Festival del folclor político

Crónica sedentaria
Por Avelino Gómez

Si usted, como yo, pensaba no podía haber algo más folclórico que el Festival del Tamal y el Atole, seguro se sorprendió con el programa de actividades que esta semana nos ofreció nuestra clase política. El performance machista que protagonizó el líder sindical Audelino Flores en el Congreso, es una clara muestra del talento político que florece en estas tierras. Pero el número principal fue, es sin duda, el del exgobernador Mario Anguiano Moreno.

Todavía ayer por la tarde, Anguiano Moreno seguía trepado en el escenario mediático con su marcha a la Fiscalía General del Estado. Una curiosa marcha, sin duda. Tan curiosa como el acto de haber salido a pasear a caballo en las fiestas de La Villa, apenas unos días después de que se le negara el amparo sobre la sanción que le impusiera el Congreso por mala administración de recursos.

Y sólo a alguien como él se le pudo ocurrir organizar una marcha para ir a la fiscalía a decir que no tiene dinero para pagar los más de 515 millones de pesos que le demandan cubrir. Ahora bien, su acto requería de un reparto organizado, de marchistas que lo acompañaran con pancartas y consignas de apoyo. Y los tuvo.

Gente que manifestaba su respaldo, que gritaba la inocencia del político. ¿Dónde más si no en Colima puede suceder algo así? No me extraño. Pero ahora entiendo por qué hicimos de los perritos bailarines uno de nuestros más arraigados emblemas.

No se puede pasar por alto la conversación que el exgobernador sostuvo con una cariacontecida funcionaria de la fiscalía. Y que, en resumidas cuentas, fue más o menos fue así:
—Vengo a decirles, cof, cof, que tengo una multa por 515 millones de pesos.
—¡Humm!
—Y pues, cof, cof, debo no niego, pago no tengo. Así que vengo a decirles que procedan con mis bienes, que me detengan. Cof.
—Pues mire, para brindarle una atención de calidad y más o menos orientarlo, dígame usted: ¿quién le está demandando el pago de la multa?
—La Secretaría de Finanzas; pero le digo a usted que no tengo con qué pagar, ni en cinco vidas podré pagarles.
—Ah, ¿y ya fue a la Secretaría de finanzas a decirles eso?
—Pues no le digo, cof, cof, que no tengo ni para el pasaje.

El epílogo de esta conversación ya lo había adelantado horas antes el diputado Vladimir Parra, cuando en uno de esos raros momentos de humor ¿involuntario?, insinuó que ahora se investigara el exgobernador Mario Anguiano por su inexplicable pobreza.
¿En qué país estamos, Agripina?