¿Solo o mal acompañado? Las alianzas al 2027

Frases de oro

Por Jorge Arturo OROZCO SANMIGUEL

Nuevamente, sin dejar pasar ni un solo día, las prácticas políticas de antaño siguen vigentes. Vemos las mismas acciones de encuestas falsificadas, politiquería del viejo régimen, un Congreso Estatal con mayoría y un sinfín de numeritos de tapaderas. Cada una de estas particularidades nos han llevado de tener una mínima esperanza, a seguir creyendo lo que, por años, o mejor dicho, por décadas, nos han mencionado. Esas palabras vacías y de desinterés, donde la tristeza arraiga como sentimiento, nos siguen dentro de nuestro imaginario: todas y todos son lo mismo. ¿Y cómo no creerlo?

Las posiciones políticas de la transformación, allanadas con el lema de “no mentir, no robar y no traicionar” se volvieron la bandera y slogan de campaña de los que siempre han mentido, robado y traicionado. Sin lugar a dudas, solamente nos mostraron el nuevo márquetin político para este 2020. Y no menciono meramente las prácticas. Vaya, hasta los mismos actores. Flamantes críticos de la izquierda, hoy diputados, presidentes y beneméritos candidatos y candidatas para este 2027.

Lo que sí es notable es la postura de la sociedad. Actualmente el castigo de la izquierda es retirar que, sin ellos, se eliminarán programas sociales, y que, si bien puede ser cierto, lejos de una propuesta de campaña del aquel lejano 2018, hoy es un condicionamiento. Pero la letanía continúa, y continuará hasta que salgan a campaña y se enteren, de viva voz de la población, el descontento con la ciudadanía.

Pero existe un dato arraigado, que ningún partido político quiere admitir, ya que desconfiguran toda la campaña ya trazada para el 2027. Actualmente se considera a un partido como fuerza política nacional, y una alianza opositora conformada hoy por dos partidos políticos. Y eso es justamente lo que se necesita analizar sobre este batallón electoral: las alianzas.

En la pasada elección del 2021, el partido guinda decidió ir solo, y dejar de lado a sus fuerzas aliadas, creyendo dentro de su petulancia que ganarían el absolutismo. Quedó muy claro que aún con la fuerza de la 4T, sí necesita de sus partidos aliados. Y es justamente de lo que necesito escribir hoy.

Hubo una elección que muchos medios ignoraron o subestimaron: la del Partido del Trabajo en Veracruz. Mientras las grandes coberturas se centraban en las alianzas dominantes, los resultados del PT solo, sin el respaldo de Morena, sin coaliciones, sin figuras nacionales, comenzaron a llamar la atención por una razón sencilla pero poderosa: creció donde se pensaba que desaparecería.

Para ser claros, nadie en el círculo político veracruzano apostaba por un PT competitivo en 2024. Se decía que, sin ir en alianza, el partido sería un actor decorativo. La expectativa era la irrelevancia. Pero la realidad fue otra. El PT no solo resistió: avanzó, incomodó y, en varios municipios, compitió seriamente, ganando 30 alcaldías y distritos locales. En algunos casos incluso se colocó como tercera fuerza real.

¿Qué pasó? ¿Cómo un partido al que muchos daban por acabado termina ganando terreno? La explicación parece estar en dos factores: una base estructurada que no se armó al vapor, y un discurso directo que conectó con sectores ignorados por otras campañas. Mientras otros partidos inflaban sus actos con acarreados, el PT hablaba de frente en plazas pequeñas, colonias sin servicios y comunidades sin promesas.
Este fenómeno obliga a repensar algo: el PT, cuando va solo, tiene más claridad en su mensaje y más control sobre su estructura. Y quizá más importante aún: deja de ser la «comparsa» de nadie. Recupera identidad. Se vuelve opción.

Desde fuera, uno puede pensar que es un caso aislado, una anomalía veracruzana. Pero si uno mira con atención lo que ha estado ocurriendo en otros estados, como en Colima, donde también se han visto esfuerzos organizativos desde abajo, la señal es clara: el PT está buscando crecer con los suyos, sin depender de nadie.

Para quienes lo han subestimado, estos resultados son una alerta. El PT ya no es el pequeño partido funcional que sumaba puntos en las coaliciones. Si logra mantener su ruta propia, construir cuadros y no caer en la tentación de las candidaturas recicladas, puede comenzar a disputar espacios reales, con base en lo más peligroso para los partidos tradicionales: organización territorial y discurso ideológico claro.

En tiempos donde casi todo parece pragmatismo electoral, un partido que apuesta por ser opción propia es una rareza. Y por eso, merece atención. Porque a veces, la política más viva es la que ocurre fuera del reflector.