Mártires

El pez sin el agua
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*

No hace falta hurgar en la historia para identificar a esa extraña especie que conocemos como los mártires, ésos arrojados que dan todo de sí, por su sociedad, por sus ideas, por su fe, sabiendo que serán asesinados en cualquier momento por poderes oscuros. En realidad, los mártires están aquí, en esta etapa de la vida de México.

Allí está Bernardo Bravo, líder de los limoneros del valle de Apatzingán y el presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo: ambos se atrevieron a enfrentar poderes extralegales en sus ámbitos de vida y a pesar de sus precauciones, solicitudes de apoyo y denuncias públicas terminaron asesinados.

Los últimos momentos de vida del alcalde de Uruapan son elocuentes: inaugura una festividad local vinculada al Día de Muertos mientras carga a su pequeño hijo. Esos momentos duelen.

Es lógico que no es un hombre que quiera morir o dejar en la orfandad a sus descendientes. Es simplemente un hombre que decidió alzar la voz en un medio hostil.

Eso es, quizás, la verdadera definición del valor: saber que estás en desventaja, en debilidad, pero aun así decidido a enfrentar el destino. No es poca cosa en un medio donde es más sencillo dar pasos quedos, callar y seguir por el camino.

Homicidios así revelan que el verdadero poder no está en las instituciones, sino en los grupos que desafían al orden legal y que buscan sus propios intereses.

Es como un cuento de terror.

Los que alzan la voz, los que denuncian, los que miran de frente son los que mueren.

Allá fuera, quienes mandan, se aseguran que se hable en voz baja, que se eviten las denuncias y se mire de soslayo.

Mientras, desde unos distantes ventanales, algunas y algunos miran indiferentes, pronuncian frases vacías, cruzan los brazos, sacuden la cabeza y vuelven a lo suyo.

No sé qué sea “lo suyo”. Quizás estar por allí, disfrutando del poder, viviendo la ilusión de que hacen algo de bien, pero en realidad dejando pasar los días en una edad sin tiempo.

El recuerdo tocará de forma distinta a unos, a los mártires, y a otras y otros, a quienes dijeron hacer sin hacer nada.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.