Juan Villoro, distinguido con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Colima, presentó este miércoles por la tarde, en la Pinacoteca Universitaria, su más reciente libro No soy un robot. Lectura y la sociedad digital, una obra que, con mirada crítica e ingeniosa, examina los retos que plantea la revolución tecnológica y sus implicaciones éticas, culturales y humanas.
Una invitación a reflexionar sobre nuestro tiempo
Al tomar la palabra, el rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño señaló que el libro “nos invita a reflexionar con pasión sobre el tiempo contemporáneo, con sus enormes retos para la educación, las ciencias y las humanidades, tres pilares fundamentales para las universidades”.
Advirtió que “ya vivimos en compañía de tecnologías animadas, que nos llevan por distintos caminos que parecen peligrosos para la humanidad, como la posverdad, el colonialismo digital y los nuevos no lugares, establecidos por la inteligencia artificial y la realidad virtual”.
Torres Ortiz destacó que Villoro plantea con agudeza “la tensión entre lo que nos hace humanos nuestras emociones, errores y fragilidades, y el crecimiento imparable de la tecnología y la inteligencia artificial”.
En un tono más personal, el rector compartió que su propio “episodio semanal que más me aleja de este mundo paralelo y que, al mismo tiempo, me hace sentir más humano, es el domingo por la mañana: salir a correr, desayunar con mi familia, atender unos minutos a mis tres perros, revisar las plantas y árboles de mi casa, escuchar música y encontrar uno o dos buenos partidos de fútbol. En resumidas cuentas, casi un día completo alejado de la prótesis digital de la que nos hemos vuelto tan dependientes”.
Un libro sobre la identidad frente a las máquinas
La doctora Xóchitl Trujillo-Trujillo, coordinadora general de Investigación de la UdeC, describió la obra de 311 páginas como “un conjunto de ensayos organizados en dos grandes ejes: la desaparición de la realidad y las formas de leer”.
Explicó que el autor parte de los antecedentes históricos hasta llegar a nuestra actualidad digital, donde contrasta los atributos que nos definen como seres humanos frente a las máquinas. “El título mismo surge de ese gesto tan cotidiano en el que una plataforma digital nos pide confirmar que somos humanos, y resulta una metáfora precisa para este libro que nos invita a reflexionar profundamente”.
El libro, agregó, “es a la vez memoria, recomendación, compañía y reflexión sobre la sociedad digital y la literatura. Se lee con la misma claridad y cercanía con que Villoro se expresa en entrevistas y conversaciones, citando constantemente a otros autores para dar sentido y enriquecer sus argumentos”.
Le llamó la atención cómo las dudas que expresa Juan Villoro son las mismas de ella: “el tránsito del pensamiento abstracto a la realidad práctica, el llamado a no caer en la enajenación sino a buscar el bienestar individual y colectivo”. Además, “Villoro advierte que la lectura crítica, la filosofía y el pensamiento reflexivo son hoy más necesarios que nunca, para distinguir lo que leemos, valorar lo que aprendemos y resistir la saturación de información”.
Xóchitl Trujillo dijo que este libro dice que “el problema no es el robot, sino quién lo entrena. Una máquina puede simular una respuesta simpática: ‘lo siento mucho’, pero jamás sentirá dolor ni emoción alguna. Allí radica la diferencia esencial: mientras los humanos percibimos el dolor de manera individual, incluso subjetiva, un robot sólo arrojaría un ‘Error 404: emoción no encontrada’”.
Resaltó que No soy un robot… lleva ya tres ediciones desde su primera aparición, en mayo de 2024. “Es un libro que se debe abordar no sólo con curiosidad literaria, sino con el asombro de quien observa por primera vez una célula al microscopio, descubriendo que en lo aparentemente simple habita un universo complejo”.
