Falta conocer más sobre neurodiversidad: orientadores educativos

Addí Espinoza González, Diana Laura Gallardo Moreno, Cristina Figueroa Shutter, orientadores educativos de la Universidad de Colima y Ana Claudia Moy López, orientadora educativa de la UNIVA participaron en el conversatorio: “Retos y Oportunidades en la atención a las neurodiversidades: Aportes desde la Orientación Educativa”, realizado en el auditorio de Psicología del campus central, en el marco de la II Semana de la Neurodiversidad.

Las orientadores y el orientador educativo coincidieron en que los beneficios de aplicar el modelo de neurodivergencias en la educación superior son, entre otros: la visibilización de estudiantes con neurodivergencias, la concientización de la comunidad académica y la capacitación y actualización constantes que se brindan al personal docente y de orientación para que brinden apoyo a estudiantes con esta condición.

Diana Laura Gallardo dijo que una de las dificultades en la implementación de este modelo fue el poco conocimiento que tenían tener debido a su formación académica, porque en las direcciones de orientación hay un equipo variado: pedagogos, psicólogos, trabajadores sociales y licenciados en educación especial, “y no todos contamos con la misma formación; nuestras estrategias de intervención están todavía a un nivel muy primario”.

Una meta suya como orientadora, dijo, “es lograr trabajar en conjunto con el docente cuando se tenga un alumno con neurodiversidad, para que el estudiante se sienta incluido, así como con el personal administrativo, porque ellos también tienen un trato directo con las y los estudiantes neurodiversos”.

Cristina Figueroa señaló que la dificultad para trabajar con estos alumnos es que la gran mayoría de quienes tienen algún rasgo neurodivergente no cuenta con un diagnóstico médico, “eso dificulta que podamos diseñar estrategias o acciones enfocadas en sus necesidades”.

Señaló que los principales retos que han tenido al brindar apoyo a las personas neurodivergentes “es que ellos permitan ser ayudados, y una vez que accedan a la ayuda, que también permitan involucrar a su familia en su proceso de mejora”.

Por su parte, Ana Claudia Moy mencionó que cuando no tienen un diagnóstico médico del alumno que presenta rasgos divergentes, “buscamos apoyarlo en cuestión de motivación, trabajo en el aula o darle la flexibilidad para que trabaje por sí mismo y hacemos lo posible para que los maestros sean un poco más flexibles en la forma de evaluarlos”.

Addi espinosa comentó que “en ocasiones es un reto hacer entender al docente que el estudiante neurodivergente medicado puede presentar sueño, y que eso no es desinterés por su clase”. Otro reto, dijo, es contar con espacios especiales para que cuando estos alumnos necesiten aislarse puedan hacerlo.

Finalmente, indicó que algunas metas para lograr una educación incluyente en las neurodivergencias son: contar con una infraestructura adecuada para su atención, seguir capacitándose y sensibilizándose y realizar un trabajo ético; esto es, “saber la formación académica que tenemos y no pretender diagnosticar a una persona, además de saber qué sí hace y qué no, hace un orientador educativo”.