EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA
El 3 de noviembre, es una fecha que podría llegar a ser memorable para las mujeres en general y para las estadunidenses en particular.
No sólo porque el demócrata Joe Biden tiene posibilidades de derrotar en las urnas a Donald Trump, quien ha sido uno de los presidentes con mayores acusaciones de acoso y maltrato verbal contra las mujeres, sino porque Kamala Harris se convertiría en la primera mujer en ocupar la vicepresidencia de Estados Unidos.
Harris está por romper el llamado techo de cristal. Y si bien el género de una candidatura por sí mismo no representa una victoria para el feminismo, en este caso la aspirante demócrata fue criada como feminista y progresista.
Tras el divorcio de sus padres, un profesor de Economía de Jamaica y una médica endocrinóloga y nutricionista de India, Harris y su hermana Maya fueron formadas en los años 60 y 70, rodeadas de académicas exitosas amigas de su madre y de voces feministas y progresistas del movimiento negro.
Si bien su trayectoria como fiscal fue cuestionada por algunas decisiones controvertidas, son las mujeres afroamericanas donde se encuentra la primera línea de defensa a Kamala. Esto, a pesar de los intentos por desacreditarla con argumentos como la pureza racial. Ha sido acusada de asumirse afroamericana cuando en realidad es de ascendencia india y medio jamaiquina.
Incluso, Donald Trump Jr. compartió un tuit de Ali Alexander, activista afroamericano ultra, en el que cuestionaba la “africanidad” de la candidata aunque éste después lo borró. Polémica que visibilizó al movimiento #ADOS, en el que se reivindica la diferencia entre los negros “puros” descendientes de esclavos, que son los “verdaderos americanos”, y los recién llegados (Vanity Fair).
No obstante, para la analista política y editora del Daily Beast Molly Jong-Fast, el verdadero reto para Kamala será vencer la misoginia.
“Es un país dividido, enfadado, racista. Va a ser muy duro. Después de cuatro años de Trump, las mujeres están bastante cabreadas (enojadas). Y Kamala, que es vehemente de un modo parecido al que lo era Hillary, tiene la oportunidad de canalizar ese enfado” (MujerHoy).
El reto es grande. Uno de ellos será ser escuchada en un mundo aun dominado por hombres. Nada representa mejor la batalla que le tocará dar que la escena acontecida durante el debate con el aspirante republicano a repetir en la vicepresidencia, Mike Pence. “Estoy hablando” fue la frase que marcó la noche ante las interrupciones del vicepresidente, y que representó la voz silenciada de las mujeres, incluso en las esferas de poder.
Hillary hace cuatro años no pudo contra la resistencia masculina. En esta ocasión, Kamala tendrá que demostrar si su voz es suficientemente audible para hacer añicos, de una vez, ese techo de cristal.