Los juicios orales, que entrarán en vigor en nuestro país a partir del 18 de junio del 2016 son, para el ministro de la Suprema Corte José Ramón Cossío Díaz, no sólo un cambio normativo sino uno de los cambios más importantes para los abogados en los últimos 200 años; “es un cambio de actitud, un cambio de mentalidad, que nos pondrá a los abogados en una situación límite, puesto que tenemos una enorme responsabilidad para que el sistema funcione”.
Si los abogados no logran mejorar el sistema de justicia, agregó Cossío Díaz, “nos podemos encontrar con una situación de deslegitimación de la profesión en su conjunto, ya que no seremos capaces de generarle respuestas a una sociedad que nos está exigiendo que ayudemos a mejorar las condiciones tan graves de inseguridad que vive el país”.
El magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, egresado de la U de C y medalla Lázaro Cárdenas también por nuestra casa de estudios, participó la mañana de este viernes en la inauguración del edificio la Sala de Juicios Orales de la Facultad de Derecho, en una ceremonia encabezada por el rector Miguel Ángel Aguayo López.
La sala lleva el nombre del propio José Ramón Cossío y está ubicada en un nuevo edificio de cubículos para profesores en el que la federación invirtió más de siete millones de pesos.
Luego del corte de la cinta inaugural, se realizó un simulacro de juicio oral que duró casi hora y media, y donde los asistentes pudieron comprobar cómo se realizará este tipo de juicios, que de manera técnica los abogados llaman juicio adversarial acusatorio. Se trata de algo muy similar a lo que ocurre en Estados Unidos y que muchos conocen a través del cine.
Al presentar este ensayo, que por cierto resultó muy convincente, sobre el caso de una supuesta violación, el profesor-investigador Guillermo Ruelas Ocampo explicó que esa sala se construyó para atender las necesidades de la reforma educativa, tras la modificación de los artículos XIV al XXII de la Constitución General de la República, donde los juicios escritos fueron sustituidos por los orales.
Explicó que un juicio oral se divide en tres partes: Presentación del caso y alegatos iniciales; Desarrollo, desahogo de pruebas y alegatos finales y Emisión de la sentencia. La idea, añadió, “es que todo acontezca delante de la sociedad, para que así la justicia recobre la certeza que reclama la sociedad”.
Antes del simulacro de juicio, Carlos de la Madrid Virgen, director de la Facultad de Derecho, dijo que esta sala servirá para preparar de mejor forma a los alumnos, sobre todo en las artes de la lógica y la retórica, que ahora serán más necesarias.
Para él, “en esta sala el derecho cobrará vida, saldrá de los códigos y las leyes para volverse argumento viviente, para acercar a los educandos a la realidad que se desarrolla cotidianamente en los tribunales en los que ya se aplica el Sistema Procesal Acusatorio Adversarial, y donde la promesa constitucional de justicia pronta y expedida por fin va en camino de ser reivindicada”.
Tras el ejercicio, Cossío Díaz comentó lo difícil y complejo que son estos juicios, en los que un pequeño detalle puede liberar a un culpable o sentenciar a un inocente. Dijo que los abogados deberán no sólo conocer las nuevas maneras del derecho penal y procesal, sino también adquirir nuevas habilidades, que antes estaban relegadas a los peritos. “Creo que la vinculación entre el derecho y la ciencia será, para nosotros, absolutamente central. Tendremos que aprender nuevas herramientas, nuevos conocimientos, y dialogar con otras profesiones”.
Uno de los grandes retos que ve para este tipo de juicios es la transformación de las policías, sobre todo en la forma que éstas tienen de obtener las pruebas acusatorias, puesto que hay estados, dijo, donde ni siquiera cuentan con servicios periciales. Por eso, comentó que esta nueva sala “es un lugar magnífico para practicar y adquirir nuevas habilidades, nuevas herramientas retóricas, y estrategias para tratar de resolver los problemas que enfrenta el país”.
En su intervención, el rector Miguel Ángel Aguayo puso a disposición de todos, de alumnos, maestros, egresados y del poder judicial la nueva sala, “porque la mejor inversión es la que se usa”. Pidió a los representantes del poder judicial en el estado, presentes ahí mismo, que utilicen dicha sala “para vislumbrar escenarios futuros. Además, me gustaría que hubiera juicios reales y que los estudiantes estuvieran aquí aprendiendo de primera mano”.
Por último, reconoció el gran apoyo que desde hace años recibe la Universidad del ministro Cossío Díaz, en libros para la biblioteca de Derecho y en pasantías de los mejores alumnos de esta casa de estudios en la Suprema Corte, y le pidió que continuara con este apoyo, a lo que asintió el ministro homenajeado,
En la inauguración estuvieron, entre otros, David Cisneros, presidente del Tribunal Colegiado de Circuito en el Estado; Rafael García, presidente del Supremo Tribunal de Justicia en el Estado; Elba Leticia Barragán, directora de la Casa de la Cultura Jurídica en Colima, y la procuradora general de Justicia en el Estado, Yolanda Verduzco, además de funcionarios de la propia Universidad de Colima y alumnos y docentes de la Facultad de Derecho.