SUSANA ORTIZ SILVA, HONRAR LOS VALORES

SUSANA ORTIZ SILVA, HONRAR LOS VALORES
Por: Noé GUERRA PIMENTEL

Hemos escuchado el reiterado reclamo por la pérdida de valores y más últimamente, al ver, por ejemplo, cómo se demanda y agrede a un cantante grupero por negarse a interpretar corridos con apología del delito, sea por los personajes o por sus actos fuera de la ley; cuando muchos de ellos, aunque cueste reconocerlo, han sido apropiados como modelos por un segmento de la población que les imita y no solamente los adolescentes, como con ligereza se piensa, no, también hay adultos, gente de razón, como se dice; quienes parece que han confundido o no tienen claro lo que implica abanderar antivalores como estilo de vida en una equivocada autopercepción de hombría.

En ese sentido y cada quien, asumiendo su responsabilidad, sin caer en atavismos y siendo honestos, habría que preguntarse qué estamos haciendo por la recuperación, el fortalecimiento o la restauración de los valores perdidos. Por si usted se pregunta qué puede hacer, le comento, desde hace varios años un grupo de gente como cualquiera de nosotros, interesada en la promoción artística y cultural, mujeres y hombres, hicieron causa común e invirtiendo experiencias, iniciativas, tiempo y trabajo, sin lucrar y sin protagonismos, voluntariamente se integraron como grupo al que autodenominaron “C4”, así como se lee y significa: Comité Ciudadano Cultural de Coquimatlán.

Mismo colectivo civil que, con las gestiones necesarias ha logrado materializar exitosos proyectos, como el Festival anual “Jesús Alcaraz Rodríguez”, del que realizó 8 ediciones consecutivas con programas artísticos de acceso gratuito de hasta 3 días, dedicados a la memoria de este músico coquimatlense, baluarte nacional de la música mexicana de la primera mitad del siglo pasado; a lo que se sumó la creación de la Banda Sinfónica juvenil “Jesús Alcaraz Rodríguez”, agrupación artística conformada por una treintena de músicos, niñas, niños y jóvenes a quienes se dotó del instrumental, partituras y mobiliario que, completos, desde la administración municipal pasada, fueron cedidos al Ayuntamiento de Coquimatlán como grupo artístico que continúa con presentaciones en diferentes puntos del municipio como en otros y hasta fuera del Estado.

Este mismo grupo de ciudadanos, el C4, de tres años para acá, en coordinación con el Ayuntamiento chigüilinero, instituyeron el Festival Literario “Susana Ortiz Silva”, mismo que hoy jueves 15 de mayo a las 7 de la tarde abre su 4ª edición con la participación de reconocidos poetas y escritores, en honra de una de las mujeres más sobresalientes de la primera mitad del siglo pasado, oriunda de Coquimatlán y quien, no obstante su origen rural, época y condición de mujer, trascendió a los más altos niveles como docente, directiva, líder del profesorado estatal, alta funcionaria magisterial, directora de educación estatal y luchadora social, en un tiempo en el que a ellas les era más difícil, legando constituirse en ejemplo de honorabilidad, perseverancia y congruencia, entre otras muchas cualidades que la caracterizaron en vida y por lo que con gratitud se le recuerda cada año.

Con estos ejemplos vemos que no todo está perdido y que si nos organizamos algo podemos hacer, asumiendo que es necesario que las sociedades se recreen en los auténticos valores humanos de su gente, como sus deportistas, científicos, artistas, artesanos, empresarios, intelectuales, profesionistas en sus diversas áreas, etc., igual que en otros ciudadanos que por una u otra razón merezcan el reconocimiento público, sea por un acto civil o trayectoria de vida; resulta indispensable, porque esas acciones motivan a la colectividad; está probado que al destacar a las y los ciudadanos valiosos, se genera un efecto inspirador que promueve la identidad y el orgullo general y fortalece el sentido de pertenencia y de cohesión social con modelos a seguir como ejemplo de lo que es realmente positivo y digno, sea cual sea la condición de cada quien, en apego a la aspiración que se tenga de progresar a partir de las capacidades propias y más aún, si esos personajes, las y los homenajeados, representan en sí mismos los valores que vemos perdidos y que reclamamos.