MIOPÍA DE GÉNERO

MIOPÍA DE GÉNERO
Por: Carlos M. HERNÁNDEZ SUÁREZ 

Un hombre conduce un auto a gran velocidad por una zona montañosa; su hijo lo acompaña. Sufren un accidente y el padre muere en el acto. Un helicóptero ambulancia logra aterrizar con dificultad en el lugar y suben al niño en camilla. Sin embargo, el helicóptero no despega.

El policía encargado de la operación, desesperado al ver que no se mueven, pregunta por radio por qué no despegan. Una voz responde:

—No puedo… el herido es mi hijo.

¿Cómo es esto posible?

Lo anterior es una prueba para saber si usted tiene miopía de género. Si se quedó intrigado (o intrigada) y no pudo explicarse la situación de inmediato, la tiene.

La explicación es sencilla: el helicóptero es piloteado por una mujer. Si no se le ocurrió esa posibilidad, es porque existe un sesgo inconsciente que quizá no sabía que tenía, por muy feminista que se crea.

Revertir esta situación no es fácil, no se logra de un día para otro. Sin embargo, observo que muchos esfuerzos de mujeres actualmente apuntan más a remarcar la diferencia entre hombres y mujeres que a fomentar la integración.

Banksy es un artista británico de arte urbano (street art) cuya identidad real sigue siendo desconocida. Se hizo famoso por sus obras con esténcil (plantillas) que combinan imágenes simples y potentes con mensajes irónicos, satíricos o críticos sobre política, guerra, consumo y desigualdad. Si preguntas a muchos europeos cómo se imaginan a Banksy, te describirán a un hombre; pocos pensarán que pueda ser una mujer. Este es otro ejemplo claro de miopía de género.

Cuando le preguntaron a Morgan Freeman, protagonista de Sueños de libertad (The Shawshank Redemption, 1994), qué opinaba sobre el Mes de la Historia Afroamericana (Black History Month) en Estados Unidos, respondió que le parecía una tontería, porque la historia de la comunidad afroamericana es parte de la historia de Estados Unidos, y no debe verse como algo aparte.

La miopía de género no se trata de culpas, sino de consciencia. No podemos cambiar lo que no vemos, pero una vez que lo reconocemos, tenemos la responsabilidad de questionarlo. Solo entonces podremos avanzar hacia una sociedad en la que el género no sea una lente que distorsione nuestra percepción, sino una riqueza que amplíe nuestro campo de visión.