Dislates
Segunda parte
Por: Salvador SILVA PADILLA
Pero Bill Bryson, en Una breve Historia de casi todo, no sólo cuenta historias, cuenta la historia de la ciencia, narrando también la historia de los hombres que hicieron historia con la ciencia. Y lo hace de manera magistral, más preciso aún, mágica. Como un prestidigitador que al mismo tiempo es un equilibrista, nos hace sentir que estamos dentro de la historia. Somos testigos privilegiados de ella.
I
Así, por azar me encuentro estos pasajes: «Sin la influencia estabilizadora de la Luna, la Tierra se bambolearía como un trompo al perder impulso, (*) con consecuencias impredecibles para el clima y la meteorología. El influjo gravitatorio estabilizador de la Luna hace que la Tierra gire a la velocidad y en el ángulo justos para aportar el tipo de estabilidad necesaria para el éxito de la vida. Esto no durará para siempre, la Luna se está librando de nuestras garras a un ritmo de 4 centímetros por año. Dentro de 2 mil millones de años se habrá alejado tanto que no nos mantendrá equilibrados y tendremos que buscar otra solución. Pero mientras tanto, deberías considerarla mucho más que un simple rasgo agradable en el cielo nocturno».
Más adelante apunta: «Los astrónomos pensaron durante mucho tiempo que la Luna y la Tierra se habían formado juntas, o bien que la Tierra había capturado a la Luna cuando pasaba cerca. Hoy creemos que hace unos 4 mil 400 millones de años, un objeto del tamaño de Marte impactó en la Tierra, haciendo estallar y desprenderse material suficiente para que se creara a partir de él la Luna. Esto fue algo magnífico para nosotros, sobre todo por haber sucedido hace tantísimo tiempo. Es evidente que no estaríamos tan contentos si hubiera sucedido en 1986 ó el miércoles pasado».
II
En otro capítulo me topé con este peligroso compuesto químico: «Imagina lo que sería intentar vivir en un mundo dominado por el óxido de dihidrógeno. Un compuesto que no tiene sabor ni olor y que es tan variable en sus propiedades que en general resulta benigno, pero que hay veces que mata con gran rapidez. Según el estado en que se halle, puede escaldarte o congelarte. En presencia de ciertas moléculas orgánicas pueden formarse ácidos carbónicos tan desagradables que dejan los árboles sin hojas y corroen el rostro de las estatuas. En grandes cantidades, cuando se agita, puede golpear con una furia que ningún edificio humano podría soportar. A menudo es una sustancia asesina, incluso para quien ha aprendido a vivir en ella. Nosotros le llamamos agua».
Más adelante señala: «El agua es una cosa rara: es informe y transparente y, sin embargo, deseamos estar a su lado. No tiene sabor y no obstante nos encanta beberla. Somos capaces de recorrer grandes distancias y pagar pequeñas fortunas por verla al salir el sol. Y, aun sabiendo que es peligrosa y que ahoga a decenas de miles de personas al año, nos encanta retozar en ella».
(*) En la traducción en español, dice «peonza», pero estoy seguro que Bryson preferiria mil veces «trompo» en lugar de esa palabreja.
**Spoiler Alert:** Si no la han visto, por favor, vean «El secreto de sus ojos», una gran película argentina. Hay una versión hollywoodense que es como el agua: incolora, inodora e insípida. No acepten remakes mal hechos.