Una poca de gracia
Por: Carlos Alberto PÉREZ AGUILAR
Recuerdo que alguien me dijo que para destacar había tres maneras de hacerlo: ser inteligente, divertido o guapo; muy a tiempo me di cuenta que tenía sólo un poco (casi nada) de las tres y como una gran parte de mis amigos carecíamos de estos dones de origen, pero sí de mucho amor personal, supimos que tendríamos que echarle ganas a otras más cosas para sobrevivir a esta hermosa vida que, según esa teoría, ya tenía sus favoritos.
Hace unos días le pedí a mis alumnos un ensayo sobre un tema abierto. Pensando en esta idea, tuve la dicha de ver que su destino estaba asegurado ante la gran diversidad de fuentes consultadas, la riqueza del uso del lenguaje y, además, con un análisis profundo sobre los problemas en discusión. Su inteligencia había llegado a ellos de manera fugaz, rebasando los límites de su edad… obviamente, me querían engañar.
Trato de ser sensato. Hoy tenemos a nuestra disposición una gran cantidad de herramientas tecnológicas que nosotros, en la era de las fichas bibliográficas no teníamos. Lo que sabíamos era porque lo leíamos en papel, escuchábamos en la radio, veíamos en televisión o preguntábamos a alguien más, entre más adulto mejor. Era absurdo tratar de parecer algo, o alguien, que no éramos, porque si no eras brillante para las matemáticas… ¡no lo serías!, pero buscabas, de una otra u otra forma, por lo menos, hacer bien los dibujos, pasar la clase de español o educación física, ya que de nada servía copiar en matemáticas sólo para quedar bien una vez.
Es innegable que la respuesta ante muchas preguntas ahora las tenemos a la mano, de inmediato gracias al Internet y la Inteligencia Artificial que son capaces de responder en primera persona, con voz e imagen, hasta con sentido común y clichés de temporada (no me quito el ‘ora’ de los jóvenes, que se escucha un tanto chusco en la gente de mi edad). Me interesa aprender el uso de herramientas digitales para no quedarme desfazado, para no parecer el don que quiere grabar en un cassete una canción que se escucha en la radio y, espero, nunca parecer que quiero ser alguien, o algo, que no soy.
Viendo el caso de mis alumnos y muchos conocidos en redes sociales, estoy seguro que más de uno hemos tratado de hacernos pasar por más listos usando la IA, así como también logramos darnos cuenta de quienes hemos usado algún filtro fotográfico para vernos menos mal, o de los que podríamos transcribir rutinas, crear imágenes para postear que somos personas muy divertidas y felices, cuando en realidad nos sintamos vacíos por dentro y estemos solos por fuera.
Es una nueva época, donde negarnos a la nueva realidad digital es como guardar la calculadora cada vez que necesitamos hacer una suma en el supermercado, aún cuando a nosotros nos tocó, a fuerza, la etapa de aprender a sumar, restar, multiplicar y dividir en papel porque jamás imaginamos, en ese entonces, que tendríamos la disposición de una herramienta todo el tiempo que, en su momento, sólo podrían disponer los presumidos que tenían el Casio Calculator, pero que ahora todos tenemos en el teléfono celular.
Después de ver algunos casos de figuras públicas: políticos, políticas, gobiernos municipales, escritores, productores de cine, mercadólogos, músicos y muchos más que copian y pegan mensajes, ¡pasando por iniciativas de ley completas!, artículos y tantas cosas más que se crean desde las herramientas digitales y que han intentado hacer pasar como creaciones propias, hago la pregunta: ¿es correcto o no?, ¿ético?, ¿moral?, ¿adecuado?, ¿prudente?, ¿legal?
Pienso que si no se cita, si no se aclara, si no se informa o se evidencia el origen de los contenidos entonces es una práctica deshonesta; siendo así, entonces, que la Honestidad No Artificial (HNA) es una virtud que supera a la inteligencia, a lo divertido y a la belleza artificial de una persona, que, en definitiva, en esta era de tantas y tantas personas tan inteligentes, divertidas y bellas puede hacer destacar a un ser que tiene el valor de reconocer sus capacidades y aprovechar al máximo sus posibilidades tecnológicos, sin tratar de engañar a los demás. Honestidad, nada más.
*Este artículo no incluye el uso de inteligencia artificial, sino nostalgia, 19 años de experiencia y algunos errores humanos que, seguramente, porán existir en la redacción y que podrán identificar personas con más habilidades que yo.