La perversidad textual de Llanes en A la cuenta de diez ¿otra vez?

La perversidad textual de Llanes en A la cuenta de diez ¿otra vez?
Por: Ihovan Pineda

Aquel día, ese día, fui a la Dirección General de Publicaciones de la Universidad de Colima a realizar un trámite, y como ya estaba allá arriba, es decir, en el campus central de la Universidad de Colima, dije, pues voy a pasar a saludar a David, a David Chávez, dije, y luego a Beto, a Alberto Llanes, dije, y pues primero pasé con David, porque llevaba unos libros que le tenía que entregar, y sí, sí estaba en su cubículo, nada más que estaba ocupado con un par de estudiantes dando asesoría y el saludo tuvo que ser de paso.

De ahí me fui para con Llanes, llegué a su bunker, a su guarida, a su cubiculo, ahí en la Facultad de Letras y Comunicación, le toqué, y pues que me abre la puerta, y como siempre, platicamos de todo un poco, de libros, de futbol americano, del trabajo, y de otra cosas, y no sé que estabamos comentando, “que me agarra y que me dice”, oyes, fijate que Adín me invitó a presentar mi libro, con el que gané el Premio Estatal de Cuento de Colima 2018, ya ves que lo presenté una vez, pero fue durante la pandemia y pues la neta ni me supo, así que vamos a presentarlo me dijo Adín, y me dijo que buscará a una o dos compas para que lo presenten conmigo y estoy pensando en invitar al Volpi, cómo ves. No, pues a toda madre le dije. Pero igual, si te animas, hasta tú le puedes entrar, me dice, cómo ves, sirve que nos volvemos a juntar. Y pues como uno no sabe decir que no, porque a los compas nunca se les dice que no, pues que le digo, sobres de tang, simon, que se arme, para que se ponga chido, tú, el Volps y yo. Y ahora, por culpa del maldito Llanes dejé de leer a la Poniatowska que estaba volviendo a leer, entre otros libros y autores que también estoy retomando para un proyecto. En fin, en eso estaba, pero bueno, vamos a leer A la cuenta de diez, otra vez, a cabrón, rimó.

Pero, dejen les comentó algo, este libro de Llanes ya lo había leído, él personalmente me lo regaló en su momento, pero qué creen, no lo tengo, no sé dónde lo dejé. De hecho le comenté a Llanes y que me dice, cabrón, de seguro lo vendiste. Y pues que le digo, dame otro ejemplar, y que me dice, hay te va el PDF del libro, y pues que le digo sobres. Así que ni modo, a leer en PDF para escribir este texto, que no me gusta leer así, pero, para que se me quite lo guey. Y la neta hasta ahorita sigo pensando dónde dejé el libro, pero no, no me acuerdo, no lo sé, como que a veces se me va el wifi, serán los años, quién sabe.

Pero les digo, volví a leer este libro, A la cuenta de diez, con el siempre gusto que da leer los textos de Alberto Llanes, que ya no sé cuantos libros lleva, entre cuentos, novela, greguerías, pero que puedo presumir que los he leido todos, o casi todos, y reconozco cuando leo a Llanes, con su estilo narrativo desenfadado, lúdico, atrevido, burlesco, y a veces hasta ácido por aquello de cierta crueldad; con esos giros inesperados, con esa fluidez narrativa y el uso de recursos retóricos y narrativos que Albero aplica bien, en este caso, a los diez cuentos que integran este libro. De hecho creo que por eso lo tituló así, porque son diez cuentos. Bueno, que él nos diga, porque yo ya estaba pensando que era por aquello de la lucha libre, pero no, en la lucha libre es a la cuenta de tres, y no de diez, y terminé pensando hasta en las escondidas, donde ahí sí se cuenta hasta diez.

Entonces, como les decía, vuelvo a leer a Llanes, y me encuentro de nuevo con un autor que gusta de la dramaturgía, del teatro; a un autor que trabaja en la descripción de sus personajes y de las acciones; en la descricpión de los amores imposibles y de los deseos que no se cumplen, y que en estos cuentos me cae a toda madre porque justo estaba leyendo también un libro de cuentos de Antonio Ortuño, que al igual que Llanes, de pronto es muy cruel.

Encuentro, me encuentro y vuelvo a encontrar en estos cuentos de Alberto Llanes, la intertextualidad que se da entre literatura y música, entre literatura y cine, entre estrofas de canciones que acompañan las historias y que las hacen o más veridicas o más inverosimilies; la música que acompaña, reperesenta y refuerza la imagen de lo narrado; canciones de la Sonora Santanera en voz de Paquita la del Barrio, hasta Van Halen, imaginense ustedes. El uso también de versos, de poetas preferidos, como Jaime Sabines, entre otros.

