¿QUÉ VIENE?
Por: SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
Se sabe que gobernar no es un ejercicio sencillo. A lo largo de la historia se han intentado distintos modelos de administración pública que, al menos pretendidamente, buscan nivelar necesidades y soluciones en la búsqueda de un equilibrio entre distintas formas de pensar y diferentes anhelos.
Por desgracia, parece ser que se han acumulado más ejemplos de abuso que de sana búsqueda del bien común. Lo afortunado es que la tolerancia de los muchos siempre ha encontrado el camino para romper con esas inercias y para alimentar la esperanza de corregir y mejorar.
Lo duro es que, para abrir esas brechas, casi siempre se tiene que recurrir a la forma abrupta, disonante, violenta.
Claro que quien tiene el control, lo menos que desea es perderlo. La adicción al poder es la más salvaje, la que crea mayor dependencia. Cuando hace presa a la persona, esta hace a un lado principios, valores, aprendizajes, criterios éticos. De poco o muy poco le sirven sus experiencias, grados académicos o idearios; simplemente busca cómo aferrarse, no importa que se traicione a sí misma.
Entonces, de nada vale esa biografía de lucha social, manifestaciones contra los abusos y resistencia dirigidas contra esa autoridad obtusa; cuando se protagoniza el objeto del reclamo, entonces hay que reprimir, denostar, minimizar, agredir, ¿verdad, Sheinbaum?
Y cuando tu género, formación académica y mantras suenan bien, pero no eres capaz de levantar la voz frente a una clara revictimización, tampoco esas credenciales honran, ¿verdad, Vizcaíno?
Lo que olvidan es que la sociedad no perdona y, a la luz del tiempo, todos caen. TIC-TAC.
MICROCUENTO
Y se acabó la mirada constante, la sonrisa perfecta. Sorpresivamente llegó una luz cegadora, un disparo de nieve. Náusea y mareo. Maldito mecatrón de feria…




















