Representaciones erráticas

El pez sin el agua
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*

Dos supuestos nombramientos llamaron la atención la semana pasada: el de Hugo López-Gatell como representante de México ante la Organización Mundial de la Salud y Juan Antonio Ferrer como embajador en la UNESCO.

La primera versión no logra ser confirmada, considerando que surgió como una felicitación, quizás anticipada, de la ex titular del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, María Elena Álvarez-Buylla. Dicha felicitación (por medio de X, antes Twitter) fue desmentida por el presidente de la mesa directiva del Senado, el controvertido Gerardo Fernández Noroña. Habrá que recordar que esos nombramientos pasan por la aprobación del Senado de la República.

Quizás en los siguientes días sabremos si la versión de la doctora Álvarez-Buylla fue la correcta, sea por suerte de premonición o quizás por información reservada que arrojó a la opinión pública de forma presurosa.

López-Gatell es uno de los funcionarios más polémicos de los últimos años. Su papel al frente a la pandemia del SARS-Cov-2 es por lo menos discutible y algunos le acusan de irresponsabilidad. Los números no le ayudan, pues la epidemia pareció generar más muertes que las esperadas desde la perspectiva internacional.

El caso de Juan Antonio Ferrer es distinto. El senado ratificó su nombramiento como embajador y representante permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, para lo cual fue propuesto desde marzo por la presidenta de la República. De forma tradicional, las representaciones ante la UNESCO exigen de legitimidad, es decir, de un amplio reconocimiento en materia educativa, humanística o científica. Algunos nombres de quienes representaron a México en la UNESCO pueden ser elocuentes: el escritor Jaime Torres Bodet, el ex rector Antonio Castro Leal, el historiador Silvio Zavala, el ensayista José Luis Martínez, el filósofo Luis Villoro, el historiador Miguel León-Portilla, el escritor Eraclio Zepeda, el poeta Homero Aridjis, en fin.

No podían faltar algunos grumos, claro, como Andrés Roemer, quien fue acusado de violación, acoso sexual y agresión sexual por al menos sesenta mujeres y detenido en Israel, donde está a la espera de extradición a México.

Juan Antonio Ferrer se ve muy lejos del historial profesional de quienes lo antecedieron en esa responsabilidad, incluso muy distante del propio Roemer, quien a pesar de todo posee altas calificaciones académicas. Ferrer es licenciado en administración de empresas y su trayectoria se concentró en tareas locales en el Instituto Nacional de Antropología e Historia. De repente, por obra de su amistad con el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, fue nombrado director del desaparecido Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Su gestión no fue brillante y habrá que recordar que la citada institución enfrentó diversos problemas y controversias tales como carencias de medicamentos, retrasos en pagos a proveedores y acusaciones de corrupción. La institución desapareció en 2023 y sus funciones terminaron absorbidas por el IMSS-Bienestar.

No se le aprecian a Ferrer, por ningún lado, cualidades académicas, culturales, científicas y ni siquiera una sólida trayectoria en la administración pública.

Los gobiernos adquieren prestigio al nombrar a representantes dotados de legitimidad y calidad. Cuando esos nombramientos se vulgarizan el desprestigio salpica a todo el país.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.