ESPUMA DE MAR
Por: Mariana Lizette PÉREZ OCHOA
Tras casi 10 años al frente de Canadá, Justin Trudeau renuncia en medio de un desgaste político marcado por la inflación, la crisis de vivienda y la polarización social. Su salida deja un terreno fértil para el ascenso del Partido Conservador, lo que podría cambiar la dinámica de las relaciones internacionales, especialmente con países como México.
Durante su periodo, vio la entrada y salida de varios líderes internacionales, y se destacó por ser una imagen joven y fresca con nuevas ideas para Canadá, propias de las ideologías liberales de su partido. Sin duda tuvo bastantes aciertos para este país, que sobresalió por su defensa de libertades individuales y derechos de mujeres y minorías. Por ejemplo, promovió proyectos de reconciliación con los pueblos indígenas bastante importantes, la renegociación de un acuerdo de libre comercio con el anterior gobierno de Donald Trump en Estados Unidos y su gestión durante el Covid-19. Considero que por muchos años, Canadá fue un ejemplo de país progresista.
Sin embargo, en los últimos años, Trudeau, y a su vez el Partido Liberal, comenzaron a perder mucha popularidad, causando un descontento general, y sobre todo, una fatiga social.
Los altos costos de vida, la inflación, la crisis de vivienda y el manejo de la migración con su política de ´puertas abiertas´, fueron factores determinantes en la creciente caída de popularidad, y en consecuencia, el aumento de la polarización en la sociedad candiense, a pesar de los insuficientes intentos de enderezar el rumbo con cambios de gabinete y exenciones fiscales.
Los miembros de su propio partido comenzaron a dejar claro públicamente que ya no apoyaban su liderazgo. Pero la impactante renuncia de hace unas semanas de la viceministra clave de Trudeau, la exministra de Finanzas Chrystia Freeland, fue un parteaguas para el fin de su periodo. Esa situación representó su debilitado liderazgo, y dejó un terreno ideal para la subida del Partido Conservador, como de hecho, lo ha aprovechado su líder Pierre Poilievre para realizar varias declaraciones.
En el caso de Trudeau, me parece que no se trata precisamente de un buen o mal periodo de mandato, más bien, es fundamental analizar el momento adecuado para una salida digna, proporcional a los tinos y fortalezas que tuvieron.
La situación empeoró para Trudeau por no tomar la decisión de dimitir en un momento más propicio e ideal de su periodo, facilitando una nueva entrada liberal. Pero la lenta frustración y el claro desgaste creado, lo fue orillando en uno de los momentos más bajos de su mandato.
Por otro lado, para México, no sería muy positivo un líder conservador en Canadá, por lo que las estrategias diplomáticas y de negociación en nuestro país tendrán un reto.
Como en muchas democracias, la historia de Trudeau es un claro recordatorio de que los ciclos de poder tienen un límite, y que, incluso los líderes con buenas intenciones, pueden verse arrastrados por las complejidades económicas y sociales que no siempre están bajo su control.