Colima.- En Cuyutlán, municipio de Armería, aún se tiene en la memoria la famosa “ola verde” que dejó mas de 75 muertos y considerables daños materiales, un 22 de junio de 1932. Este suceso, forma parte de los 60 tsunamis que se han registrado en el Pacífico Occidental de México en los últimos 283 años.

Muchos países han sido afectados por estos maremotos, la Organización de las Naciones Unidas consideró la fecha del 5 de noviembre para la conmemoración del Día Mundial de Concienciación sobre Tsunamis, con el objetivo de disminuir los riesgos y con ello la mortalidad del desastre.

En México se considera entre los mas fuertes el del 22 de junio de 1932: un sismo con magnitud de 6.9 generó en los litorales de Jalisco y Colima una ola de 10 metros de altura que penetró un kilómetro en Cuyutlán, dejó 75 muertos y 100 heridos.

Y es que esa ola gigantesca arrasó con todo lo que se le ponía enfrente, llegó hasta las vías del ferrocarril, fue durante la mañana del miércoles 22 de junio.

Dicho tsunami también dejó daños hasta las costas de Guatemala, con 30 personas fallecidas.

Sorprendió a los pobladores que apenas se sentaban a tomarse un café.

De acuerdo al Servicio Sismológico Nacional, el día 3 de junio de 1932 ocurrió un sismo con magnitud 8.2 localizado en las costas de Colima-Jalisco (19,5 N, 104.25 W).

A este sismo le siguieron otros dos de magnitud 7.8 y 6.9 los días 18 y 22 de junio del mismo año. Estos sismos han sido ubicados en la interfase entre las placas de Rivera y Norteamérica.

Los dos sismos generaron tsunamis, sin embargo el del 22 de junio fue el más devastador, a pesar de que la magnitud sísmica que lo originó fue mucho más pequeña. A este sismo se la ha calificado como “terremoto tsunami” (Okal and Borrero, 2011).

El tsunami producido por el sismo de 1932 se conoce como el “Tsunami de Cuyutlán”.

Este tsunami destruyó un tramo de 25 km de costa y, en particular, destruyó la ciudad
balneario de Cuyutlán, generando al menos a 75 personas y alcanzando hasta 10 m de
altura (Sánchez & Farreras 1993).

Para que un terremoto origine un tsunami debe mover de manera abrupta el fondo marino en sentido vertical, de modo que el océano sea impulsado fuera de su equilibrio normal.

Cuando esta inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas.

El tamaño del tsunami estará determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino. No todos los terremotos generan tsunamis, sino sólo aquellos de magnitud considerable, que ocurren bajo el lecho marino y que son capaces de deformarlo.

Daños de los tres sismos

Los efectos de los tres eventos sísmicos, y en especial de sus tsunamis, son descritos por Sánchez y Farreras (1993), se basan principalmente en textos periodísticos de la época.

El evento principal del 3 de junio de 1932 resultó en una severa destrucción en Manzanillo y zonas colindantes, con cerca de 400 víctimas. Se generó un tsunami con una depresión inicial seguido por una inundación que alcanzó 3 m.

El segundo evento, del día 18 de junio, causó daños adicionales, especialmente en los
lugares del interior de Colima y Guadalajara. Se generó un tsunami menor empezando
por una depresión y seguido de un tsunami que no se levantó más de 1 m.

Por el contrario, el tercer evento, el 22 de junio, generó un tsunami catastrófico que
alcanzó cerca de los 10 m y destruyó un tramo de 25 km de costa matando al menos a 75 personas en Cuyutlán, Colima.

Los antecedentes representativos que se tienen en México sobre la presencia de
tsunamis en los dos siglos previos son los siguientes:

4 de Mayo 1820, costas de Acapulco con olas de 4 metros.
14 de abril de 1903, costas de Acapulco con olas de 2 metros.
16 de Noviembre de 1925, Zihuatanejo Guerrero. Olas de hasta 7 metros.
22 de Junio de 1932, costas de Colima con olas de hasta 10 metros.
3 de Diciembre de 1948, Islas Marías, olas de 5 metros.
28 de Julio de 1957, Acapulco Guerrero, olas de 6 metros.
19 de Septiembre de 1985, costas de Michoacán con olas de 3 metros,
afectando desde Colima hasta Zihuatanejo.
9 de Octubre de 1995 en costas de Colima, olas de 5 metros.

Los tsunamis o sunamis son eventos raros, pero pueden ser extremadamente mortales.

En los últimos 100 años, a nivel mundial, 58 de ellos han cobrado más de 260 mil vidas o un promedio de 4 mil 600 por desastre, superando a cualquier otro riesgo natural.

En diciembre de 2004 ocurrió el tsunami del Océano Índico, causando un estimado de 227 mil 000 muertes en 14 países, es considerado uno de los más mortales de la historia, fue justo después que la comunidad internacional creó el Sistema de Alerta y Mitigación de los efectos de Tsunamis en el Océano Índico, que tiene decenas de estaciones de monitoreo sismográfico y del nivel del mar que difunde alerta a los centros nacionales de información de Tsunamis.

¿Por qué noviembre 5?

«Inamura-no-hi» (la quema de las gavillas de arroz): durante el terremoto y tsunami de Ansei-Nankai, ocurrido el 5 de noviembre de 1854 en Japón, el granjero Hamaguchi Goryo notó la marea baja y prendió fuego a toda su cosecha para advertir a los aldeanos que huyeron a tierras altas. También financió el esfuerzo de «reconstruir mejor», construyendo un dique y plantando árboles para actuar como un amortiguador.

Objetivos

• La resolución de la ONU llama a la observancia de todos los países, organizaciones de la ONU, otros organismos internacionales y regionales, y sociedad civil para presenciar el día; solicita a UNISDR que facilite esta conmemoración

• Concientizar sobre los tsunamis y compartir enfoques innovadores para reducir los riesgos de tsunami.

• Destacar la contribución del Marco de Sendai a la reducción de la mortalidad mundial por desastres.

• Reafirmar la interrelación entre la reducción del riesgo de desastres y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

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Elaboración Carlos Arévalos

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