Por Edgar Cazares

*Con la peor de las intenciones las autoridades municipales han dejado entrever la posibilidad de prohibir en Manzanillo la venta y uso de pirotecnia.

Una parte importante de la sociedad porteña, y del mundo en general, han mostrado su respaldo a tal posibilidad y ahí sí ni discutirlo porque me parece que gran parte de éstos lo manifiestan por convicción.

Sin embargo en el caso de la comuna porteña se ha visto movida, cuando no, por un interés: el de oponerse a todo lo que traiga el sello de Gobierno del Estado.

La iniciativa tiene etiqueta y dedicatoria, es decir, tiene la pretensión de evitar que se realicen actividades como el Manzanillo Se Ilumina lo que a mi parecer es un error ya que el evento se ha convertido en todo un atractivo local.

Muchos hemos criticado el hecho de que el principal destino turístico del estado no pasé de ser playa y sol. De alguna manera el show de pirotecnia en mención atrae por sí solo miles de visitantes. No solo hablamos de dinero de por medio sino de muchas otras cosas que le dan un mayor valor a la ciudad como una opción para los vacacionistas.

Ojalá la decisión se reconsidere y que sea cual sea ésta se tome no con el estómago o rencores sino con argumentos.

*El Partido Verde también logró cuajar una alianza al aprovechar la coyuntura que propició el Partido del Trabajo, fuerza política que entró en un serio desencuentro con MORENA, al cual ayudó a consumar proyectos exitosos durante las pasadas elecciones.

El partido dominante desestimó al PT y en el pecado llevó la penitencia. Estiraron tanto la cuerda hasta que ésta terminó por romperse.

Así las cosas MORENA eligió como inicio una operación de resta y el Verde por su parte se anotó una suma que no le garantiza el triunfo pero que sí lo hace lucir, sobre todo a su dirigente moral –Virgilio Mendoza-, como un instituto de diálogo y entendimientos.

Así pues cuando menos en la elección para gobernador cada quien ya ha definido su bando y sus caminos. Unos lo harán en alianzas alentadoras, otros en coaliciones que más bien parecen lozas y otro más lo hará en solitario. Al pueblo sabio y noble le corresponderá decidir.

APUNTES DESDE LA COSTA

*Este es el primera año en que el pequeño Rod ha cobrado plena conciencia -la propia de su edad- de la época navideña. Y él, con su mirada inquieta y tierna, está que no cabe de la emoción sabedor de que le puede esperar una montaña de regalos.

Pero confieso que el hijo de mis amores es un niño de apenas 6 años que en no pocas ocasiones me deja entre la espada y la pared con preguntas de mucha profundidad que me mueven a la reflexión.

Ello me hace preguntarme si a mi lado no tengo a un infante adelantado a sus tiempos. Eso sí, como todo peque de su edad, me bombardea de preguntas las cuales, en su inmensa mayoría, no son difíciles de resolver.

Sin embargo de vez en vez me plantea cosas que no sé cómo atenderlas. Por ejemplo, hace no muchos días, me cuestionó –seguramente motivado por la época navideña- si aún conservaba algún rastro dentro de mí del niño que alguna vez fui.

Antes de responderle me pregunté hacia mis adentros cómo mi vástago podía formularme tal duda. Luego, también en forma introspectiva, caí en cuenta que la respuesta que le podía dar era una rotunda negativa.

Sumergido en mis ocupaciones laborales, en pensar cómo resolver el entuerto que para casi todos los adultos significa el futuro, en ocuparme y preocuparme por su salud y educación, lo mío, lo personal, ha pasado a segundo término priorizando siempre lo de él.

Por lo mismo decidí, en primera instancia, darle la vuelta y retardar lo más posible mis argumentos.

A decir verdad hacía mucho tiempo que suponía que mi infancia estaba ya muy atrás. Sin embargo esa noche al lado del curioso infante, al verlo profundamente dormido, recordé aquellos días en que fechas como la navidad, mi cumpleaños, el regreso a clases, los viajes en familia, francamente me emocionaban.

Y, al menos por unos instantes, volví a sentirme feliz, a sentir aquellas sensaciones de mis años mozos. Al día siguiente, pensando que el tema había sido olvidado, a primera hora Rod me recordó el reto. Maravillado atiné a decirle “ver tu rostro, verte tan emocionado en esta Navidad, me hace sentir que el niño inquieto que alguna vez fui sigue ahí, matizado solamente por ocupaciones y preocupaciones de un adulto”.

Lo que vino después ha sido el mejor regalo que uno puede esperar en estos de tanta complicación: su sonrisa de oreja a oreja me provocó una satisfacción indescriptible, tal como si me hubiera sacado la lotería -aunque con el pequeño Rod indiscutiblemente así fue-. Sin duda ser padre de un niño como el mío ha hecho que algunas fechas especiales que se habían tornado monótonas recobren el color.

*Estamos a menos de una semana de celebrar la Navidad. Espero sinceramente que estas últimas semanas del año haya mucha salud.

Creo, por la época tan difícil que ha significado este 2020, es el mejor de los regalos que podemos recibir en estas fechas.

Hay que tenerlo muy presente y seguir cuidando hasta que la vacuna contra el COVID-19 no esté a nuestro alcance. E incluso después de que eso suceda.

Gracias por su fina atención. Comentarios a edgar.cazares.afmedios@gmail.com