COLIMA.– El año 2025 agoniza, pero para las familias que integran la Red Desaparecidos en Colima A.C., el tiempo parece haberse detenido en una cifra que no cede: mil 200 personas ausentes. Carmen Sepúlveda Gómez, dirigente del colectivo, hace una pausa en su caminar de casi ocho años para ofrecer un balance que oscila entre la esperanza de las recientes entregas y la frustración por un sistema que, asegura, sigue requiriendo que las víctimas «piquen las costillas» de la autoridad para obtener resultados.
Con la experiencia que dan los años de búsqueda, Sepúlveda Gómez reconoce que este último mes del año trajo consigo un respiro para algunas familias, tras la entrega de restos que tenían hasta un lustro en espera. Sin embargo, el proceso sigue siendo opaco y fragmentado.
La brecha de la desinformación
Uno de los puntos más críticos señalados por la activista es la falta de canales claros de comunicación con la Fiscalía General del Estado.
Aunque celebran que se estén realizando entregas, lamentan que estas no se reporten con transparencia al colectivo, dificultando la actualización de sus propias bases de datos y la gestión emocional de las familias.
«Quisiéramos que nos dijeran: ‘¿Saben qué? Fueron tantos desaparecidos los que se entregaron en el mes de diciembre’. Hace falta cerrar el círculo; que nos avisen para quitar la fotografía de la página y que no se siga buscando y ocupando un lugar que, desafortunadamente, otros necesitan», explicó Sepúlveda.
Subrayó que muchas familias, por temor o deseo de privacidad, se retiran en silencio tras recuperar a sus seres queridos, dejando fichas de búsqueda activas que revictimizan a los localizados y desgastan los recursos del colectivo.
Ante esta situación, la Red espera con urgencia una reunión a inicios de 2026 con el Fiscal General o el Fiscal de Búsqueda para obtener un informe final.
«Creo que hubo mucho trabajo para ellos a fin de año; afortunada o desafortunadamente hubo localizaciones y búsquedas, pero estamos molestos por la falta de información correcta», sentenció.
El mapa de la ausencia: Comala y Tecomán
En el recuento de hallazgos, Sepúlveda Gómez mencionó que las fosas más recientes se ubicaron en la zona de Suchitlán, en el municipio de Comala, un área que consideran clave para localizar a quienes desaparecieron en la capital del estado.
No obstante, Tecomán se mantiene como el epicentro de la tragedia, siendo el municipio donde más hallazgos se registran históricamente.
A pesar de la magnitud de la crisis, la dirigente observó una disminución en el número de fosas localizadas durante 2025 en comparación con años anteriores, estimando cerca de 30 hallazgos en lo que va del año.
Esta baja, sin embargo, no la atribuye a una solución del problema, sino a una posible falta de denuncias o a la dificultad de acceso a ciertos puntos, como ocurrió en Ixtlahuacán, donde el colectivo fue excluido de una búsqueda por tratarse de un operativo de índole federal.
«Si la familia no va, ¿con qué cara exijo?»

Carmen Sepúlveda fue contundente al hablar sobre la crisis interna que enfrentan los colectivos: el cansancio de las familias. Con una mezcla de empatía y firmeza, hizo un llamado a los familiares de desaparecidos para que no abandonen la lucha activa, señalando que la búsqueda no termina con poner una denuncia.
«Es un arma de doble filo. Somos muchos desaparecidos, pero muchos ya están cansados, ya no quieren ir, ponen miles de peros. Si yo exijo una búsqueda y la familia no va, ¿con qué cara le exijo a la Fiscalía?», cuestionó.
Para la activista, la labor de una «madre buscadora» es la de una auditora ciudadana que debe revisar cada ocho días su carpeta de investigación.
«Si no estás ahí picándoles las costillas, no trabajan; dejándolos solos, menos. Mejor que se enfaden ellos de verte a que te enfades tú de buscar a tu familiar», recomendó a quienes se sienten tentados a claudicar ante la burocracia.
El perfil del desaparecido: Un patrón escalofriante

Al rememorar el inicio del colectivo hace casi ocho años, Sepúlveda Gómez identificó patrones que, en su momento, las autoridades ignoraron. Recordó con especial dolor el periodo entre 2018 y 2019, cuando las desapariciones de jóvenes de entre 18 y 24 años, con características físicas muy similares (altos, morenos, de barba cerrada), se volvieron una constante.
«Incluso las mujeres eran todas muy bonitas, de pelo largo, negro y lacio; todas igual. Uno se pone a pensar: ‘¿Es coincidencia o alguien las pidió así?’.
Todo lo que pedimos es que nos digan dónde están, que alguien se toque el corazón y nos diga dónde quedaron sus cuerpos para recuperarlos», expresó conmovida.
La soledad de la lucha y la revictimización

La dirigente no ocultó su desilusión ante la falta de apoyo de la sociedad civil y de otros movimientos sociales. Denunció una «normalización» de la violencia y una revictimización constante que juzga a los desaparecidos bajo la premisa de «en algo andaba».
«La sociedad nos revictimiza no acompañándonos a las marchas, juzgando por qué el hijo está desaparecido. Para esto no hay límites; le toca a personas de buena posición económica o a los que no tienen nada, a veces por estar en el lugar equivocado», lamentó.
Asimismo, confesó que el colectivo ha decidido distanciarse de otras movilizaciones, como las feministas, tras sentirse «usadas como bandera» solo en fechas conmemorativas.
«Cuando nos toca a nosotros, todas esas colectivas con las que fuimos no están. ¿Dónde están todas a las que nosotros acompañamos? Por eso dejamos de asistir; no tiene caso si a nosotros no nos apoyan».
Urgencias para 2026: El Centro de Resguardo y la autogestión

Para el año venidero, la Red Desaparecidos en Colima tiene una exigencia clara: la puesta en marcha definitiva del Centro de Resguardo Genético (Panteón Forense). «Es urgente para que no se haga un ‘Guadalajara chiquito’.
Necesitamos que los cuerpos que se encuentran estén bien acomodados para poderlos localizar más rápido», urgió Carmen, recordando casos de mujeres que permanecieron tres o cuatro años en el Semefo sin que se les notificara a sus familiares, a pesar de haber sido encontradas días después de su desaparición.
Finalmente, Sepúlveda anunció que el colectivo entra en una etapa de autogestión económica tras el recorte de apoyos de organismos internacionales.
«Cuatro años trabajamos con dependencias internacionales, pero este año ya no hay dinero. Ahora nos toca a los familiares trabajar duro, hacer kermeses y vender cosas para sacar copias y lonas».
La dirigente cerró la entrevista con un mensaje a la población: apoyar el trabajo del colectivo, solidarizándose en las marchas y consumiendo lo que próximamente venderan.
«No vamos a buscar solo al de nosotros, buscamos a todos. La prueba es que hemos encontrado a los hijos de muchos que ni siquiera van a las búsquedas, pero ver que una familia ya no tiene la incertidumbre es lo mejor», concluyó Carmen Sepúlveda, la voz de quienes se niegan a olvidar en un Colima que aún sangra por sus ausentes.


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