¿Cuál Democracia?

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Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO

Henrik Vanger, personaje del ciclo policiaco de Stieg Larsson, dijo una frase memorable: “los fascistas siempre se roban la palabra libertad”. Cierto. Podríamos decir lo mismo de otra palabra, asociada a la libertad: “democracia”.

La democracia se volvió todo, incluso lo no democrático.

Si llega la ocurrencia de ampliar la representación legislativa de algunos sectores se le llama democracia, cuando en realidad es simplemente eso: ampliar la representación de ciertos sectores, grupos o subgrupos, como los asociados al género (o lo que se entienda del género).

Eso puede ser justo, quizás, pero no es democrático.

Si se resuelve una posible candidatura con estudios demoscópicos (encuestas o algo similar), también se le llama “democracia”, cuando en realidad no existe un ejercicio de decisión sino un sondeo del momento y eso suponiendo que esté hecho con criterios válidos, sin trampas ni proyecciones propias.

Eso puede ser funcional, si acaso, pero no es democrático.

Una dirigente partidista dijo en fecha reciente que en su proceso interno no consideraron números totales de boletas, sino “ponderadores”, es decir, “si la boleta la llenó un joven de la sierra de Guerrero valía distinto a una empresaria de Las Lomas”.

Eso puede ser algo “ponderado”, pensando muy elásticamente, pero no es democrático.

En el otro flanco, se fue depurando la lista de aspirantes, incluso a los que lograron cumplir todos los exigentes requisitos, con tal de dejar sola a la que se considera la mejor opción.

Digo, eso puede ser un acuerdo funcional, pero es evidente que no es democrático.

La democracia se volvió tan sólo una palabra y los no demócratas se la están robando, pero a nadie parece preocuparle eso. Quizás se aprecia tal robo como algo necesario o poco digno de preocupación en estos momentos.

El problema es que no será de utilidad después, cuando intentemos acomodar los restos del derrumbe para darle un poco de orden a las cosas.

 

*Rubén Pérez Anguiano es un colimense de 55 años. Fue secretario de Cultura, de Desarrollo Social y General de Gobierno. En su juventud ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca, letras colimenses y un libro de aforismos.