El pez sin el agua
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*
Adán Augusto, el amigo de Andrés Manuel, el que compitió por la candidatura presidencial, el que fue gobernador de Tabasco, secretario de Gobernación y líder del Senado, experimentó en carne propia una de las reglas del poder: camina con cuidado que no tarda la caída.
Caminar con cuidado implica moderarse, evitar el uso despótico del poder, apartarse de la asociación con figuras delictivas, cuidar el paso hacia la historia, construir un recuerdo benévolo de la actuación personal, hacer algo que valga la pena.
La caída llegará, eso es inevitable. Si el paso por el poder (en cualquier nivel) fue cuidadoso, se te recordará de buena gana y hasta se te brindará reconocimiento. Si tuviste la fortuna de una circunstancia extraordinaria y la aprovechaste, serás recordado con gloria, pero esos casos se cuentan con los dedos de una mano. Lo que abunda son los casos sin brillo, de simple relleno, los que se olvidan pronto.
Otro caso ―penoso, por cierto― es el triste recuerdo: cuando tu actuación destacó, pero por incapacidad, insuficiencia o hasta por el escándalo. También abundan los ejemplos así.
La imagen de Adán Augusto, jorobado, demacrado y descuidado durante el reciente consejo nacional de su partido, debería brindar un ejemplo para todas y todos los que disfrutan de un momento de poder. La caída llega en cualquier momento y resulta evidente.
No es lo que mira en estos momentos, por desgracia. En los últimos días algunas figuras de poder cayeron en la tentación del autoritarismo y hasta de la censura. Los ejemplos allí están. El exceso ya está teniendo su respuesta. A una diputada que ejerció un poder excesivo hacia una simple ciudadana se le multiplicaron las descalificaciones y hasta las ofensas. Si quiso acallar las críticas todo salió al revés. Se le olvidó que la censura tiene el efecto contrario: se vuelve megáfono.
Suerte similar le espera a una presidenta de un tribunal estatal, a una gobernadora y otras figuras más que dirigieron sus baterías contra la crítica periodística en un intento por amordazarla. Están labrando su paso hacia la historia, que no será grato ni mucho menos. Cada quien.
Que las sensatas y los sensatos, las inteligentes y los inteligentes se miren un poco en el espejo de Adán Augusto. Las otras y los otros que sigan en lo suyo, con sus propias decisiones erráticas. Total. Ya veremos lo que vendrá.
Mientras tanto recordemos que el poder implica caminar al filo del abismo. Un día levantas las manos y celebras con estruendo tu suerte, habilidad y equilibrio, pero llega el día que caes y deberás caer en blandito, tan sólo para que duela menos.
*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.