Colima.- La contaminación ambiental ha llevado a cuestionarnos sobre los límites del uso de plásticos y unicel para el almacenaje de alimentos y bebidas, no sólo por la contaminación que representa, sino porque diversas investigaciones apuntan a que sus microplásticos están presentes en una amplia variedad de alimentos e incluso en algunos órganos humanos.
En este contexto, Silvia Ceballos Magaña, académica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima, lidera el proyecto “Evaluación de la presencia de microplásticos en alimentos: un estudio en bebidas embotelladas y leche”, el cual busca aportar evidencias sobre si en estas bebidas envasadas se encuentran estas diminutas partículas, la cantidad que contienen y sus formas (si son filamentos o fragmentos).
Qué son los microplásticos
Los microplásticos, dijo, son trozos desde cinco milímetros hasta un micrómetro, que se encuentran a nuestro alrededor: “Desde el punto de vista químico, la estructura de los plásticos es muy diversa y varía de acuerdo con sus aplicaciones, por eso se usan para hacer diversos tipos de contenedores; sin embargo, su uso indiscriminado ha generado que se utilicen en envases de un sólo uso, y la mala gestión de los desechos hace que terminen en el medio ambiente. Éstos se degradan, es decir, se rompen en piezas más pequeñas que se han encontrado en alimentos, agua y arena de mar”, explicó.
Los primeros microplásticos, continuó la investigadora, se encontraron en la arena de las playas. Esto llevó a los científicos a cuestionarse si también se encontrarían en el agua, peces y, si esto es así, entonces, el ser humano los estaría consumiendo: “A partir de 2020 empezaron a identificarse en matrices alimentarias, y es lógico porque si está principalmente en el agua y la usamos para cocinar y preparar otros alimentos, tanto en casa como en las industrias, entonces podrían encontrarse también en la leche, queso, comida, bebidas embotelladas, y en esto queremos aportar”, comentó Ceballos Magaña.
Las matrices alimentarias son el conjunto complejo formado por los componentes de un alimento -que incluyen nutrientes y no nutrientes- y las interacciones físicas y químicas que ocurren entre ellos dentro del propio alimento. Estas interacciones determinan la estructura, la digestibilidad, la liberación y la biodisponibilidad de los nutrientes, es decir, cómo el organismo puede absorber y utilizar esos nutrientes tras la ingesta.
Encontrar los microplásticos en bebidas embotelladas o en la leche, continuó la Dra. Silvia, “no quiere decir que los alimentos tengan mal sus procesos de calidad, pero hay artículos que se encuentran hasta en los reactivos que usamos en el laboratorio; entonces, es inevitable que no nos los encontremos en todas partes, y por eso es importante conocer más de ellos para que se tomen medidas y regular esta situación”.
Agregó que a nivel mundial se sabe poco del tema: “Estamos en pañales, lo que se conoce es que los plásticos tienen aditivos como bisfenoles y ftalatos que pueden integrarse a la comida y se sabe que están asociados con enfermedades. Por eso es importante saber qué tipo de microplásticos hay y las cantidades en que se encuentran”, expuso.
Trabajarán parte del proyecto con la Universidad de Campeche
Si bien comentó que ya se tienen diversos estudios de estas partículas en matrices ambientales, el paso que sigue es conocer las matrices alimentarias que, aunque complejas de analizar, son necesarias: “Queremos saber la cantidad, sus tamaños y tipos mediante la microscopía. Tenemos la herramienta para hacerlo en la Facultad de Ciencias y empezaremos con muestras de agua y de leche. Con el microscopio estereoscópico tendremos la capacidad y la habilidad de diferenciar si es un microplástico o no, si es un filamento o un fragmento”, detalló.
En un segundo momento, comentó se realizará con la Universidad de Campeche una vinculación para analizar los tipos de microplásticos encontrados, saber si es de poliestireno de alta densidad, poliéster u otros: “Una vez realizado todo este estudio, podríamos saber cuántos microplásticos hay en las muestras de bebidas y, a partir de esto y dependiendo de los datos que arroje la investigación, podríamos calcular el consumo de microplásticos. Éste sería el primer paso para comenzar nuevas investigaciones”.
Silvia Ceballos Magaña destacó la importancia de la convocatoria “Fortalecimiento a la Investigación 2025” de la propia Universidad de Colima, pues ayuda a continuar las investigaciones: “Con este tipo de convocatorias no sólo se genera conocimiento, sino que se ayuda a la formación de recursos humanos en los diferentes niveles educativos; eso es importante, porque todos los que nos dedicamos a esto empezamos siendo estudiantes”, enfatizó.
Esta investigación cuenta con la participación de Jaime Rendón de la Universidad de Campeche, estudiantes de licenciatura de la Facultad de Ciencias, del Programa de Gestión de Riesgos, así como profesores y estudiantes de la maestría y del doctorado de la Facultad de Ciencias Químicas, del CEUGEA, la Facultad de Ciencias Marinas y del Bachillerato 30.