Finalmente, dijo que este libro defiende la vigencia de la lectura en papel: el roce de los dedos, el trazo de la escritura, incluso las lágrimas que caen sobre una página, como experiencias insustituibles frente a la uniformidad de las pantallas táctiles. Porque la mejor manera de demostrar que no somos robots es seguir haciéndonos preguntas incómodas, creativas, profundamente humanas. Es defender nuestra individualidad, nuestra privacidad y nuestra capacidad de reflexión”.
Villoro: la lectura como resistencia
Por su parte, Juan Villoro agradeció la hospitalidad colimense y compartió que su intención al escribir este libro fue reflexionar sobre cómo la tecnología digital ha transformado nuestras costumbres y, en particular, la manera en que leemos. “La lectura ha cambiado de manera radical: vivimos rodeados de textos en teléfonos, pantallas, elevadores, pero muchas veces fragmentados y dispersos, sin continuidad. Hoy pertenecemos a la primera generación que, para entrar a una página web, debe marcar una casilla que dice: No soy un robot. La paradoja es que se lo decimos a un robot, y es él quien nos acredita como humanos”
Villoro recordó que, mientras en el siglo XV la imprenta democratizó la lectura silenciosa, hoy estamos ante una transformación aún más radical. Y alertó sobre el llamado “efecto Flynn”, que muestra cómo, desde los años noventa, el coeficiente intelectual promedio ha comenzado a descender dos puntos por década. “Estamos delegando demasiadas funciones a las máquinas: la memoria, la orientación espacial, incluso la capacidad de concentración. El problema no es la tecnología, sino dejar nuestro destino en manos de unos cuantos”.
Juan Villoro retomó una frase del libro Los juegos del hambre que dice (citó de memoria) que en ocasiones las cosas importantes les suceden a personas que no están capacitadas para entenderlas. “Es justo lo que nos sucede con el uso de la tecnología, no llega con una pedagogía o con una discusión previa en términos éticos o de qué tanto la debemos usar, hasta dónde debemos ser esclavos de ella o no”.
Ante la nutrida asistencia reunida en el salón del Vitral, Villoro aseveró que “estamos ante herramientas extraordinarias que se pueden convertir en fines en sí mismos”. Es por eso, dijo, que el libro tiene una estructura semejante a la realidad virtual que estamos viviendo hoy en día, es decir, lo escribí en fragmentos parecidos a como leemos en las redes o blogs”.
El escritor compartió también una anécdota personal ocurrida durante un apagón en Madrid, cuando la gente salió a los parques, escuchó radios de transistores y leyó libros en papel: “Recuperamos la vida analógica, esa que a veces olvidamos. Fue una confirmación de que otras formas de felicidad son posibles”.
Finalmente, subrayó que la diferencia esencial entre máquinas y humanos es la emoción: “Antonio Damasio lo resumió en su libro El error de Descartes: no somos seres que piensan y luego existen, sino seres que sienten y luego existen. Ninguna máquina podrá escribir un poema de amor porque nunca ha sentido el abandono ni la nostalgia”.
Un libro colectivo para un tiempo desafiante
Villoro aseveró que este libro no ofrece respuestas definitivas, sino que propone una conversación colectiva. “No lo escribí porque supiera de antemano todas las respuestas, sino precisamente porque quería aprender, indagar y conversar con otros sobre estos temas. La literatura nunca es individual: depende siempre de las voces de los demás. Y esta reunión en Colima confirma que lo más humano que podemos hacer es congregarnos, discutir, compartir cultura y recordarnos mutuamente que no somos robots”.
Finalmente, reiteró que la lectura es importante para lidiar con todo lo que se nos viene encima como una avasallante galaxia digital. “Nadie puede asimilar todo el conocimiento del mundo y la lectura es la llave maestra para entrar en el conocimiento. Sí, éste es un libro que plantea problemas graves, porque estamos en un momento crucial y desafiante nunca antes visto, pero también tenemos la capacidad de reaccionar ante ello”.