En el Día Internacional de los Bosques, hoy 21 de marzo, celebremos a las comunidades vegetales generadoras de agua, de aire limpio y tierra nutritiva; a los conglomerados verdes que albergan una infinita diversidad de flora y un sinfín de fauna que se arrastra entre hojarascas, trepa troncos y ramas o vuela y anida en el follaje, y elogiemos con gratitud a los conjuntos arbóreos de pródigos y esenciales servicios ambientales que sustentan la vida humana.

Con el tema 2021 “Restauración forestal: un camino a la recuperación y el bienestar”, que propone el organismo internacional para incentivar nuestro empeño en celebrar todos los tipos de bosque, también se intenta generar conciencia y que los países adopten iniciativas en los planos local, nacional e internacional para la organización de actividades relacionadas con los bosques y los árboles.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) llama a mantener los bosques sanos para que haya personas sanas, ya que estos ecosistemas aportan beneficios para la salud de todos: aire fresco, alimentos nutritivos, agua limpia y espacio para la recreación. Además, en los países desarrollados hasta el 25% de los medicamentos es de origen vegetal, mientras en las naciones en desarrollo, ese aporte asciende al 80%.

Asimismo, señala que los alimentos que nacen en los bosques proporcionan dietas saludables. Las comunidades indígenas suelen consumir más de 100 tipos de alimentos silvestres, muchos de los cuales provienen de los bosques, y precisa que la diversidad alimentaria de los niños expuestos a los bosques es, por lo menos, un 25% mayor que la de los niños que no tienen esa exposición.

La FAO advierte que la destrucción de los bosques no es saludable, ya que casi uno de cada tres brotes de las enfermedades infecciosas emergentes se vincula con los cambios en el uso de la tierra, como la deforestación, por lo cual llama a restaurar los bosques porque así mejorará nuestro medio ambiente.

Año con año, dice, el mundo pierde 10 millones de hectáreas de bosques, extensión similar al tamaño de Islandia, y la degradación de la tierra afecta casi 2 mil millones de ha, superficie más grande que América del Sur.

Por esa pérdida, junto con la degradación de los bosques, se emiten grandes cantidades de gases que provocan el calentamiento del clima, y al menos el 8% de las plantas y el 5% de los animales de los bosques corren un enorme riesgo de extinguirse.

En contraparte, con la restauración y gestión sostenible de los bosques se pueden abordar simultáneamente las crisis del cambio climático y de la biodiversidad, al tiempo que se producirán los bienes y servicios necesarios para el desarrollo sostenible, ya que una silvicultura sostenible propiciaría la creación de millones de empleos verdes.

Los bosques aportan más de 86 millones de empleos verdes y sustentan los medios de vida de muchas más personas. Por ejemplo, la madera proveniente de bosques bien gestionados nutre a diversos sectores, desde la industria del papel hasta la construcción de grandes edificios. Agrega que la inversión en restauración forestal ayudará a las economías a recuperarse de la pandemia al crear más empleo.

Nadie debe desalentarse en la cruzada por los bosques, ya que es posible restaurar a una escala enorme incluso las tierras degradadas. Prueba de esto es la Iniciativa de la Gran Muralla Verde del Sáhara y el Sahel, que impulsa la Unión Africana desde 2007, y que constituye la respuesta más ambiciosa del mundo en materia de adaptación y mitigación al cambio climático.

Su objetivo es restaurar 100 millones de hectáreas de tierras degradadas, retener 250 millones de toneladas de carbono y crear 10 millones de empleos verdes para el año 2030, mientras reverdece el paisaje en una franja de 8,000 km de extensión a través de las tierras áridas de África. Otros sitios degradados del planeta también pueden volver a ser sumamente productivos si se restauran con vegetación y especies de árboles locales.

Igualmente importantes resultan la plantación y restauración a pequeña escala. El reverdecimiento de las ciudades crea un aire más limpio y espacios más hermosos, además de generar enormes beneficios para la salud física y mental de las poblaciones urbanas. Los árboles brindan a las grandes urbes beneficios anuales equivalentes a 500 millones de dólares o más al reducir la contaminación del aire, enfriar los edificios y prestar otros servicios.

La meta de un cambio positivo exige involucrar y empoderar a las personas para que utilicen los bosques de manera sostenible, puesto que un medio ambiente saludable requiere la participación de las partes interesadas, especialmente a nivel local, para que las comunidades puedan gobernar y administrar mejor la tierra de la que dependen.

Una comunidad empoderada genera soluciones locales y promueve la participación en la restauración del ecosistema. Existe la oportunidad de “reconstruir” paisajes forestales equitativos y productivos, y que eviten los riesgos que plantea la destrucción de los bosques para los ecosistemas y las personas, indica la FAO, y exhorta: “Podemos recuperarnos de esta crisis planetaria, sanitaria y económica; restauremos el planeta en esta década”.

Y más allá de esta jornada conmemorativa que en 2012 proclamó la Asamblea General de las Naciones Unidas, sembremos no uno ni dos ni tres, sino muchos árboles, y dediquémosles cuidados; visitemos con respeto un bosque para contemplar su belleza escénica que resguarda tesoros, y aspiremos el aire refrescante que emana, limpio y sanador.