“Una de mis metas esta noche era no llorar y lo logré. ¡Qué bueno!”, fueron las palabras con que finalizó su intervención Rafael Zamarripa Castañeda, director general del Ballet Folclórico de la Universidad de Colima, en el homenaje que se le realizó por parte de la representación de la máxima casa de estudios del estado en el Distrito Federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, por sus setenta años de vida.
El festejo fue encabezado por Teresa Vicencio Álvarez, directora del INBA y el representante de la mencionada dependencia universitaria, Eduardo Hernández.
La mesa redonda llamada “Contribución del maestro Rafael Zamarripa a la danza mexicana” fue el pretexto idóneo para que amigos, funcionarios, alumnos, maestros y demás asistentes compartieran y reconocieran en este artista su talento y su desarrollo profesional en la danza, la arquitectura y la escultura.
En la charla, Zamarripa estuvo acompañado por la coordinadora nacional de Danza del INBA, Carmen Bojórquez (moderadora de la mesa), por los coreógrafos Nellie Happee y Marco Antonio Silva, la directora del Ballet Folclórico de México de Amalia Hernández, Viviana Basanta; la directora de la Compañía de Danza Contempodanza, Cecilia Lugo y por el coordinador general de Extensión Universitaria de la U de C, Juan Diego Gaytán.
Vicencio Álvarez mencionó que el simple hecho de contar con las personalidades que estaban acompañando a Zamarripa en la mesa, “hablaba del cariño, de la admiración y la gratitud que se le tiene, tanto por los profesionales, como por los maestros, alumnos y de los públicos, a una de las personas que sin duda alguna México tiene que agradecer, sobre todo su generosidad y el ejemplo que ha dado para fortalecer las instituciones del país”.
Dijo que Zamarripa ha aportado mucho a las artes plásticas y a las expresiones folclóricas del país, “que ha llevado con orgullo al extranjero”, y reconoció en su persona “la gran visión y el enorme trabajo que lo han hecho merecedor de reconocimientos como la Medalla Bellas Artes en el 2002, máxima galardón que otorga el INBA a los creadores del país”.
Nellie Happee, coreógrafa emérita del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), puntualizó que “Zamas, sabe inspirar, motivar y enseñar, por eso la actuación de sus jóvenes intérpretes nos emociona, no hace vibrar y vivir”. Aclaró que un intérprete es el mensajero entre un coreógrafo y el público y que es precisamente lo que un coreógrafo necesita, un intérprete para que su obra llegue.
Aseguró que sin duda alguna el apoyo brindado por la Universidad de Colima ha sido fundamental, pero que éste no existiría si él no hubiera demostrado con hechos y calidad que valía la pena invertir en ese proyecto.
Marco Antonio Silva calificó al homenajeado como un hombre del Renacimiento debido a que lo mismo pinta que hace escultura, inventa recetas del arte culinario y diseña vestuarios y coreografías. En tono de broma preguntó si no hacía coplas o inventaba albures. Además, dijo, se hace cargo del área de danza en la U de C y en otros momentos fue el responsable de todo el instituto de Bellas Artes de la casa universitaria colimense.
Viviana Basanta apuntó conocer a Zamarripa desde hace más de cuarenta años; “ha sido toda una vida junto a él, a veces de lejos a veces de cerca; creo que siempre hubo una admiración de mi mamá (Amalia Hernández) hacia él en todos los aspectos, la cual debió habérmelo heredado, porque tengo una profunda admiración por el maestro”.
Cecilia Lugo hizo la lectura de una carta que escribió, la cual indicó era su regalo; en ella expresó que eran “setenta años de sembrar danza en forma de vida y recoger vida en forma de danza”, y que hablar de Zamarripa y su aportación a la danza mexicana “es algo tan grande para mí, pues ha hecho tanto y tan bueno que mi visión parcial de él, aunque siempre emocionada, me rebasa”.
Manifestó que la perfección siempre le había gustado, pero en ese entonces ella no lo sabía. Ahora, consciente de ello, “con esa emoción que vivía por el acto de la danza que la experta mano del maestro diseñaba con maestría en el escenario, me enamoré de su obra, porque sin saberlo identifiqué en ello un sello, un estilo, una estética, una mano rectora que pone en escena una mirada y un mundo íntimo, tanto más difícil cuando se habla de folclor, una danza tan pública, tan colectiva”.
Juan Diego Gaytán comentó que “en Rafael Zamarripa encontramos el ser de características renacentistas, hombre de muchos talentos, cultivador de diversas ciencias y disciplinas, con un oficio excepcional y capacidad en la ejecución de cada una de ellas. Hombre de gran vocación docente que ha forjado e influido, sin error a equivocarme, a centenares de alumnos, en muchos de los cuales ha podido inculcar su filosofía, sus conceptos, su escuela”.
Finalmente, Zamarripa Castañeda agradeció la presencia de todos, pero en especial de quienes tomaron la decisión de realiza el evento. Dijo: “sin lugar a dudas su presencia y palabras me revitalizan, me refrescan, y de manera especial renuevan en mi persona el desafío que me he impuesto con el propósito de continuar con mis objetivos, los cuales estoy muy lejos aún de concluir; ojalá que esta certeza no se interprete como una amenaza. Cuando concluya mis objetivos espero tener la cordura para dejar esta responsabilidad a mis compañeros, que por fortuna ya me han superado”.
Agregó que indudablemente el hombre trasciende por las acciones que realiza, y que se mide y valora por la magnitud de sus obras, así como por la cantidad de todos aquellos talentos humanos que se sumaron a dicho proyecto.{jathumbnail off}