Senadores panistas y Vox: un desvarío que no causa asombro

EL ARCÓN DE HIPATIA
Por. Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

Hace algunas semanas el partido de la ultraderecha española Vox, presidido por Santiago Abascal, desató polémica al exaltar en un tuit la caída de Tenochtitlán, calificándola como uno de los grandes hitos en la historia del país europeo.

Y la semana pasada generó tendencia otra vez cuando tuiteó: “Gracias a los 15 senadores y 3 congresistas que ya han firmado la Carta de Madrid y gracias a Julen Rementería por invitarnos”.

A la par, la cuenta Senadores del PAN subió a la misma red social una publicación en la que presumían (sí, estaban orgullosos…) la reunión impulsada por su coordinador Julen Rementería con el siguiente texto: “Por la defensa de la democracia, la libertad y la propiedad privada, hoy firmamos la Carta de Madrid para detener el avance del comunismo. México nunca será comunista, nunca”.

El tuit, que fue eliminado de la cuenta de los Senadores del PAN, incluía una imagen de los legisladores sonriendo, como quien ha realizado una proeza. Al  día siguiente sólo persistía un tuit con la carta firmada por varios senadores y el señalamiento de que no era de ultraderecha sino en defensa del país. 

Como era de esperarse, comenzaron los deslindes de panistas, entre ellos de las senadoras Kenia López Rabadán y Xóchitl Gálvez, del senador Gustavo Madero, de la candidata a la dirigencia de Acción Nacional, Adriana Dávila, y hasta del expresidente Felipe Calderón.

Llama la atención el silencio de Marko Cortés, dirigente con licencia y en búsqueda de su reelección. Tal vez prefiera asegurar firmas y no molestar a correligionarios, que plantear su postura personal, o tal vez en el fondo coincida con Rementería, quien terminó por asegurar que la reunión era de carácter personal. Lo ignoramos. Pero no debe de olvidarse que a finales de 2020, Fernando Rodríguez Doval, en calidad de secretario de Estudios y Análisis Estratégicos de Marko Cortés, fue uno de los dos mexicanos que suscribió la carta del Foro de Madrid.

Y mientras se buscan las causas de este desvarío del PAN, tampoco es algo que cause asombro. Dentro de las senadoras que posaban orgullosas junto a Abascal se encontraba Lilly Téllez. La senadora, que ha sido cuestionada por aludir al físico de otra mujer para generar sorna y violencia política de género, está señalada ante la Conapred por hablar despectivamente de los rituales indígenas. También se le recuerda por pedir la expulsión de un simpatizante de Morena de nacionalidad española.

Llama la atención que quien ha conseguido reflectores por señalar la mala gestión de la pandemia (por cierto, en las imágenes de las reuniones con Vox, la defensora a ultranza del cubrebocas no lo llevaba puesto, sin importar que fuera en sitios cerrados) y ha cuestionado la actitud pasiva del presidente ante la situación de Cuba o Nicaragua, no se sintiera incómoda con Vox y su postura ante los migrantes. No se le vio interpelar a Abascal por sus dichos xenófobos ni homófobos. 

Téllez fue postulada en 2018 por un partido integrante del Foro de Sao Paulo y ahora resultó aliada de Vox y del Foro de Madrid. De ser correligionaria de AMLO pasó a ser acérrima detractora. Es legítimo preguntarse de qué manera los electores se ven beneficiados por los bandazos de convicciones. Porque en su caso y en el de los otros senadores del PAN no se puede hablar de un simple extravío de brújula.

Y sería interesante que en estos momentos que el PAN se encuentra por decidir si mantienen el rumbo errático de estas semanas u optan por un cambio de timón, que entiendan que el electorado no quiere comprar fobias ni filias. Que votamos por agendas, por legisladores y senadores que antepongan los intereses de la nación a sus bravatas personales. Que los cambios de timón muchas veces son necesarios no solo a nivel dirigencia sino en bancadas donde se ha dado por privilegiar el amiguismo o alianzas con la cúpula a méritos. Ojalá entiendan que no hay peor enemigo que el interno cuando da por disparar balazos en el pie.