Un nuevo estudio divulgado este jueves reveló que el calentamiento global continuó en 2018, cuando la temperatura promedio del planeta fue la cuarta más alta desde que se tienen registros, al ubicarse casi 1º C por encima del nivel preindustrial de la segunda mitad del siglo XIX.
El informe provisional sobre el estado del clima en 2018, elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) incluye datos de varias agencias que trabajan con la ONU y señala que la concentración de gases de efecto invernadero se encuentra a un nivel récord.
Las concentraciones promedio mundiales de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron 405.5 partes por millón (ppm) en 2017, frente a 403.3 ppm en 2016 y 400,1 ppm en 2015. Las de metano y óxido nitroso también aumentaron.
Además, resurgió una potente sustancia química que agota el ozono y promueve el efecto invernadero. Se trata del clorofluorocarbono 11 (CFC-11), que está regulado por un acuerdo internacional.
Desde 1990, ha habido un aumento del 41% en el llamado “forzamiento radiativo total” (la diferencia entre la luz solar absorbida por la Tierra y la energía irradiada que se devuelve al espacio) por los gases de efecto invernadero de larga duración.
El CO2 representa aproximadamente el 82% de este incremento en la última década, según las cifras de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos citadas en el Boletín de la OMM.
Sin recortes rápidos en el CO2 y otros gases de efecto invernadero, el cambio climático tendrá impactos cada vez más destructivos e irreversibles en la vida en la Tierra.
“Si continúa la tendencia actual, la temperatura podría incrementarse de 3 a 5º C para finales de siglo. Y si explotamos todos los recursos fósiles conocidos, la temperatura aumentaría aún más”, alertó Petteri Taalas, secretario general de la OMM.
El estudio se suma a la evidencia científica que se utilizará en las negociaciones de la 24ª Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Cambio Climático, también conocida por sus siglas como COP24, a celebrarse del 2 al 14 de diciembre en Katowice, Polonia, con el objetivo de adoptar una guía para la implementación del Acuerdo de París, que busca limitar la subida de la temperatura global a 1.5º C para fin de siglo.
“Vale la pena repetir una vez más que somos la primera generación que entiende el cambio climático y la última generación que puede hacer algo al respecto”.
La OMM recordó que cada fracción de un grado de calentamiento tiene un impacto en la salud humana y en su acceso a los alimentos y el agua, además de que provoca la extinción de animales y plantas e impide la supervivencia del coral y la vida marina.
El aumento de la temperatura afecta la productividad, la seguridad alimentaria y la resiliencia de la infraestructura.
También pone en peligro la existencia de las comunidades costeras y de las islas pequeñas.
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), restringir el incremento de la temperatura a 1.5º C es posible, pero requiere cambios sin precedentes en el estilo de vida moderno y en los sistemas de energía y transporte.
Se requiere triplicar medidas
Un publicado este martes por el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), sonó la alarma sobre el incremento de los gases de efecto invernadero y urgió a disminuirlos antes de 2030 para garantizar el objetivo de un aumento máximo de 2 °C en la temperatura de la Tierra.
El cumplimiento del Acuerdo de París, en el que se establece ese fin, requerirá que los Estados tripliquen las medidas que están implementando y, si la comunidad internacional quisiera ir más allá y limitar el calentamiento a 1.5 °C, esas provisiones deberán ser cinco veces mayores.
Según el PNUMA, aunque las posibilidades van decreciendo, esa meta aún es posible de lograr.
El informe fue divulgado en vísperas del inicio de la 24ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (COP 24) y en él se indica que, si continúan las tendencias actuales, el calentamiento global será de 3 °C al finalizar este siglo y a partir de entonces será aún más drástico.
Por el momento, sólo 57 países están en la vía correcta para empezar a bajar sus emisiones antes de 2030, una cifra muy reducida tomando en cuenta que para ese año las emisiones globales deberán ser un 25% menores que en 2017.
La directora ejecutiva del PNUMA, Joyce Msuya, consideró que la evaluación anual de la llamada “brecha de emisiones” activó las alarmas de incendio a nivel mundial.
“La ciencia es clara: los gobiernos deben avanzar más rápido y con mayor urgencia. La buena noticia es que tenemos a nuestro alcance todos los medios para extinguir el incendio”.
Ante la emergencia, los autores del informe elaboraron una hoja de ruta para implementar medidas transformadoras en la política fiscal, el campo de la innovación y la acción climática del sector privado y subnacional.
El jefe de Científicos del PNUMA, Jian Liu, explicó que cuando los gobiernos adoptan impuestos a los combustibles fósiles y medidas de política fiscal para subsidiar las alternativas de bajas emisiones, pueden estimular las inversiones correctas en el sector energético y reducir significativamente las emisiones de carbono.
“Afortunadamente, el potencial de usar la política fiscal como un incentivo es cada vez más reconocido. Ya están implementadas o programadas 51 iniciativas de fijación de precios del carbono que cubren aproximadamente 15% de las emisiones globales”.
Liu agregó que, si se eliminaran todos los subsidios a los combustibles fósiles, las emisiones globales de carbono podrían reducirse hasta un 10% para 2030.
Además, si el precio del carbono se fijara en 70 dólares por tonelada de CO2, en algunos países las emisiones bajarían hasta 40%.
El Niño
Por otra parte, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señaló que las probabilidades de que se produzca un episodio de El Niño en los próximos tres meses oscilan entre 75 y 80%.
No obstante, aclaró que la temperatura superficial del mar sugiere un episodio de intensidad moderada en parte del Pacífico tropical.
“No se espera que el fenómeno previsto adquiera la intensidad de El Niño en el periodo 2015-16, que causó sequías, inundaciones y decoloración coralina en diversas partes del mundo. Sin embargo, puede incidir notablemente en la distribución de las precipitaciones y las pautas de temperatura en numerosas regiones”, indicó Maxx Dilley, director de la Oficina de Predicción del Clima de la OMM.
Añadió que estos cambios podrían afectar los sectores agrícolas y de seguridad alimentaria, así como la gestión de los recursos hídricos y la salud pública en algunos países.