El arte de hacer música con un solo dedo

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

Vivo en una Zona Metropolitana de dos ciudades que parecen una. Entre las dos suman casi 400 mil habitantes, y en una ciudad, unos duermen y en la otra trabajan y viceversa.

Todos tienen amigos en ambos lados pero a la menor provocación ‘con unos alcoholes encima’, ambos se hacen el feo, “uy me creo mucho porque vivo en Colima” – critican unos – “uy pues qué haces aquí, vete a las cabalgatas de la Villa” – responden los criticados.

Pero, ahora mi punto no es esta rivalidad amistosa que algún día contaré, sino la movilidad en automóvil y el uso del claxon en Colima y México.

Para quienes vivimos en este paraíso climático -infierno bonito- y vial, llegar de una ciudad a otra en menos de 20 minutos, es una referencia de orgullo y calidad de vida que podemos usar contra nuestros conocidos de Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla y otras ciudades.

Esto provoca a su vez, una replica inmediata de quienes vienen de estas ciudades, incluso del mismo estado – Manzanillo – y nos muelan a palos, “¿por qué todos manejan tan lento?, ¡no mamen!”, y es verdad, en promedio manejamos lento, pero quien en su sano juicio quiere conducir su auto de prisa en un lugar donde todo transcurre lento.

Sería muy tonto que todos nos apuráramos para quedar bien con unos cuantos visitantes adoptando la locura de sus ciudades.

Y es aquí donde llego al punto sobre el reciente -unos años a la fecha – uso del claxon en esta ciudad, reflexión que hice -en el cruce de Sevilla del Río e Ignacio Sandoval a las 14:15 horas-, después de la mentada de madre que recibí del claxon del coche de atrás por haberme tardado 3 segundos en avanzar con el verde.

Partiendo de una base irrefutable, las vialidades en Colima nunca fueron planeadas para la velocidad ni para muchos vehículos. Durante todo el siglo XX nunca fueron necesarias, hasta ahora que, extrañamente con una de las población más pequeñas del país, esta ZM tiene de los mayores indicadores per cápita de vehículos por habitante.

Yo trabajaba en Reforma hace ya más de una década y entonces redacté una nota donde informaba que las zonas urbanas con mayor número de vehículos por habitante en el mundo eran Londres, Los Ángeles y Colima, sí Colima, y ese índice se ha mantenido.

Así es como esta pequeña ciudad y estado, han comenzado obligadamente a integrarse a la sinfonía vial donde para expresarse solo necesita un dedo o la palma de la mano.

Pues así, en el colorido tráfico vial de muchas ciudades mexicanas, hay una tradición que se ha convertido en una auténtica forma de expresión: el uso del claxon.

Sí, ese dispositivo ingeniosamente ubicado en el volante de nuestros vehículos, diseñado para emitir un sonido de alarma, pero que los mexicanos hemos transformado en un instrumento musical único y asombroso.

Nuestro talento para manejar no se limita únicamente a las habilidades de conducción, ¡no señor!, también somos maestros en el arte de tocar el claxon con estilo.

Y no me refiero a esos meros mortales principiantes que simplemente lo utilizan para alertar de peligros inminentes. ¡No, eso sería demasiado aburrido! Los mexicanos hemos llevado este acto a niveles nunca antes imaginados. ¡Somos virtuosos de la bocina!

En cualquier ciudad de nuestro México, desde el norte hasta el sur, el claxon es nuestra arma secreta para comunicarnos.

¿Quién necesita las direccionales o luces intermitentes cuando puedes hacer un solo de claxon? Es una sinfonía urbana que jamás deja de sorprender. Un concierto improvisado en el que cada conductor interpreta su propia partitura.

El claxon es nuestro salvavidas emocional, la válvula de escape de todas nuestras frustraciones cotidianas. ¿Atascado en el tráfico? ¡Claxonazo! ¿Alguien se adelantó en la fila? ¡Claxonazo! ¿El semáforo cambió de rojo a verde hace 0.5 segundos y la persona delante de ti aún no ha arrancado? ¡Claxonazo! Es una especie de terapia de choque auditiva, una forma de decirle al mundo: «¡Hey, estoy aquí y ábrete ALV!»

Y es que los mexicanos podemos hasta identificar si quien uso el claxon contra nosotros lo hizo de manera amable, o casi pidiendo disculpas por hacerlo; si está apurado en pasar por la comida o los niños en la escuela o cuando se acaba de pelear con su pareja.

Incluso sabemos si el claxonazo del que fuimos objeto solo nos pide movernos más rápido o si amerita regresarle el claxonazo con mayor firmeza a manera de ‘no mames voy bien, bríncale si quieres’, y solo en un caso muy pero muy extremo, cantarse un tiro rápido, claro siempre y cuando no interfiera mucho en las apuraciones de cada uno.

Nuestro envidiable dominio del claxon se basa en una habilidad innata para tocar ritmos complejos. Algunos mexicanos pueden producir sonidos que se asemejan a una sinfonía de bocinas, mientras que otros prefieren deleitarnos con una melodía más minimalista.

Algunos incluso se aventuran en el terreno de la improvisación, creando solos de claxon que desafían todas las leyes de la armonía. ¿Quién necesita música en el carro cuando puedes tener un concierto personalizado en cada trayecto?.

Y no podemos olvidar los eventos especiales en los que el claxon se convierte en la estrella indiscutible. ¡Las bodas, los cumpleaños y las victorias deportivas son ocasiones perfectas para desatar nuestro poderoso claxon! Como buenos mexicanos, sabemos que no hay mejor manera de celebrar que inundar las calles con nuestra sinfonía de alegría. Es como si el claxon se convirtiera en la banda sonora de nuestras vidas.

Por supuesto, detrás de todo este sarcasmo, es importante recordar que el uso excesivo e innecesario del claxon puede ser una fuente de estrés y una molestia para los demás conductores y peatones. A veces, es necesario tener un poco de consideración y recordar que el tráfico no es un escenario para un concierto personal.

Pero mientras tanto, sigamos disfrutando de este singular arte del claxon. Después de todo, ¿quién necesita silencio en el tráfico cuando puedes tener una vibrante y estridente sinfonía mexicana? ¡Toca tu claxon solo cuando sea necesario!.

 

Derechos Reservados AF