“Tú serás mi baby”: la violenta historia detrás de una canción

EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

De nueva cuenta, el miércoles de la semana pasada volvieron a sonar las notas de la pegajosa canción sesentera Be my baby de The Ronettes, conocida en el mundo de habla hispana por el cover de la artista española Karina titulado Tú serás mi baby. Lamentablemente el motivo de este resurgimiento fue la muerte de la vocalista que inmortalizó esa pieza, Ronnie Spector, cuya vida no fue todo lo feliz que aquella melodía podría sugerir.

“Ronnie ha dejado este mundo tras una breve lucha contra el cáncer”, anunció su familia en un comunicado para despedir a la cantante de 78 años, recordando que vivió “con un brillo en los ojos, una actitud valiente, un perverso sentido del humor y una sonrisa en su rostro”.

Icónica sin duda. Fue una estrella de la música, y también una víctima de la violencia doméstica. Y a pesar de su estatus como figura conocida, no dejó de sufrir lo mismo que miles de mujeres cuya denuncia no prospera.

Nació en 1943 con el nombre de Veronica Bennett en una familia con raíces afroamericanas, cherokees e irlandesas. A los dieciséis años ya estaba en acción con The Dolly Sisters, en conjunto con su hermana Estelle Bennet y su prima Nedra Talley. En 1961 ganaron el concurso de talentos del Teatro Apollo de Harlem y en 1962 el grupo se convirtió en The Ronettes, con el que Ronnie terminaría haciendo historia (ABC España)

Estuvo casada con el afamado músico pop Phil Spector –uno de los compositores de Be my baby– desde 1968 hasta 1974. En realidad fue su prisionera hasta 1974, cuando logró escapar de él con la ayuda de su mamá. Hasta ese momento, el también productor discográfico la había arrastrado a un infierno de maltrato físico y psicológico.

“Cada vez que llego a Los Ángeles vomito; allí pasé la etapa más miserable de mi vida”, reconocía Ronnie para resumir su vida junto a Phil, de quien se dijo que la encerraba en su mansión californiana, rodeada de alambre de púas y perros guardianes, donde la atemorizaba encañonándola con alguna de sus pistolas y amenazándola de muerte.

Los detalles del maltrato físico y mental que sufrió durante su matrimonio están relatados en su libro de memorias Be My Baby: How I Survived Mascara, Miniskirts, and Madness o My Life as a Fabulous Ronette, editado en 1990. Admirador del genio musical de su marido, tampoco dudó en calificarlo de violento y vengativo.

Aunque existieron muchos relatos del productor por su afición por el uso de armas de fuego en el estudio, éstos jamás tuvieron consecuencia mayor hasta que llegaron al extremo cuando en 2009 fue condenado por el feminicidio de la actriz Lana Clarkson, ocurrido en 2003 en su mansión de California.

Llama la atención cómo Phil Spector, a pesar de ser acusado y señalado de violencia, como resultado de su separación de Ronnie en 1974, obtuvo la custodia de sus tres hijos adoptivos: Donté Phillip y los mellizos Louis y Gary.

Phil Spector murió en prisión casi un año antes que Ronnie, el 16 de enero de 2021, por complicaciones derivadas del Covid-19. Ella le dedicó un mensaje en su página de Facebook en el que recordó lo que siempre dijo en vida de él: “Fue un productor increíble, pero un marido espantoso. Desafortunadamente, Phil no era capaz de vivir y de llevar una vida funcional fuera del estudio”.

En ese momento los reportajes en memoria de Phil Spector fueron benévolos y recordaron más sus logros musicales que sus crímenes.

Por eso es mejor ahora recordar las palabras con las que, en una entrevista en 2018 con la revista People, Ronnie Spector le habló a las millones de mujeres que por desgracia han vivido experiencias como la de ella:

“Le diría a cualquier mujer: si estás en una mala relación, tienes que encontrar a alguien, como mi madre. Si no es tu madre, tu mejor amiga. Una persona tiene que ayudarte. Tal vez no todas las mujeres me escuchen, pero algunas lo harán y espero conseguir que una o dos salven sus vidas o eviten sufrir abuso”.

Esperemos que la muerte de Ronnie Spector remueva conciencias y que postmortem se le haga justicia.

 

 

Columna publicada con la autorización de Saraí Aguilar