El mito de la maternidad

Crónicas Maternas

Por: Citlally Vergara

No es que te invada ese amor maternal de pronto o que el instinto venga con el parto. No es que le ames per se. No es que sea un amor ‘incondicional’, ‘eterno’, ‘infinito’, ‘el mejor’ , ‘el más grande’, ‘el único’.

La vida con bebé es especial, claro que lo es, pero también es pesada.

Creo que nuestro trabajo como informadores, hablando de mí misma como periodista, es desmitificar el rol de madre como imposición.

Cuando estaba embarazada, me tocó ver a una niña (niña, 12 años) con una panza mucho más grande que la mía y una cara de susto que no podía con ella.

Era evidente que ya no podía ni respirar, que probablemente estuviera cerca de su fecha de parto, que estaba en labor o que simplemente tenía un mal día.

Situaciones como esta me han hecho pensar que romantizar la maternidad nos aleja del panorama real y, entonces, cuando llegan las sensaciones negativas, nos ahogamos en culpa de sentirnos malasmadres.

Porque nadie te habla del puerperio, de lo jodida que te sientes, de lo terrible que es no reconocerte, de las hormonas locas, de lo doloroso de la cesárea o la episiotomía.

Nadie te dice que parir trae consigo una segunda adolescencia, una donde tienes que superar mucho más rápido, porque hay una vida que depende de ti.

Hace unos días le pregunté a una amiga mamá (que me gusta imaginar que es del mismo estilo/camada/especie que yo) si alguna vez se va esta sensación de ser malamadre o de cagarla en todo. Seria, con una mueca de sonrisa, me dijo “no”.

Esa sinceridad es la que uno necesita. ¡Pum! Te mentalizas, ya sabes de antemano que la vas a cagar. Fin, lo superas.

A mí me pasa. Ya le cambié el detergente y le salió alergia. Ya está tosiendo otra vez, ya se enfermó. Ya comió tierra y vomitó, soy una mala madre. Wey, pero ya sé que será así y que la criatura no se va a morir. Nomás hay que estar atentos a datos de alarma.

Pero qué pasa con todas esas mujeres que les dicen “es que te vas a enamorar así de golpe en cuanto veas como tu pipí pinta las líneas del positivo en la prueba de embarazo”. No, no, la cosa no va así.

Yo a bebé le quise hasta que vi un ultrasonido en el quinto mes donde ya estaba formado su cuerpo, latía su corazón y pude ver su perfil, sus manos y su espina dorsal. Chillé como estúpida frente a la ginecóloga de guardia mientras me decían “ya váyase a su casa, su bebé no tiene nada, está bien, doña primeriza [bueno eso último me lo inventé]”.

Ahora, eso sí, después de todo este año y medio, sigo pensando que ese amor viene de otro lado porque es otra cosa. Claro que es especial y lo identificas luego luego, pero no a todas nos llega al mismo tiempo.

Debemos acompañar a las madres en su camino a él sin obligarlas a ser estoicas, fuertes, poderosas, ni eternas, porque también merecemos un espacio para ser un caos, estar tristes, sentirnos débiles, relegadas, solas (porque hay mucha soledad en esta maternidad y nadie te lo dice).

Pero sobre todo, acerquemos la información necesaria para aquellas madres, que la están pasando mal, sepan que es normal, que tiene un nombre y también una solución.

En fin. Aquí malamadre 5 mil 384 se despide diciéndoles «a mí también se me cayó mi bebé y está bien».

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