LOS AMANTES DE POMPEYA. HISTORIA DESMENTIDA
Por: Noé GUERRA PIMENTEL
I Nos desnudamos tanto hasta perder el sexo debajo de la cama, nos desnudamos tanto que las moscas juraban que habíamos muerto. /Te desnudé por dentro, te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo. / Nos desnudamos tanto que olíamos a quemado, que cien veces la lava volvió para escondernos. / II Me hiciste tanto daño con tu boca, tus dedos, me hacías saltar tan alto que yo era tu estandarte, aunque no hubiera viento.
/Nos desnudamos tanto que no nos conocíamos, que los dioses mandaron la lava a reinventarnos. / IV Te desmentí de cabo a rabo devolviéndote a tus primeros actos, te escudriñé profundo hasta escuchar la historia amarga de tu cuerpo, pues sólo el amor sabe cómo llegar tan hondo sin molestar la sangre. /Esa noche la lava mudó si paisaje en piedra. Tú y yo fuimos lo único que se murió de veras.
Nota del poeta: En Pompeya, entre otros cuerpos petrificados por las lavas y cenizas de la erupción del Vesubio (año 79), se conservan los de un hombre y una mujer en el acto amoroso.
“fragmentos de: El Cuarteto de Pompeya” de Fabio Morábito.
En el 2022, un descubrimiento conmovió a la historia misma y de un solo golpe derrumbó la más aceptada teoría arqueológica que había cundido desde su descubrimiento, hace más de 100 años, cuando “Los amantes de Pompeya,” dos cuerpos petrificados víctimas de la erupción del Vesubio, fueron denominados como “los amantes”, en razón del abrazo que literalmente los fundió al momento de que la erupción cubriera con gases piroclásticos la metrópoli romana. Ahora, científicos encabezados por Stefano Vanacore, luego de estudios forenses encontraron que se trataba de dos hombres, que “Los amantes” descubiertos en 1913 eran masculinos y que, por tanto, que la afirmación original de que eran hombre y mujer, es falsa.
Estudios de ADN y tomografía axial, descubrieron además que no eran parientes. Los dos cuerpos abrazados conocidos como “Los amantes de Pompeya” son dos hombres. Hasta hace años se creía que eran mujer y hombre o dos mujeres que se abrazaron en el último momento. El director de las excavaciones, heredero del arquitecto D. Fontana, quien en 1594 de manera fortuita diera con la ciudad perdida de Pompeya, ubicada a 24.5 km., del Vesubio; ha explicado que los análisis se llevaron mediante la reconstrucción de la secuencia en ADN con un diente y fragmentos óseos, además de tomografías a restos de quienes en su mayoría murieron por asfixia durante las 6 oleadas de flujos piroclásticos de más de 100 °C ocurridos por dos días.
Se ha investigado también si tenían alguna línea de parentesco, pero no ha sido posible demostrarlo. Todo lo revelado confirma la teoría. En el caso de “Los amantes” se comprueba que: 1. No se trata de dos mujeres, 2. No había relación de parentesco entre los dos sujetos, y 3. Los cuerpos petrificados determinaron que el ADN pertenece a dos masculinos de entre 18 y 20 años de edad al momento de morir.
La erupción del Vesubio, la mayor en 4 mil años y cuyo inicio, según Plinio, fue al medio día del 24 de agosto del 79 d.C., uno de los acontecimientos históricos más conocido de la antigua Roma, en especial porque cubrió por completo a las ciudades de Pompeya y Herculano, cuyas edificaciones en menos de 4 horas soportaron más de metro y medio de cenizas y piedra volcánica lo que acabó (con más dos metros de escombros acumulados por 48 horas) por desplomarlos, sepultando vivos a muchos de sus habitantes que, sorprendidos o resignados se resistieron a irse, como otros.
De acuerdo con las investigaciones arqueológicas formalizadas desde el siglo XVIII, esta erupción cobró la vida de más de 5 mil personas, pero las cenizas preservaron intactos tanto construcciones como cuerpos fosilizados de varias personas, entre otros los “Los Amantes de Pompeya”. Vittorio Spinazzola fue quien encontró este conjunto en 1931 y generó la primera hipótesis que Massimo Osanna, desmiente. Dichas investigaciones se han enfocado más en preservar al menos 86 cuerpos de los mil 44 localizados, con la finalidad de saber de aquella cultura que pereció durante la erupción, según Plinio “el joven”, primero en documentar un fenómeno de ese tipo.