SOCIALIZANDO DATOS
Por Balvanero BALDERRAMA GARCÍA balvanero@gmail.com / @Balvanero.B
A ti, que enseñas y aprendes.
El 15 de mayo es el día social, así se les dice, de las personas que se dedican a la docencia.
Maestras, maestros, profesores, profesoras… docentes. Muchos nombres, una vocación: compartir espacios de aprendizaje.
Hay muchos modelos sobre la educación, pero quizá el más referenciado sea Paulo Freire. Y hay muchas razones para ello.
Su vida es un testimonio de pensar, repensar, hacer praxis de la teoría (y teoría de la praxis) desde y para la educación. Su pensamiento ha impulsado a muchas personas y también ha trascendido el ámbito pedagógico.
No es posible concebir, ahora, una práctica educativa como transferencia de contenidos: del docente -que todo lo sabe- al estudiante -que todo lo ignora-.
Es la educación, precisamente, ese proceso que posibilita el aprendizaje del ser humano que tiene en la pregunta, por sí mismo y su contexto, el impulso para aprehender, para descubrirse-pensarse-actuarse como sujeto.
Y lejos de la individualidad que hoy se enarbola y promueve, es en la búsqueda en común, en el compartir, en donde se pueden materializar saberes que nos hacen “ser más” (Freire, 1976), el pedagogo brasileño cita a Jaspers “yo soy en la medida en que los otros son también». Algo para reflexionar en contextos donde la solidaridad escasea, donde la empatía es palabra, donde las luchas que nos implican, se pelean a solas.
La educación inicia con nuestra propia vida y concluye cuando morimos. Hay diversos procesos en este caminar-aprendiendo, se le nombra de diferentes maneras: formal, informal, para toda la vida, continua, no formal, sincrónica, asincrónica, para el trabajo, entre otras.
No se limita a un espacio, sino a la vida y también corresponde a una actitud.
En esta línea de pensamiento de Freire, todos sabemos algo, pero también ignoramos, y es precisamente en este darnos cuenta en que continuamos en el proceso inacabado de aprender, de afirmarnos en “seres para sí” y no en “seres para otros”.
Freire enlista unas virtudes para educadores, educadoras: coherencia, aprender entre la tensión de palabra y silencio, autocrítica, democracia, vivir la relación teoría-práctica, entre otras.
Hay muchas personas en nuestro país que desempeñan, formalmente, este rol. De acuerdo con la ENOE (INEGI,2024) a nivel nacional se registraron 1,903,014 profesoras y profesores. En Colima fueron 11,832 personas de 15 años y más ocupadas como docentes en educación superior, media, básica; de enseñanza bilingüe y de personas con problemas de aprendizaje y otros.
Es importante reconocer la labor docente, fundamental e indispensable. La educación requiere, también, por supuesto, estudiantes, infraestructura, rumbo, idea, objetivos, implicación, compromiso, acción. Todo esto situado, en el contexto histórico, en las problemáticas sentidas y vividas.
Recordando a Freire: el educador es agente necesario para generar el proceso de cambio.