COLIMA.- Como parte de las Jornadas Académicas 2025, este miércoles se impartió de manera virtual la conferencia “Masculinidades para una cultura de paz y no violencia”, a cargo de Francisco Antar Martínez Guzmán, académico de la Facultad de Psicología. La charla ofreció un panorama reflexivo sobre el papel de las masculinidades en la promoción de una cultura de paz y relaciones libres de violencia en el ámbito universitario.

Durante su exposición, hablo de la conceptualización de la masculinidad como campo de estudio, de los obstáculos y desafíos actuales que enfrenta este tema y las propuestas para transformar las masculinidades en modelos no violentos y promotores de paz.

Comentó que el tema genera controversia y resistencia “debido a la desinformación o tergiversación, lo cual ha provocado en las academias poner un foco de atención en las masculinidades como un elemento central que contribuirá a generar condiciones sociales más justas, igualitarias y pacíficas”.

Lo anterior, continuó, “implica un doble desafío; por un lado, analizar y cuestionar el tema de manera rigurosa y por otro poner bajo cuestionamiento las propias creencias, la forma en que hemos sido educadas y educados, y esto siempre es un desafío importante”.

Expuso, asimismo, que al conceptualizar la masculinidad es inevitable hablar de relaciones de género. “No es un objeto aislado que se pueda estudiar aparte y tampoco una realidad independiente al complejo ordenamiento de género que tenemos en nuestras sociedades”.

“La masculinidad es una posición en esa estructura, en ese sistema de género en el cual vivimos; es un conjunto de normas, atributos, cualidades, características e imaginarios culturales y sociales que se asocian al ser hombre”, precisó.

“En nuestras sociedades, la masculinidad tiende a organizarse de manera jerárquica; por ende, la mayor parte del trabajo en torno a masculinidades tiene que ver con buscar transformar esas configuraciones que ocupan lugares hegemónicos, y esto es porque presentan algunas características que se considera necesario transformar para acceder a sociedades y entornos más igualitarios, pacíficos y justos”, sostuvo.

Ejemplo lo anterior, explicó, es la relación entre violencia y masculinidad. “La violencia no es necesariamente exclusiva de los masculinos, la violencia es una posibilidad humana, está en el repertorio de posibilidades comportamentales de cualquier persona de la especie humana, por lo que no es propia de los hombres. Bajo esta premisa, la idea es pensar en cómo el trabajo con las comunidades nos puede ayudar en la construcción de la cultura de paz, la cual actualmente enfrenta varios desafíos que tienen que ver con el fortalecimiento de una masculinidad hegemónica”, dijo.

Algunos obstáculos que se presentan en la transformación de dichas estructuras, dijo, “son la normalización y la naturalización de la violencia, así como los esquemas sociales basados en la competencia y la rivalidad”. Otro aspecto importante “es la polarización afectiva y de binarización moral, las brechas intergeneracionales amplificadas y una serie de discursos reaccionarios y neoconservadores.

En este contexto, las instituciones de Educación Superior se enfrentan a varios desafíos: “Las universidades también están permeadas por la cultura a la que pertenecen y esa cultura tiene elementos patriarcales y machistas. Debemos partir de ahí, de que necesitamos también repensar la institución en términos más igualitarios y democráticos a nivel de comunidad”, propuso.

En este sentido, para el ponente algunas de las prácticas que deben transformarse son: el abuso de poder y autoridad, la ausencia de patrones igualitarios, los señalamientos a la vida personal, la invisibilización, así como prácticas estereotipadas y ausencia de perspectiva de género. Para lograrlo, compartió claves como: la gestión y transformación del conflicto, la colaboración y cooperación frente a lógicas competitivas y de rivalidad, políticas del cuidado, liderazgos democráticos y de autoridades horizontales, así como la formación de criterio y reflexibilidad crítica.

“Una de las claves para entender estas transformaciones es el desplazamiento de aquello que se considera poder”, consideró. Sostuvo que la idea es que el tema de identidad de género algún día sea irrelevante. “Por ahora, parece que sigue jugando un papel muy importante. Un camino para llegar hacia allá es reconocer precisamente que está jugando un papel importante y buscar estrategias de transformación”, añadió.

Reflexionó sobre el papel de las universidades. “Diría, sin temor a equivocarme, que la UdeC tiene un desarrollo y avance vanguardista en estos temas. Cuenta con muchas iniciativas articuladas en torno a esta línea de trabajo. La presencia de estos temas muestra el compromiso de la UdeC con esta línea de trabajo; son cosas que forma ya estamos haciendo, que ya se vienen haciendo desde hace tiempo”, dijo.

Para finalizar, dijo que en la universidad, al tener como eje de sus funciones la docencia, la formación de personas y ciudadanos, “por definición necesitamos integrar estos aspectos a nuestras competencias; hay que modificar esquemas, estudiar, escuchar, hacer un trabajo y, más que obedecer una normativa porque nos castigarán o nos van a funar (quemar, balconear), necesitamos construir un criterio distinto -más amplio y complejo- que nos permita abordar de manera responsable y consciente las múltiples relaciones que configuran hoy el ámbito educativo”, afirmó.