que los adultos dicen.

La herida se produce en el momento en que el niño siente que uno de sus padres se avergüenza de él, o teme que se avergüence de él cuando está sucio, cuando está mal vestido, etc. Por ejemplo: Cuando un progenitor reprende y castiga al niño que salió a jugar al lodo con sus mejores ropas antes de que lleguen los invitados. Si los padres cuentan el incidente a los invitados frente al niño, la humillación será todavía más intensa. Este comportamiento puede hacer creer al pequeño que desagrada a sus padres, y se sentirá también humillado y avergonzado de su propia conducta.

Crea la máscara de masoquista: hace todo lo posible por no herir a los demás. Cuando alguien, sobre todo entre sus seres queridos, se siente desdichado, él se siente el responsable. Para el masoquista es difícil expresar sus verdaderas necesidades y lo que realmente sentía desde que era pequeño, ya que no se atreve a hablar por temor a experimentar vergüenza, o a avergonzar a alguien más (no saber decir no). Es especialista en rebajarse a sí mismo. Cuando se ensucia dirá “¡que marranote soy!. ” Se considera a si mism@ mal educad@, desalmad@, suci@ o que vale menos que los demás. Desarrolla un cuerpo grueso que le avergüenza.

Necesita: reconocer primeramente hasta qué punto se avergüenza de sí mismo o de otras personas, y cuantas otras personas se han avergonzado de él/ella. Aceptar y respetar su cuerpo. Expresar lo que siente y necesita.

Herida de traición

El niñ@ se siente traicionad@ por el padre/madre  cada vez que éste(a) no cumple una promesa, o cuando traiciona su confianza. La niña pequeña también vive el sentimiento de traición cuando su padre la hace a un lado por la llegada de un bebé varón.

Crea la máscara de controlador: Desarrolla esta conducta para asegurarse de que mantendrá sus compromisos, para ser fiel y responsable, o para garantizar que los demás mantengan sus respectivos compromisos. Les es difícil fiarse de cualquiera, ya que temen que la confianza o las confidencias se utilicen algún dia en su contra.

Necesita: soltar el control, aprender a confiar.

Herida de injusticia

Sufrimos de la herida de Injusticia cuando sentimos que no somos apreciados o respetados por nuestro verdadero valor, o creemos no recibir lo que merecemos. Quien sufre de injusticia es más propenso a sentir envidia de quienes tienen más y de quienes, según él, no lo merecen.

Crea la máscara de rígido: La reacción ante la injusticia consiste en deslindarse de lo que se siente, con la idea de protegerse. Cuando se enfrenta a decepciones o a sucesos imprevistos, dice: “no hay problema”. Logra ocultar tan bien lo que siente que da a los demás la apariencia de ser imperturbable.

El rígido no quiere sentir. Muestra muy de vez en cuando sus sentimientos porque no sabe gestionar su gran sensibilidad. Tiene miedo de perder el control y de parecer imperfecto a los ojos de los demás.

Necesita: Ser más flexible y espontaneo, consigo mismo y con los demás.

Al leer la descripción del comportamiento y de la actitud de las máscaras que oculta cada herida ¿te reconoces en alguna de ellas?  De ser así, te invito a trabajar en tu transformación interior. Recuerda que debemos sanar las heridas interiores al igual que hacemos con las heridas físicas.

 

Reyna Alejandra Barajas Villalvazo
Psicoterapeuta Infantil Gestalt
312 140 9904
CHRIZANE Consultoría y Desarrollo Humano