Explican el síndrome del corazón roto

Colima.- Nadie muere por un corazón roto, reza la frase cuando alguien sufre una ruptura amorosa. Pero qué pasaría si realmente el corazón del ser humano se deformara, ¿moriríamos al instante, sería por unos minutos?.

Claudia Nataly Chávez Valencia, doctora en Ciencias Médicas por la Universidad de Colima, dijo en entrevista que la deformación del corazón se conoce como Síndrome del Corazón Roto, cardiopatía por estrés o síndrome de Tako-Tsubo. Esto último debido a que el corazón toma la forma de un jarrón que se usa en Japón para cazar pulpos, llamado Tako-Tsubo, es decir, estrecho en la boca, pero redondeado en su base.

Dicha patología fue descrita por primera vez en Japón en los años noventa, sobre todo en mujeres.

Este síndrome, explicó Nataly, “se origina después de que una persona pasa por un fuerte shock emocional, que puede ser la muerte súbita de un familiar, la pérdida de una pareja, un hijo o un padre y en la que se experimentó estrés agudo”.

Aunque estos síntomas son similares a los de un infarto agudo al miocardio, es decir, “dificultad para respirar, náuseas, vómito, presión alta, frecuencia cardiaca elevada y además con presencia de cambios electrocardiográficos y elevación de enzimas”, en esta cardiopatía el corazón se deforma.

Se caracteriza principalmente “por una dilatación ventricular izquierda a causa de una menor contractilidad, sumada a una hipercontractilidad de su base. Sin embargo, a diferencia del síndrome coronario agudo, en la cardiopatía por estrés no existe obstrucción de las arterias coronarias, por lo que este síndrome es completamente reversible”.

En esta cardiopatía, agregó Chávez Valencia, “hay una cascada muy fuerte de hormonas llamadas catecolaminas, que tienen la función de prepararnos para la lucha y la huida. Al liberarse de manera súbita al torrente sanguíneo, especialmente la adrenalina, se pueden elevar los niveles de siete a 30 veces; entonces, es un shot de adrenalina muy fuerte”.

“Se ha visto que los receptores de adrenalina se concentran mayormente en la punta del corazón, de ahí que su forma se modifique”, comentó.

Sin embargo, como son síntomas similares y en un primer momento no se puede distinguir si es el síndrome de Tako-Tsubo o un infarto agudo al miocardio, “a los pacientes se les administra el tratamiento para un infarto, porque el corazón no está siendo eficiente para bombear esa sangre”.

Una vez que se estabiliza, “hacemos estudios de imágenes y un ultrasonido para ver la morfología del corazón y determinar qué tipo de síndrome es”. Es decir, el diagnóstico de síndrome de Tako-Tsubo se hace por exclusión.

Cuando se trata de este padecimiento, dijo Chávez Valencia, el paciente presenta una mejoría aproximadamente a las cuatro semanas, que es cuando el corazón regresa a su forma natural y remite completamente el cuadro.

Es importante mencionar, advirtió la académica, que el riesgo cardiovascular en las mujeres postmenopáusicas es igual al de los hombres, “porque interviene el factor hormonal, pues los estrógenos son cardioprotectores, y al no haberlos después de la menopausia, las predispone. De hecho, las mujeres nos infartamos al mismo nivel que los hombres después de esta etapa”.

Para Nataly Chávez, es fundamental hacer seguimiento a las pacientes que presentan una cardiopatía por estrés, porque durante este proceso el sistema nervioso autónomo, “principalmente la rama simpática, está haciendo esa subida de frecuencia cardiaca, de tensión arterial, que generó el cambio en la forma del corazón”.

“Y aunque una vez que esto revierte por completo, ya no hay necesidad de seguir un tratamiento cardiológico, sí se tiene que tratar la causa psicológica de fondo”, recomendó. Esto se debe a que existe evidencia de pacientes que tuvieron depresión clínica asociada a la presencia de dicho síndrome.

Dijo que el dos por ciento de las mujeres que llegan al hospital con síntomas de un infarto agudo al miocardio, en realidad tienen un síndrome de Tako-Tsubo.

En el caso de México, el estudio “Características clínicas del síndrome de Tako-Tsubo: una serie de casos”, publicado en 2023, reportó que el promedio de edad en el que éste se presenta es de los 14 a los 62 años, siendo el sedentarismo el principal factor de riesgo cardiovascular, mientras que el desencadenante emocional estuvo presente en la mayoría de los casos.

El corazón no sólo se afecta por factores físicos, sino también por las emociones. Es tan real, dijo Nataly, que el impacto emocional puede deformarlo, elevar las enzimas y alterar el trazo del electrocardiograma.

Por ello, finalizó Claudia Nataly Chávez, es crucial romper el estigma de la salud mental. “No debemos menospreciar los síntomas que una persona experimenta debido a un desencadenante emocional. Las situaciones emocionales generan reacciones reales en el cuerpo, con repercusiones físicas que no pueden ser ignoradas”.