El slogan de la delincuencia

La máquina de hacer pájaros

Por: Paola ZAVALA SAEB

En la cárcel todos se la saben: “Más vale vivir 10 años como rey, que toda la vida como buey”. La gran diferencia es lo que algunos están dispuestos a hacer para lograrlo y, sobre todo, el contexto del que parten.

Con la inequidad como realidad, la delincuencia ha logrado reclutar a miles con este slogan. Cada vez hay más personas a las que ni siquiera la amenaza de la cárcel o la muerte les disuade de delinquir. La impunidad es mucha y la oferta de un trabajo mal pagado no es suficiente para ofrecer un futuro esperanzador y romper los círculos de violencia de los que muchos provienen y reproducen.

Estos círculos incluyen abuso físico y sexual desde niñas y niños, condiciones de vida precarias, baja escolaridad, consumo problemático de sustancias tóxicas, integración o cooptación de pandillas, violencia de género y un largo etcétera.

Algunos roban, otros siembran mariguana o transportan droga en pequeñas o grandes cantidades, otros secuestran, matan o están involucrados en la trata de personas. No es lo mismo y hay que distinguir.

Hay que distinguir porque el Estado no tiene la capacidad de meter a todos a la cárcel. Le urge priorizar su persecución y acción penal a los delitos más graves y apostar por la no repetición de los otros por medio de la prevención.

El gobierno federal, con su propuesta de Ley de Amnistía, ha dado un paso fundamental para ello. Lejos de justificar el delito, lo que la iniciativa hace es entenderlo y eso empieza por admitir que las injusticias y violencias estructurales pueden ser campo fértil para cultivar drogas y cometer otros delitos.

Entendiendo que una injusticia lleva a la otra y que hay que parar este tren por alguna parte, el gobierno propone el perdón. La iniciativa de Ley de Amnistía establece que personas con discapacidad, indígenas, mujeres y jóvenes primodelincuentes que cometieron delitos menores puedan salir de la cárcel, pero ¿qué cambiará? Apenas salgan en libertad volverán a toparse con la pobreza, la falta de oportunidades educativas, empleo mal remunerado e incluso, muchos jóvenes regresarán a sus pandillas y muchas mujeres con la pareja sentimental que las obligó a delinquir… volverán ellas y ellos porque no tienen otra realidad a la cual regresar.

Es muy fácil prever que si vuelven a la misma realidad, después de un tiempo reincidan. La apuesta del gobierno por disminuir la brecha de inequidad a través de sus programas sociales tardará en consolidarse y en todo caso será insuficiente, porque lo que necesitan las personas que salen de cárcel -además de ingreso- es romper los círculos de violencia y sus consecuencias.

En Colombia -que es la experiencia más cercana que tenemos- los procesos de reinserción en libertad llevan en promedio 6 años. En todo ese tiempo, el gobierno acompaña a las personas liberadas con modelos transversales para darles herramientas suficientes para que delinquir deje de ser una opción.

Es un proceso largo y caro pero sin duda mucho menos que el delito y la cárcel. Hay que curar el cuerpo, sanar la mente, capacitar, dar oportunidades de trabajo con sueldos dignos, reinsertarse con la comunidad, reconciliarse con la sociedad. Sin esto, no hay posibilidad real de paz por mas amnistías que otorguen .

He escuchado a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, decir que “La prevención es una forma de justicia”. Tiene toda la razón. Si nos tomamos en serio la prevención como forma de justicia, las amnistías deberán ir acompañadas de la implementación de modelos de reinserción evaluables para personas liberadas de cárcel. La paz necesita de perdón, pero también de garantías de no repetición.

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Artículo publicado con la autorización de @PaolaSaeb  retomado de animalpolitico.com