Para quienes no han leído a Llanes, y para quienes sí lo hemos léido, también encontramos, y yo vuelvo a encontrar, en sus textos, el uso de recursos retóricos narrativos, el juego con los distintos géneros literarios y la hibridiez textual que se hace posible, y el uso de las voces narrativas para contarnos en primera, segunda o tercera persona la historia, el drama, así como el remate con que debe de finalizar el cuento, el famoso cierre de nok out.

Así pues, en los cuentos de A la cuenta de diez, tenemos diez cuentos, como diría el famoso profe Víctor Ramiro Gil Castañeda, alias el Moy, bien sabrosos. Por ejemplo, y no los voy a expoliar, no se precocupen: un hombre que se ilusiona con una chica mientras el semáforo se pone en verde; un niño que se cae muchas veces y se pega en la cabeza, y le da a uno risa porque uno piensa que por eso está tontito, pero no es así, porque al final o el final es otra cosa; los fajes que se dan en la facultad, las escenas que uno llega a ver, el deseo cachondo que le da vida, porque yo mismo, y aquí abro un paréntesis, lo hice con mi ahora esposa cuando eramos novios, tanto así que hasta una maestra, a la que le decíamos la chapatina, nos llamada a cado rato la atención, de que ese no era el lugar para estarse uno abrazando y besando. Y ya nis les cuento lo que los demás hacian, por ejemplo, en el cuarto oscuro donde según eso nos daban la materia de fotografía, era una pinche tocadera y una fajadera ahí adentro, y si no preguntenle aquí a Llanes y al compa Oscar Chapula. Sí, la neta, como dice en el cuento, estabamos y estamos bien enfermos; las fantasias sexuales del autor, de querer hacer la jugada espejo, o posición espejo, aquella que se hace cuando hay cuatro en acción, es decir, cuando ambas parejas hacen la misma posición, o las fantasias sexuales con la maestra de literatura; las presentaciones de libros a las que sólo acuden muy pocas personas y uno que otro distraído, donde no vendes ni un libro; las películas como Volver al futuro; un cuento donde Dios es mexicano, y donde el autor escritor es un personaje de Dios y de su propia obra, recuerdo aquí la novela Niebla de Unamuno; una reunion de youtubers, pinche cuento sabroson justo cuando acabo de leer el libro de ensayos Humanomáquina de Diego Casas Fernández; la historia de un vato que anda en chancletas y por qué desconfiar de esa gente que anda en chancletas, y más cuando ese vato se las da conocedor del universo, bien fumadote él; el perro compañero fiel que crece junto con su amo y que juntos viven, crecen, y ver pasar muchas cosas, como las parejas que va uno teniendo en la vida y los fracasos maritales.

En fin, aquí hay mucha literatura, y por ello ahorita que me acuerdo, porque de alguna manera aquí están presentes en los textos de Llanes, Luis Humberto Croswhite, Juan Villoro, Julio Verne, Mempo Giardinelli, Bokowsky, Francisco Tario, Fadanelli, Ortuño, José Agustín, entre tantos otros. Y es que aquí, hay mucho alcohol, aguarrás, thinner, estopa, tachas, mota, resistol cinco mil, sexo y rock and roll. Sí, la perversidad textual de Llanes a todo lo que da.

He disfrutado mucho otra vez la lectura de estos cuentos, como siempre he disfrutado los textos de Alberto Llanes, es que, compartimos, quizá, como muchos de ustedes, el gusto por los libros, la música, el cine, las series y el futbol americano, y de alguna manera aquí está todo, en este laboratorio llamado libro, en estos cuentos, y no podia ser de otra manera, pues siempre, o casi siempre, aunque no lo digamos, la literatura parte de lo biográfico para convertirse en universal, porque cuando el lector se apropia del texto ya nada es personal. La lectura, como la escritura, es un acto colectivo, como dice Javier Aranda, nos leemos en los otros, y en Alberto Llanes el humor es un recurso literario, y hay una propuesta estética del desmadre.

Bueno, yo hasta aquí dejo esto, ya no digo más, y vuelvo entonces a mis lecturas, y a la canción que puse en la compu para escribir esto, la de Desesperado, de José José, y que me dijo mi esposa Erika, esa canción está muy cruel, está muy cabrona.

 

Nota: la imagen del libro fue tomada del Instagram de Guillermo Vega Zaragoza.