Retazos

El pez sin el agua
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*

Son tantos los temas que se acumulan en la semana que la atención se dispersa. Los problemas se escabullen de la crítica y sufren una crisis de acumulación, saturando cualquier análisis.

Se podría decir que la capacidad de procesar a la realidad supera cualquier esfuerzo. Apenas nos asombramos frente a un desatino cuando aparece otro que supera al primero.

Ojalá que el país aguante lo que la mente no logra retener.

Mientras tanto, no queda sino recurrir a la fragmentación, a la colección de retazos, para intentar atrapar a esa realidad esquiva.

¿Dicotomía o falacia?

Durante su gira por Nayarit, la presidenta Sheinbaum dijo que el país enfrenta dos caminos: volver a la corrupción o continuar con la cuarta transformación. Expresiones así pueden considerarse una falacia, la de falsa dualidad, también conocida como falsa dicotomía. Esa falacia (una técnica de persuasión o engaño retórico) consiste en presentar dos opciones como las últimas posibilidades existentes, lo que termina siendo falso. La falsedad es que la corrupción se acrecentó con el gobierno del expresidente Andrés Manuel. Los hechos están a la vista.

Planes

Lo que se advierte del plan michoacano es la canalización de recursos, pero es no implica resultados. La historia ofrece muchos ejemplos al respecto. Es más: en estos tiempos el gasto puede significar oportunidad para la corrupción antes que para la recuperación de la anhelada paz. Ojalá no resulte así. Por cierto, pueden canalizarse muchos recursos, cientos o miles de millones, pero serán inútiles si no van acompañados de una estrategia integral de seguridad pública, que sígnica, antes que otra cosa, la capacidad de enfrentar, derrotar o al menos contener a los grupos extralegales.

Combatir las causas

Uno de los argumentos de la presidenta Sheinbaum, como lo fue también del expresidente López Obrador, es que el nuevo modelo (el que sigue llamándose, de “abrazos y no balazos”) atiende las causas, en lugar de privilegiar los enfrentamientos. El problema es que las causas, en realidad, no están atendiéndose. Suponer que la canalización de becas y apoyos diversos a la población significa “atender las causas” es algo equivocado o por lo menos insuficiente. A veces creo que ese discurso, el de “atender las causas”, significa patear el bote hasta el futuro mientras se elude la responsabilidad en el presente.

Enojo

Me preocupan los signos evidentes: veo a la presidenta molesta, a veces desesperada, como si sus deseos estuvieran alejándose cada día más de los mecanismos del poder. Eso es algo serio: implica un debilitamiento progresivo de las instituciones y nada bueno puede salir de tal escenario. En lugar del enojo deberían venir las decisiones duras y directas contra los reales adversarios del Estado —no contra los opositores o las voces críticas— y todo ello sin andarse por las ramas. Lo de Uruapan debe ser un parteaguas, no sólo para la sociedad, sino también para los gobiernos.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.