América Latina.- El subsecretario general adjunto de la ONU y director regional de América Latina y el Caribe, Luis Felipe López-Calva, analiza la situación a la que se enfrenta esta región tras la aparición del nuevo coronavirus que está afectando a la economía mundial en el artículo que se reproduce a continuación:

El brote del COVID-19 es una nueva potencial fuente de volatilidad y una amenaza para la estabilidad macroeconómica de América Latina y el Caribe.

Si bien aún es pronto para comprender completamente su impacto en el crecimiento de China, y cómo se traducirá en una desaceleración en nuestra región, lo que sabemos hasta ahora es que el coronavirus se está propagando a un ritmo acelerado y ha provocado una interrupción de la actividad económica en China, ya que el Gobierno ha limitado la movilidad dentro y fuera del país.

Es muy probable que el impacto del virus en el crecimiento chino y los precios de los productos básicos, además, represente un shock para nuestra región.

América Latina y el Caribe está significativamente enlazada a China, ya que las relaciones económicas entre ambas se han disparado en las últimas décadas, particularmente a través del comercio, la inversión extranjera directa y los préstamos.

El comercio entre China y la región aumentó de 12 mil millones de dólares en el año 2000 a 306 mil millones en 2018, y ya es el segundo socio comercial. Hace tres años, ya representaba 9 por ciento de las exportaciones totales latinoamericanas y 18.4 por ciento de las importaciones totales.

Principales socios

No en todos los países es igual, China representa 28.1 por ciento del total de las exportaciones brasileñas, así como 10.5 por ciento de las argentinas y 32.4 por ciento de las chilenas. Si bien China importa principalmente productos primarios como minerales y metales, productos agrícolas y combustibles de la región, sus exportaciones consisten en máquinas y equipos eléctricos, textiles, productos químicos y metales.

Sus seis principales socios comerciales en la región son Brasil, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela, cuyas exportaciones se concentran en cuatro productos, que representan 75 por ciento de las exportaciones latinoamericanas a China: cobre, soya, petróleo crudo y mineral de hierro.

Una desaceleración de la demanda china de bienes impulsada por una desaceleración económica tendrá fuertes impactos en países como Brasil, Chile y Perú.

Del mismo modo, la inversión extranjera directa y los préstamos de China han aumentado en la región durante la última década.

Entre 2005 y 2017, la inversión de China en esta región representó 5 por ciento de la inversión extranjera directa total (más de 90 mil millones de dólares).

Según el centro de políticas públicas Diálogo Interamericano, China ha colocado más de 141 mil millones de dólares en préstamos para la región desde 2005, lo que representa más que el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Desarrollo de América Latina combinados.

Venezuela es, por mucho, el mayor receptor de estos préstamos, con un monto de 67 mil 200 millones de dólares desde 2005, seguido de Brasil (28 mil 900 millones), Ecuador (18 mil 400 millones) y Argentina (16 mil 900 millones).

Aunque el alcance total del impacto del coronavirus dependerá en última instancia de qué tan bien se contenga el brote, se espera que el crecimiento de China en el primer trimestre del año caiga bruscamente y se recupere más adelante en el año.

Si bien China ha estimado su crecimiento para 2020 en 6 por ciento, varios analistas han revisado sus proyecciones a entre 5 e incluso 4.5 por ciento.

Repercusión en los productos básicos y la inversión

Es probable que estos shocks se traduzcan en América Latina y el Caribe a través del comercio, los precios de los productos básicos y la inversión extranjera directa que sostienen las relaciones con China.

En términos de comercio, por ejemplo, una desaceleración de la demanda china de bienes impulsada por una desaceleración económica tendrá fuertes impactos en países como Brasil, Chile y Perú, exportadores netos a ese destino; Argentina, Colombia y Ecuador también sentirán el impacto en menor medida.

La historia demuestra que, en América Latina y el Caribe, la volatilidad es la norma y no la excepción, y que las trayectorias de desarrollo de sus países no son lineales.

La volatilidad surgida con este nuevo coronavirus pone a prueba la resiliencia aquí y en China, esa capacidad de volver a un camino predeterminado de desarrollo en el menor tiempo posible después de sufrir un shock adverso. Por lo mismo, más allá del pánico que ha desatado este nuevo virus, el coronavirus COVID-19 es un llamado a la resiliencia en América Latina y el Caribe. BP