En volandas

DEBATE

Por: Rubén Carrillo Ruiz

Hoy será el debate entre candidatos a la gubernatura de Colima. Nuestra máxima casa de estudios será el espacio adonde acudirán quienes aspiran a regir los próximos seis años de un estado en estado catatónico por factores diversos, con indicadores que preocupan a la población. El crecimiento económico, educación, empleo, atención a grupos vulnerables, entre otros rubros, ameritan viraje radical de timón.

Luego de casi dos meses y medio de campaña, algunas casi en sordina e insultos, los comparecientes ya tuvieron el tiempo necesario para el contraste de posturas ideológicas, formación, patrimonio y, sobre todo, trayectorias profesionales.

Por lo anterior, el debate es una desembocadura para decantar propuestas y, más aún, cómo resolverán los asuntos más urgentes de una entidad antaño envidiada y hogaño sitiada por finanzas endebles, inseguridad, bajísima creación de puestos laborales y corrupción.

Ojalá el formato del debate sea lo suficientemente flexible para que se acerque a su definición formal: discusión organizada que confronta posiciones, intercambia opiniones críticas en un ámbito de respeto. Muchas palabras intervienen en un debate: las tesis, los argumentos, los contraargumentos para persuadir, convencer y, al final, formar opinión entre el público, en resumidas el gran elector.

Un encuentro de esta naturaleza marca, en ocasiones, el rumbo de una elección, pues los ciudadanos escasamente tenemos la oportunidad de contrastar todos los puntos de vista y a contraluz (sin asesores, personeros o propagandistas de quinta) aquilatarlos en su dimensión justa.

Virtudes democráticas de internet

El siguiente texto resume una presentación en la mesa redonda Internet y la renovación democrática, (organizada por la República de las ideas) con Daniel Bougnoux y Patrice Flichy. Es una traducción que calibra la omnipresencia de las redes sociales en la construcción democrática.

Considerar internet como un todo (materia técnica, medio de comunicación, espacio público o instrumento político) corre el riesgo de fusionar aspectos diferentes para una generalización en esta diapositiva improbable, sin especificarla.

Por su historia, las opciones tecnológicas que condujeron a su concepción, la manera en que las comunidades de desarrolladores imaginaron su gobernanza, los usos, la red introdujo un código político específico, una forma de democracia que, si no es propia, sí, al menos, suficientemente peculiar para ser asociado con él.

Huelga decir que la diversidad de prácticas políticas que se instauran en la red de redes permite un modelo único. Sin embargo, parece que dentro de esta multiplicidad hay una completa infraestructura, horizonte normativo común, y que este ejercicio de pensamiento no es en vano si ayuda a identificar las características más virtuosas de la forma política de internet frente a los cambios en curso.

Las tres primeras virtudes democráticas de la forma política de internet derivan del proceso de ampliación del espacio público radical que ha favorecido. Es el papel más ampliamente que se le atribuye. Abrió el área firmemente controlada y contenida de la expresión pública con la apertura de nuevos enunciadores. La web liberó la palabra dando la impresión de un desafío para la autoridad de quienes antes disfrutaron de un monopolio de acceso al espacio público ─periodistas, políticos y expertos.

Internet manifiesta en el punto más alto la «presunción de igualdad», ideal democrático porque revindica, contra todas las acciones, los reclamos de «la parte sin partido» en el espacio del discurso público.

La autoridad de la ley, como tal, recibe sólo una legitimidad muy débil, cuando no está sujeta a una suspensión o un desafío deliberado e implícito. Sin embargo, este supuesto de la igualdad no es, como en el proceso electoral, una ficción útil destinada a ocultar la cabina de votación en las características socioeconómicas de los individuos para producir un conteo de puntos de vista igualitario.

Esta asunción de igualdad, sin embargo, excesivamente liberal, valora la responsabilidad individual de los activos. Como en cualquier tipo de redes, la promoción de los hacedores es muy exclusiva. Los móviles descalifican a los inmóviles. Los ágiles eluden a los arraigados.

En el espacio público tradicional de la prensa, libros, radio y televisión, la restricción de distancia es tan fuerte que ha demostrado ser instrumento de exclusión en el respeto de numerosas formas de hablar más subjetivas, interesadas, irresponsables, humorísticas y violentas.

Internet ha enseñado que ampliar el círculo de expresión pública es necesario para tolerar los puntos de vista en primera persona y de voces frágiles, afirmaciones concluyentes, de propósitos azarosos, poéticos, locuaces, divertidos y vibrantes.

Asimismo, la web no es un espacio público unívoco, transparente y sin problemas. Debido a su gran plasticidad, los usuarios desarrollan formas muy diferentes que vinculan su identidad con la información.

La distancia entre identidad cívica e información de interés general es la manera legítima de expresión pública en nuestra concepción del espacio público que sólo ocupa un lugar muy especial si es visible.

Y sería peligroso y simplista considerar la web desde una perspectiva si no se la contempla como espacio de información, para la circulación de ideas y evaluación crítica. Pero los internautas también han aprendido que ciertas palabras deben permanecer ocultas en las zonas oscuras y cerradas de la web, que otras podrían desarrollarse en los espacios intermedios, en claroscuro, y que, aun siendo pública, todavía es posible encontrar que mantiene un carácter semiclandestino.

 

 

 

 

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